Carta
al Faraón
Contemplo
tu rostro todos los días en el papiro que compré, la primera vez que
viajé a tu país. Verlo me infunde una enorme serenidad y paz, porque es
lo que emanas… Es lo que en la antigüedad quisiste enseñar a tus
contemporáneos, enseñarles que existía por encima de todo un orden cósmico
que lo regia todo para que la vida pudiera seguir su curso. Enseñaste tu
doctrina a tu pueblo, porque tú eras el Sumo Sacerdote del Dios, por
mediación tuya los fieles entendieron que en la vida no había solo
oscuridad, había luz, la luz que los rayos de tu Dios. Cada día al
amanecer con su energía conseguía que toda la Tierra se pusiera manos a
la obra… He viajado muchas veces a tu país y he podido pisar, ver,
tocar, muchos lugares en los que tú y tu familia fuisteis protagonistas
de la Historia de Egipto, son sentimientos encontrados los que me produce
ver tu abandonada Ciudad del Sol, tú Tumba Real, tus Colosos, tus
relieves, tú Gran Himno a Atón y todo lo que se ha escrito sobre tu
reinado, cosas que estamos de acuerdo que sólo son especulaciones para
poder casar los acontecimientos acaecidos en tu reinado. Cosas que las
personas normales dan por sentadas, pero que no son ciertas.
Son
sentimientos de una enorme admiración hacia tu enorme sensibilidad plástica
y religiosa, porque fuiste un revolucionario en la forma de gobernar tu país,
reflejaste la belleza de la Naturaleza, hiciste que tu vida privada fuera
vista en los relieves con tus hijas y tu esposa. Nunca se había hecho
antes. Era inconcebible pensar que la vida privada del Faraón y su
familia fuera vista por su pueblo; proclamaste a tu Dios principal, pero
no por ello eliminaste a los demás, porque los otros eran parte de la
antigua sabiduría egipcia de los primeros tiempos en que surgió la
primera eneada de dioses, era tu herencia. Tu te versaste en toda la
teología anterior y cogiste de cada divinidad los atributos que eran
necesarios para poder edificar tu doctrina y a través de tu Dios, los demás
dioses existieron en tu reinado, no se perdió nada de lo anterior,
simplemente cambiaste las formas de transmitirlo.
Tristeza
porque egipcios o extranjeros no saben valorar el patrimonio cultural que
dejaste, desde que desapareciste ya empezaron a destruir tus Templos,
reutilizaron tus materiales en otras construcciones y escondieron en otros
Templos tu Historia. A lo largo de todo el país, poco a poco, se han ido
encontrando tus bloques, talatat, restos de tu reinado, pero es una tarea
ardua unirlos todos porque son muchos, están desperdigados en distintos
lugares, en Museos y en colecciones privadas; pero espero que algún día
se pueda sacar a la luz tu verdadero reinado y poder hacernos una idea
exacta de tu política religiosa.
También
se destruyó mucho cuando los primeros viajeros descubrieron una Ciudad
perdida en el Egipto Medio de la cual no tenían conocimiento ni sabían
la existencia del Faraón, porque anteriormente te habían borrado de las
listas oficiales de los Faraones que habían gobernado Egipto porque
fuiste diferente en la forma de gobernar tu país. Te eliminaron, pero
siempre quedaron restos, aunque estos estén aún enterrados bajo la
arena… Es desesperante estar en tu Ciudad y comprobar que cada vez están
cogiéndole más terreno. No valoran tu legado, no les importa destruir lo
que queda, tu Gran Templo de Atón tiene una gran parte de terreno cogido
por los lugareños y lo peor de todo es que a las autoridades actuales del
país les es indiferente. Textualmente dicen que como no es una zona turística
les da igual conservarla y que se deteriore. Es incongruente porque es el
pez que se muerde la cola, sino la conservan y restauran, por supuesto que
no les dará ganancias económicas, pero lo mas importante es que se
quedará la Historia enterrada para siempre en la arena… y nuestras
siguientes generaciones se quedaran sin saber tu verdadera historia sin
poder ver tu Ciudad y como eran tus construcciones.
Pero espero que
alguien… pueda ayudar a que tu Ciudad no se destruya más.
- ¿Fuiste un soñador o
como creo muy inteligente?
- Estoy en ello…
Neferkheperura Wa’enra
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