LAS
SIETE RESPUESTAS
Hoy
desperté un poco nervioso, el calor me va muy mal. La posibilidad de
despertar de un sueño misterioso aún da vueltas en mi cabeza aturdida.
Te voy a contar mi historia. Hace un tiempo conocí a una arqueóloga muy
famosa, o eso decía ella. A mi me fascina Egipto y decidí ponerme en
contacto con ella y que me aclarase algunas dudas. Pues bien, así lo
hice. Al poco tiempo recibí su respuesta; me citaba para hablar de un
tema ''especial''. Me pude imaginar mil cosas, pero no era ninguna de
ellas. El día y a la hora que ella me citó aparecí en su casa, sin
ninguna expresión de ilusión en mi cara; más bien todo lo contrario, ya
que no me fiaba de aquella mujer.
Alta,
esbelta, de un cabello anaranjado a causa de la mezcla de múltiples
tintes, me abrió la puerta y me invitó a entrar. Llevaba ropas amplias y
su casa también lo era, y no porque fuera grande precisamente, sino
porque la tenía prácticamente sin muebles. Velas, cruces, santos
formaban parte de su ajuar doméstico. Me sentí incómodo hasta que oí
lo que me tenía que decir. Con escasas palabras me transmitió que si era
mi deseo ella podría hacer posible que viajase en el tiempo. Mi deseado
viaje a Egipto por fin se haría realidad, y si era al pasado, mucho
mejor! No pude rechazar la oferta, y como pude le dije que cuanto antes
mejor.
La
mujer de pelo naranja sabía muy bien mi contestación antes de que la
dijera, ya que era bruja pudo ver mis gustos y aficiones desde el día que
nos conocimos. Pasamos a una sala y me hizo algunas preguntillas referidas
a dioses. Me habló de todos y de cada uno de los templos. De los faraones
que los mandaron construir, de su localización exacta y del Dios al que
estaba dedicado. Como curiosidad me habló de la elaboración de la
cerveza que era considerada junto con el pan como ''dos nuevos ojos''. Al
contrario de lo que creía su materia prima principal no era la cebada, ya
que era más cara, sino una especie de trigo rojo llamado espelta
originario de Palestina.
Quizá
si la mujer trataba este tema más en profundidad era por algo, pero no le
di importancia, pues cada vez estaba más impaciente. Después pasamos a
otra habitación donde me enseñó cosas útiles y que por cierto no sabía,
sobre la medicina y astronomía en el Antiguo Egipto. Y por último, o eso
pensaba yo, me llevó a un cuarto en penumbras donde me hizo aprender
siete respuestas que según ella debían saber pero que yo no sacaba
relación con la brujería.
Algunas eran preguntas extrañas que no lograba comprender, ya que no
estaban en ningún contexto. Pero lo único que debía hacer en ese
momento era escuchar y memorizar, no me quedaba otro remedio.
Me
pidió que me concentrase, que no pensase en nada, que lo único que debía
importarme era aprender. Los nervios se empezaron a multiplicar cuando se
calló, no decía nada. Sabía que con esa inquietud no podría enterarme
de nada. Ese silencio duró algunos minutos pero para mí fueron horas,
tenía prisa por marchar. Al fin comenzó.
¿Es suyo?- dijo.
La respuesta era:
Sí, gracias por cuidarlo y perdonen las molestias. La segunda cuestión
era:
¿Cual era éste nombre?, a lo que debía responder:
''Oro de los dioses''
El tiempo me ha hecho olvidar la mayoría de las preguntas pero la última
jamás se me podrá olvidar.
¿Eres nuevo aquí?
A lo que debería responder que sí. A ésta última le encontré más lógica
que a las demás.
Efectivamente
no tenía nada que ver con la brujería o ¿quizá sí? Fui rotando aún
por tres habitaciones más, eran todo el rato las mismas, pero la mujer me
llevaba como si fuera un circuito. Finalmente me llevó al aseo y me puso
frente al espejo. "Obsérvate bien" - dijo. "Porque
cuando vuelva a encender la luz ya no serás más que lo que sabes.
Recordarás, mas olvidarás las cosas innecesarias". A lo mejor se
refería a que olvidaría mi vida hasta ahora y que me quedaría con las
cosas que he ido aprendiendo de Egipto, pero no lo sé, porque rápidamente
la mujer apagó y encendió la luz.
Mis
ojos seguían cerrados, me daba miedo volver a abrirlos después de verme
por última vez en aquel espejo. Pude notar cómo progresivamente el calor
penetraba en mis carnes. Un calor sofocante, 40º o incluso más, se
estaban apoderando de mi paciencia. Cada vez me sentía más agobiado. La
primera gota de sudor empezaba a resbalar por mi frente. Aún resignándome
a abrir los ojos a causa del miedo, hice el ademán de secarme la
frente, pero algo pegajoso me lamió la cara. Me levanté de un salto casi
antes de abrir los ojos. Me encontraba apoyado en un árbol y frente a mi
un perrillo canela movía el rabo. Curiosamente yo siempre había querido
tener un perro, ahora estaba todavía más sorprendido. Me agaché, cogí
una rama y se la lancé. Esto me dio tiempo a evaluar el paisaje. Aún
confuso me costaba creer que por fin y gracias a la bruja se hubiese
cumplido mi sueño.
Pero
no podía ser, me acordaba de todo el ritual, de mi vida, de todo. No, debía
ser un sueño o una ilusión. De repente se me heló la sangre; alguien
trataba de llamar mi atención dándome un par de toquecitos en la
espalda. Me giré y vi un hombre moreno, alrededor de otros tantos.
-
Ese perro canela lleva vagabundeando algunos días cerca de aquí. Creemos
que se le escapó al dueño y le hemos estado alimentando. ¿Es suyo? Mi
respuesta salió por inercia, sin pensar:
-
Sí, gracias por cuidarlo y perdonen las molestias.
El hombre se alejó conforme. Empezaba a tranquilizarme y me sentó a la
sombra de un árbol. El perrillo se abalanzó sobre mí y jugueteamos
durante largo rato. Entonces vi tres hermosas jóvenes que paseaban. Reían,
charlaban y entonaban bonitas canciones. Decidí acercarme e informarme de
dónde me encontraba.
- Perdonad, me podéis decir...
No me dejaron acabar y una de ellas me respondió:
- Cuando la luz creó la vida adoptó la forma del sol, cuyos ojos se
abrieron en el interior del loto. Cuando el agua del ojo cayó a la
tierra, se metamorfoseó en una mujer de sublime belleza a la que se le
dio un nombre.
¿Cuál era éste nombre?.
Ésta segunda respuesta la respondió con la misma rapidez que la
anterior.
- "Oro de los dioses" - a lo que añadí - Ella, el sol femenino
ilumina el mundo.
Se
alejaron riendo. Estaba casi asustado, y digo casi porque aún tardaría
unas horas en darme cuenta de lo que pasaba. Fueron pasando los minutos y
se iban sucediendo las respuestas. No lo quería creer hasta que la última
respuesta me convenció. Ésta pregunta me la haría un campesino que me
encontró en sus tierras y muy enojado salió a mi encuentro. Mi respuesta
era "sí", de ésta me acordaba perfectamente. El hombre vio mi
arrepentimiento y las muestras de miedo se empezaban a dibujar en mi cara.
Me decía frases incomprensibles, jamás me habían echado semejante
reprimenda, pero finalmente la pregunta brotó de sus labios.
-
¿Eres nuevo aquí?.
Con voz temblorosa balbuceó un rápido ``sí," y después de cambiar
el gesto y el tono, el hombre me dijo:
- Bienvenido a Tebas.
¡Sí, aquello significaba que me encontraba en el país amado por los
dioses! Alegre, salió de sus tierras deseando recorrer Egipto de norte a
sur y de este a oeste. El paisaje era precioso, que puedo decir de Egipto
si sólo su nombre encarna grandeza. Estaba en orilla, se veían pequeñas
y grandes embarcaciones. El color verde de aquel paraje me impresionó
pues siempre lo había imaginado más árido.
Me
encontraba en la orilla oriental donde estaban los templos más imponentes
de la ciudad y estaba dispuesto a visitarlos uno a uno como siempre había
soñado. Empezaría por Karnak. Los visitaría una y otra vez y cada vez
los encontraría más hermosos sin ninguna duda. El tiempo pasó y me fui
enterando de cosas conforme iba conociendo a las gentes. Fui acostumbrándome
a la civilización, a sus tradiciones, el lenguaje... Sin ninguna duda una
vida es demasiado corta para realizar todo lo que quería hacer. Una de
esas cosas y que no fue posible para mí, es conocer al gran SEIT I, gran
maestro político y militar, y faraón de Egipto. Tuve la suerte de vivir
el reinado con el que floreció Egipto, SETI I nos dio grandeza y
prosperidad, y sobre todo paz.
Ahora
me dedico a fabricar cerveza pues es lo que mejor sé hacer. Y sí, aún
todas las mañanas tengo miedo de despertar en mi cama de siempre, en mi
casa desordenada, con la pena que inunda mi corazón. Por haber perdido a
todos mis familiares en un accidente de coche. El mismo calor me ahoga
cada amanecer, pero ahora mi vida merece la pena. Tengo una mujer que
ahora está embarazada y una niña de tres años. Una casa poblada de cariño
y afecto me espera cada anochecer. La mujer bien sabía que nunca podría
volver, y también sabía que mandándome aquí no me creería que tan fácilmente
podría volar en el tiempo, por eso ideó una forma para cerciorarme que
se había cumplido: Las siete respuestas.
La mujer también me dijo: "Recordarás mas olvidarás las cosas
innecesarias". No hay nada
de mi vida anterior que no recuerde, porque todo era importante para mí.
¿Pero cual vida es la anterior? ¿La vida que tenía antes de hacer el
viaje en el tiempo, o una vida que estoy viviendo antes de Cristo?.
ENIFYS
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