Cuando
Constantin-François Chasseboeuf, que se haría célebre con el seudónimo
de Volney -obtenido de la fusión del nombre de Voltaire con el de
Fernay pueblo natal del gran escritor- partió a recorrer Egipto y
Siria, con la mochila a la espalda y seis mil denarios de oro en la
cintura, tenía tan sólo veinticinco años. Volney desembarcó en
Alejandría en enero de 1783 y permaneció allí algunas semanas
visitando los monumentos de la ciudad y de la región del Delta. Poco
después remontó el Nilo hasta El Cairo, donde se estableció hasta
el mes de setiembre antes de regresar al Mediterráneo y partir hacia
Jaffa, San Juan de Acre, Tiro y Siria, donde visitó numerosas
ciudades y monumentos entre las cuales Alepo Damasco, Latakia y las
inmensas ruinas de Palmira.
En
marzo de 1785 Volney se embarcó probablemente en Acre en dirección
primero a Alejandría y de ahí a Francia. En la última parte de su
viaje Volney encontró al pintor Louis François Cassas, del cual
utilizó algunos dibujos para ilustrar su diario de viaje, que fue
publicado en 1787 con el simple título de "Voyage en Égypte et
en Syrie". El libro conoció de inmediato un grandísimo éxito y
fue apreciado por sus extraordinarias características, que lo convertían
en una obra completamente distinta de todas las escritas hasta aquel
momento sobre Oriente, hasta tal punto que fue considerado «una de
las más bellas obras del siglo XVIII y una obra maestra en su género».
Pese
a la relativamente breve duración de su viaje, que sin embargo había
preparado meticulosamente durante un año, leyendo las obras más
importantes referidas al país que iba a visitar y preparando sus
condiciones fisicas para soportar las incomodidades y las fatigas que
le esperaban, Volney supo aprovechar al máximo su tiempo y consiguió
escribir un auténtico tratado de geografía política ' efectuando
observaciones rigurosamente científicas sobre la situación socioeconómica
y política de los países cruzados.
La
frialdad, la sistemática metodología y la precisión con la cual
Volney observa los países que visita hasta sus mínimos detalles no
quita, sin embargo, una profunda nota poética a muchas de sus
descripciones. La obra de Volney constituyó una auténtica
justificación cultural a la futura Expedición a Egipto, y no es
casualidad que su viaje se convirtiera en una auténtica obra de
referencia en manos de Bonaparte y de sus generales. Volney, por otra
parte, no auguraba una conquista pacífica y cultural de Egipto por
parte de Francia cuando escribió: «Si Egipto fuera poseído por una
nación amiga de las Bellas Artes, ¿se hallarían aquí recursos para
el conocimiento de las antigüedades que el resto de la tierra nos
rechaza...? »
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Obelisco
de Heliópolis, conocido en la época de Cassas como
"Aguja de Matariyya".
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Louis
François Cassas, el artista que Volney halló durante su viaje,
conoció la extraña suerte de ser casi completamente olvidado por
todos, pese a sus dotes no comunes y a su gran valor. Nacido en Azay-le
Ferron en 1756, Cassas realizó sus estudios de arte en Tours y en París
antes de emprender un viaje a Roma, donde quedó impresionado, además
de por los tesoros artísticos de la capital por los grandes obeliscos
erigidos por el papa Sixto V.
Cassas
permaneció en Roma tres años, pero luego, en 1784, fue llamado a
Constantinopla por el embajador (le Francia MarÍe Gabriel Florent
Choiseul- un noble diplomático apasionado por el arte antiguo, gran
coleccionista y anticuario De la capital del Imperio otomano Cassas
partió hacia un largo viaje que lo condujo a Siria, Palestina y
Egipto: habilísimo pintor en corcho, que representaban muchos de y
dibujante, realizó, en el transcurso de su los monumentos que había
podido admirar viaje, numerosos dibujos, entre los cuales durante su
viaje, entre los cuales los más conocidos son los relativos a las
ruinas de Palmira en Siria que fueron utilizados para ilustrar la obra
de Volney.
En Egipto, Cassas no permaneció más que tres meses, de octubre a
diciembre de 1785, pero la brevedad de su estancia no le impidió
realizar algunas hermosísimas planchas en las cuales el artista
ilustró las pirámides de Giza, las mezquitas de El Cairo y la antigüedad
de Alejandría, antes de regresar, en 1787, a Italia, donde permaneció
cuatro meses.
En
1791 Cassas entró de nuevo en Francia, donde preparó una exhibición
en la cual expuso sesenta y
partió hacia un largo viaje que lo condujo a cuatro modelos,
realizados en terracota o en corcho, que representaban muchos de los
monumentos que había podido admirar durante su viaje, entre los
cuales ocho reproducían monumentos faraónicos.
Pocos
años más tarde, Cassas promovió una suscripción pública, una práctica
bastante habitual en aquella época, para publicar sus espléndidos
dibujos, que aparecieron en 1795 en París con el título de "Voyage
Pittoresque de la Syrie, de la Phoenicie, de la Palestine et de la
Basse Égypte": tres volúmenes in folio estampados por la Imprimerie
de la République, que contenían sin embargo sólo 175 planchas,
mientras que originalmente habían sido Previstas 330.
Honrado
con la más alta condecoración francesa, la Legion d'Honneur, Cassas
murió en Versalles en 1827.
Bibliografía:
"El Descubrimiento del Antiguo Egipto" de Alberto
Siliotti. Puede consultarse en los libros prestados a la Biblioteca
de la ASADE (Asociación Andaluza de Egiptología) por Juan de
la Torre Suárez y Teresa Soria Trastoy.
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