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Cabeza de Maza de Escorpión (II)

  

La Cabeza de Maza de Escorpión (II)[1]

Ficha Técnica
 Objeto: Cabeza de maza ceremonial.
 Época: Predinástico Tardío, "Dinastía 0". Aprox. 3100 a.c.
 Dimensiones: Alto: 25 cm.
 Material: Piedra caliza.
 Técnica utilizada: Bajorelieve.
 Ubicación: Ashmolean Museum of Art and Archaeology, Oxford. Expuesto en un anexo a la Griffith Gallery.
 Número de Registro: AN1896-1908.E3632 (AN.E3632).
 Estado de conservación: Muy fragmentada, aunque conserva gran parte de su iconografía principal.
 Yacimiento arqueológico: Hallada durante la temporada de excavación correspondiente a los años 1897-88 por los arqueólogos británicos Quibell y Green en el depósito principal del Templo de Hierakonpolis.

Conservada en el Ashmolean Museum de Oxford, esta cabeza de maza ha sido objeto de numerosos estudios, intentos de reconstrucción e interpretaciones[2], en las que los académicos no llegan a ponerse de acuerdo. En lo que sí confluyen todos ellos es en entender este documento como la “afirmación de la realeza en tanto que institución”. La atribución a un rey Escorpión también ha sido puesta en entredicho por diversos autores.

En el centro del mayor fragmento, encontramos la figura humana del soberano con una hoz en la mano; frente a él una roseta y bajo ella un escorpión. La roseta parece que se enmarca en el ámbito de la realeza, de ahí que la mayoría de autores hagan una lectura de la misma asociada al término “rey” y el escorpión al nombre del rey. Sin embargo, en esta época los nombres de los reyes se encontraban ya inscritos en un serej[3], de ahí que académicos como Menu y anteriormente Bamgaurtel[4], consideren que lo que en realidad aparece frente a la figura del rey no es su nombre sino un título o epíteto personal del mismo, de tal forma que podría leerse como “el alimentador” o “el sustentador”, epíteto que pudiera ser aplicado a Narmer y considerar que esta cabeza de maza se ejecutó realmente bajo su reinado, siendo el propio Narmer el que aparecería en ella representado y no Escorpión II, quien sería, según Menu, el antecesor inmediato de aquél.

Sin que pueda considerarse una teoría descabellada, hay que tener en cuenta que el escorpión constituyó un diseño típico en la iconografía de Época Predinástica, y la posibilidad de atribuirle un papel alimentador  por su propia naturaleza en relación con sus crías, al mismo tiempo que un aspecto peligroso como lo es su picadura usada en defensa de su prole.

Haciendo un análisis de las escenas que componen el programa iconográfico-ideológico de esta cabeza de maza, en efecto comprobamos cómo contiene numerosos elementos, símbolos todos ellos del establecimiento definitivo de la monarquía como institución, deviniendo parte de ellos en canon iconográfico en épocas posteriores y, sin embargo, desapareciendo otros elementos.

            El fragmento principal se encuentra dividido en dos registros:

1.- El primer registro lo componen una hilera de insignias, once en concreto: siete orientadas hacia la derecha y lo que queda de otras cuatro, orientadas hacia la izquierda. El proceso de centralización de poder y del territorio egipcio en la figura del rey queda de manifiesto: el soberano, con aspecto antropomorfo, contrasta con la representación de sus adversarios que dejan de ser mostrados como individuos para constituir entidades simbólicas. Los símbolos utilizados son las aves y los arcos que cuelgan de las cuerdas de las insignias (carentes ya de manos). Las aves son el futuro signo “rejyt” que servirá para llamar al pueblo en general (gente).

2.- El segundo registro es el que ha dado lugar a más interpretaciones, debido a la complejidad de su estructura.

El rey, tocado con la corona blanca del Alto Egipto, se encuentra de pie con una hoz en sus manos. El suelo sobre el que se apoya lo constituyen una serie de líneas onduladas, símbolo del agua. Frente a la figura del monarca, dos personajes imberbes y vestidos le presentan una cesta y una escoba, siendo seguido por otros dos personajes similares que portan sendos abanicos.

Sobre la línea de suelo, a la derecha del nombre o título del rey, aparecen por primera vez los portaestandartes. La apreciación más interesante que se ha hecho ha sido llamar la atención sobre cómo cuando las insignias pasan a convertirse en elementos simbólicos, es entonces cuando hacen su aparición los portaestandartes, representados como personas y además vestidas.

Tan sólo quedan los restos de dos de ellos antes de que la pieza se fragmente sin que hayamos conservado los restos, pero haciendo una comparación con la Paleta de Narmer puede reconstruirse la escena y decir que se representan en número de cuatro. Los estandartes conservan en su parte superior los elementos simbólicos que han derivado de las primeras insignias para convertirse en elementos propios y definitorios de la realeza egipcia.

Para Menu, los cuatro estandartes no sólo definen el poder regio en el tiempo y en el espacio, sino que además constituyen los “símbolos cardinales de la realeza egipcia”. Los elementos que se muestran en los estandartes son:

-          el objeto nejen, o la placenta real, símbolo del este, del nacimiento.

-         el cánido Jentiamentyu, que simboliza el occidente y, por tanto, el rey muerto y divinizado.

-          el halcón del sur

-          el halcón del norte

Estos dos últimos simbolizarían la realeza del Alto y del Bajo Egipto, además de la dualidad que caracteriza a la monarquía egipcia. 

Siguiendo con Menu, “el trayecto real está claramente identificado al del sol, desde el origen o nacimiento en el este hasta su destino, en el oeste. El estandarte Jentiamentyu está colocado antes de la placenta real, por lo que podemos deducir que la inmortalidad precede al (re)nacimiento y que la realeza es concebida desde su origen como eterna e inmanente al cosmos. Los dos halcones designan la dominación por el ejercicio de la realeza, tanto en el sur como en el norte”.

Continuando con la descripción de la cabeza de maza, detrás de los portaestandartes y constituyendo dos registros dentro del principal, unos papiros y una suerte de personajes entre los que destacan unas bailarinas y un hombre con una vara.

Más abajo, el agua se bifurca y serpentea. En sus riberas podemos ver la imagen de tres hombres desnudos y dotados de barba, que entran en contraste con las figuras humanas que rodean al rey; una palmera se encuentra plantada en un suelo irrigado y es probable que a su derecha, lo poco que queda de la imagen, sea una proa de un barco. A ambos lados subsisten los trazos de dos santuarios, quizá los santuarios primordiales del Norte y del Sur: el per-neser (o per-nu) y el per-ur.

La importancia de esta cabeza de maza radica en que, en palabras de Menu, “concretiza el paso crucial entre un Estado federal y la institución de una monarquía absoluta y sagrada”.

Además, si seguimos a Midant-Reynes, vemos que este documento ha sido objeto de dos lecturas: 

            1.- Por una parte, el problema de la unificación del territorio de Egipto.

Para numerosos autores[5], aunque no se encuentren precisamente dentro de los estudios más actuales realizados sobre este tema, esta cabeza de maza no hace sino representar la conquista del Alto Egipto sobre el Bajo Egipto. Para ello utilizan como argumentos las aves que cuelgan de las insignias, las matas de papiros y la corona blanca que porta el monarca. 

Como decíamos más arriba, las aves de las insignias devendrán en el jeroglífico Gardiner G23, rejyt, con el que será designado “el pueblo”, “la gente”. Sin embargo, en su origen, este término parece referirse tan sólo a las gentes que habitaban en el Delta del Nilo. Tal deducción surge por las matas de papiros que encontramos tras el monarca.

 El papiro representa al Bajo Egipto, mientras que el loto será el símbolo heráldico del Alto Egipto. Si a esto le añadimos el hecho de que el rey esté tocado con la corona blanca del Alto Egipto, todo llevaría a la conclusión de que lo que aquí se escenifica es el triunfo del Sur sobre el Delta.

 Esta interpretación que parece no tener en cuenta el resto de las escenas que aparecen en la cabeza de maza, nos hace pensar que quizá estos autores entendieron la hoz de las manos del rey como un símbolo de destrucción, de ahí que hasta hace bien poco, la corriente mayoritaria viese en la llamada “Paleta de las ciudades o del tributo libio” una acción destructora contra los recintos allí representados.

2.- La segunda lectura la proporciona la reunión de los elementos rey-agua-hoz, esto es, la gestión del agua por el poder “que implica de manera más o menos explícita el papel agrícola jugado por el rey[6]. Es ésta la interpretación que siguen la mayoría de los autores, desde Quibell y Green, hasta Menu.

            Para algunos académicos el rey está creando un canal, es decir, un medio de irrigación artificial de las tierras. Para otros, el rey está realizando una actividad agrícola de carácter simbólico, lo que podría implicar una gestión, una explotación, de los medios naturales para la irrigación.

            Como explica Midant-Reynes, es una cuestión a tener en cuenta ya que existen algunos investigadores[7], que consideran la irrigación artificial como un elemento fundamental en el proceso de nacimiento de los Estados. Sin embargo, y hasta el momento, en Egipto no se han hallado testimonios de irrigación artificial hasta que no hace su aparición el Estado, a no ser a pequeña escala y dentro de cada poblado, como es el caso de la conducción del agua mediante pequeños canales.

            De tal manera, Midant-Reynes invierte la cuestión y se plantea la posibilidad contraria, es decir, “si la irrigación no puede constituir un punto de referencia de la función real, podría ser la consecuencia; el rey justificando su poder mediante una mejora de la función agrícola”; el rey garante de la fertilidad. Así continúa  haciendo referencia a la ausencia del tema del rey como garante de la fertilidad en la iconografía posterior, a diferencia de otros temas que llegan a convertirse en canon, como el rey golpeando a los enemigos.

            Que una de las funciones del rey es ser garante de la fertilidad del país, es una característica, para nosotros, consustancial a lo que supone el concepto de Maat.

Quizá precisamente el hecho de que la irrigación artificial o la gestión de los recursos naturales como es el caso del agua, no resultase en Egipto un elemento primordial y “sine qua non” para el nacimiento del Estado egipcio, y sí lo fuese aquél de la dominación, conquista o pacificación, sea la causa de que la iconografía posterior retuviese el aspecto guerrero del rey olvidando este aspecto agrícola que, en realidad, quedaría subsumido dentro de un campo más amplio, a saber, la relación del rey con los dioses y su otorgamiento de ofrendas a los mismos así como la representación de aquél celebrando diversos rituales.

De hecho, el advenimiento de la monarquía ha tenido muy en cuenta las distintas realidades sociales existentes en Egipto: las sociedades de economía agraria y las de caza y pastoreo. El líder que surge de este segundo tipo de sociedad llega a ser rey gracias a sus propias cualidades. Sin embargo, llegados a este punto, el rey es investido de nuevas funciones para cuyo ejercicio necesita de las cualidades de que gozan los dioses; de ahí surge el enlace entre éstos y aquél: “la reciprocidad de las acciones reales y divinas que ocupará el lugar central en la ideología egipcia, el “do ut des” bien conocido de las ofrendas[8]”.

Recordemos que Menu ya asignó al rey representado en esta cabeza de maza el título o epíteto del alimentador, o lo que es lo mismo, el garante de la fertilidad del territorio egipcio unificado. La diferencia es que Menu identifica este rey con Narmer y no con Escorpión II, asegurando que esta cabeza de maza forma parte de un discurso de poder y de programa monárquico institucional que se complementa con la cabeza de maza ya conocida como de Narmer y con la paleta ceremonial del mismo, de tal manera que concluye:

Si admitimos que la unificación de Egipto fue realizada varios decenios antes que Narmer, se podría deducir que el proceso de reunión, en vista de la centralización del poder, ha tenido otros propósitos distintos de aquél de la conquista: pacificación (extensión de la autoridad real por las acciones de dominación) y la organización económica con, en definitiva, una definición dual del poder real y de sus expresiones (sejem y corona blanca, heqa y corona roja), recuperando la dualidad geográfica. La adopción de la agricultura, seguida de la domesticación vegetal, y la organización de la ganadería como prolongación de la domesticación animal están estrechamente implicadas en estas acciones”.

Por último, y no por ello menos importante, hay quien ha propuesto otra interpretaciones, como la fundación de ciudades, en concreto Menfis o la “distribución espacial del dominio divino” atendiendo a la conducción de agua del Nilo a un santuario.

 


[2] Menu, Egypte Pharaonique... Cialowicz, La Tête de Massue du Roi Scorpion, en Studies in Ancient Art and Civilization, Krakow. 1997. Págs. 11 a 27. Gautier y Midant-Reynes, La Tête de Massue du Roi Scorpion, Archéo-Nil 5. 1995. Pág. 87-127.

[3] Los primeros serejs hacen su aparición en la fase Naqada IIIB.

[4] Baumgartel, E. Scorpion and Rosette and the Fragments of the Large Hierakonpolis Mace Head. ZÄS 93. 1966. Pág. 9-13.

[5] Schott, S. Kulturprobleme der Frühzeit Äegyptens. MDOG 84. 1955. Vandier, J. Manuel d´Archéologie égyptienne, vol. I/1. 1952. Cialowicz, K. Les têtes de massues des périodes prédynastique et archaïque dans la vallée du Nil. Unywersytet Jagiellonski Panstwowe Wydawnictwo Naukowe. 1987. Varsovia.

[6] Midant-Reynes, B. Aux Origines De L´Égypte. Du Néolithique á l´émergenece del l´État. Ed. Fayard. 2003. ISBN: 2-213-61570-5.

[7] Wittfogel es uno de ellos (Oriental Despotism: a comparative study of total power. New Haven. 1957.) aunque para su aplicación a Egipto es criticado por Búster en Early Hidraulic Civilization in Egypt, Chicago. 1976.

[8] Menu, Bernadette. Recherches sur l'Histoire Juridique, Économique, et Sociale de l'Ancienne Égypte - volume 2. 1998, IFAO.m ISBN 2724702174.

Teresa Soria Trastoy

04/03/2007

 

Bibliografía: Libros prestados a la Biblioteca de la ASADE (Asociación Andaluza de Egiptología) por Juan de la Torre Suárez y Teresa Soria Trastoy.

Fotografías: © Todas las fotografías son propiedad de Juan de la Torre y Teresa Soria. Queda prohibida su reproducción total o parcial en cualquier medio.

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