La
familia real adorando al Aton.
El muro
izquierdo entrando a la tumba, estaría dividido finalmente
al menos en dos registros. La escena principal del registro
superior es la clásica de adoración y entrega de ofrendas al
Aton por la familia real.
La escena
es de una gran belleza por el detalle en la ejecución de
músculos y ropajes de todos ellos, pero especialmente por
conservar gran parte de la policromía original. El cielo en
el que se muestra el Aton en todo su esplendor y dotado con
el ureus y los rayos terminados en pequeñas manos que
recogen las ofrendas, protegen e insuflan vida a la familia
real, nos enseña un azul intenso todavía en la actualidad al
igual que sus cartuchos. Los rayos del Aton y sus manos
están teñidos del mismo color que la piel del rey, quizá en
un intento de ser asimilado con su padre Amenhotep III.
La policromía se extiende a los jeroglíficos que componen
los textos, las mesas de ofrendas y al resto de figuras
humanas.
En la
composición, Ajenaton, con un exagerado alargamiento del
jeperesh, frente a una mesa de ofrendas bastante elaborada
en cuya base quedan las huellas de los cartuchos de la
familia real y los propios del Aton, está junto a Nefertiti,
quien también cuenta con su propia mesa de ofrendas, aunque
de proporciones más reducidas, y con una estructura bastante
más simple que la anterior. Con ellos son representadas tres
de las hijas de ambos:
Meritaton, Maketaton y Anjesenpaaton, agitando cada una de
ellas un sistro.
Los textos
nos dicen quiénes son los actores de la representación sin
que se describa la propia acción que están llevando a cabo.
Comienza por el Aton, describiéndole como “Gran Aton
viviente, que está allí en la fiesta sed, señor de la
protección de todos los nombres reales del Aton, señor del
cielo y de la tierra, señor del dominio de Aton en Ajetaton”,
continúa hacia la derecha con los nombres del rey y sigue
con cinco columnas en donde se recogen bellos epítetos de la
reina. Debajo de ellos, los nombres de las tres niñas.
Del
registro inferior no queda hoy día más que unos trazos en
tinta negra que contenían una plegaria al Aton. Davies se
hace eco de una posible figura de Apy en este mismo registro
junto a la plegaria, aunque no parece que realmente
existiese.
Lo más
interesante de esta escena se centra precisamente en la
pareja real:
1.- Las
proporciones en las figuras reales.
Aunque es
en la tumba de Mahu en donde destaca más el tema de las
proporciones de las figuras humanas, no debiera dejar de
hacerse mención a que el estudio de la figura de la reina en
esta tumba junto con otros datos, ha permitido hacer una
distinción entre las proporciones seguidas en los primeros
momentos de la época de Amarna, y un segundo estilo del que
ésta, con la que ahora tratamos, es muestra.
Con
anterioridad a la época de Armana las figuras representadas
en pie eran configuradas en sus proporciones en base a una
cuadrícula de 18 divisiones. Como explica Gay Robins,
durante el período de Amarna se adopta la cuadrícula de 20
divisiones lo que se traduce en el ensanchamiento o mayor
estrechez de ciertas partes del cuerpo y las consecuentes
piernas más cortas de las figuras reales, resultando las
primeras etapas más exageradas, en especial en la figura de
Ajenaton.
2.- La
ofrenda al Aton.
La
presentación de Maat era un ritual de exclusividad real,
cuyo fundamento principal tenía su base en la idea de la
legitimidad real recibida de los dioses, es decir, la máxima
forma de expresión de legitimación para su acceso y
permanencia en el trono de Egipto. El hecho de que el
oferente esté tocado, a menudo, con el jeperesh, confirma
más esta teoría de la legitimación.
Por otra
parte, la ofrenda de Maat puede interpretarse como la
ofrenda por excelencia, que subsume a todo el resto.
La
presentación u ofrenda de Maat aparece, iconográficamente
hablando, durante el reinado de Tutmosis III, siendo la
representación más temprana la que podemos ver en el Ajmenu
o Sala de Festivales de Karnak.
Este
ritual será recogido en los templos y tumbas; en este último
caso hay ejemplos procedentes tanto de tumbas reales como de
particulares, aunque el significado difiere de lo
especificado más arriba en el caso de los particulares, ya
que cumplen funciones meramente funerarias.
Las
escenas presentan a un donante que habitualmente es el rey,
el rey divinizado o un dios, aunque este último ejemplo es
el más escaso. El donante puede ir acompañado de un séquito
de ayudantes habitualmente en número de dos o tres que se
concretan en dioses u otros personajes, normalmente miembros
de la familia real. El donatario es un dios, excepto muy
pocos casos, que puede estar acompañado al igual que el
donante.
Junto con
esta ofrenda de Maat, encontramos otra representación
similar que consiste en la presentación del nombre. Este
ritual tan sólo supone una igualdad entre el nombre
presentado y Maat en los ejemplos ramesidas y, según algunos
autores, en dos excepciones dentro del período de Amarna,
siendo una de ellas precisamente esta escena que nos ocupa.
El rey y
la reina presentan, con los brazos elevado, al Aton, una
base sobre la que se encuentran, en el caso del rey, los
cartuchos del Aton flanqueados por dos figuras masculinas
con tres plumas en la cabeza más sendos ureus
y, en el caso de la reina, la misma base con semejantes
cartuchos y a un lado una figura sedente con una corona
similar a la propia de Nefertiti con un ureus en la frente,
es decir, la propia reina.
Citando a
Emily Teeter,
las escenas de la época de Amarna en las que se presenta el
nombre del rey al Aton, conmemoran la veneración de éste por
el rey y la reina sin equiparar la donación a la diosa Maat.
Sin embargo, en esta tumba de Apy, “las múltiples plumas
de Maat
sugieren, en esta escena, que es el rey quien es asociado
con Maat en lugar de la ofrenda”.
Por su
parte, Murnane
identifica las figuras adjuntas a los cartuchos que presenta
Ajenaton con Shu (el rey) y Tefnut (la reina).
Si nos
fijamos bien en las figuras que flanquean los cartuchos del
Aton en el caso del rey, ambas aparecen en su forma
infantil, con la coleta al costado, de semejante iconografía
que las propias hijas de la pareja real. Esto parece indicar
que Murnane está bastante acertado con su interpretación,
dado que Shu y Tefnut son hijas de Atum, el dios creador que
en época de Amarna sería sustituido en esta faceta creadora
por el Aton.
Por otra
parte, no podemos olvidarnos de las plumas. Shu tan sólo
tiene como elemento característico una pluma y Tefnut no
está asociada de manera alguna a este elemento, por lo que
es evidente que pueden hacer referencia a Maat. De esta
manera la ofrenda estaría compuesta por la Tríada Aton, Shu
y Tefnut. Teniendo en cuenta que habitualmente Nefertiti se
asocia con Tefnut y Ajenaton con Shu, la referencia a Maat
podría interpretarse como que ambos viven en Maat o,
incluso, como especifica la propia titulatura primitiva del
Aton, “que viva el dios hermoso quien se regocija en Maat”,
en una clara referencia al propio Aton, comprendiendo así
los principales elementos que lo definen en sus primeros
tiempos: Maat, Shu y Ra-Horajty. Si atendemos a esta
interpretación, no sería el rey el que se identificase con
Maat, sino de nuevo una muestra de la veneración del rey al
Aton, al igual que en el caso de presentación de los
cartuchos por la reina.
Sin
embargo, no podemos obviar los urei y el hecho de que ambas
figuras están representadas en su forma masculina. La
identificación de aquéllas con el rey y, al mismo tiempo, la
asociación del rey con Maat parece evidente, por tanto, la
interpretación de Emily Teeter es la que nos parece más
correcta.