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ESCENAS DE CAZA Y PESCA EN LAS

TUMBAS TEBANAS PRIVADAS DE LA XVIII DINASTÍA

 

(Artículo publicado en la "Revista de Arqueología del siglo XXI", año XXVI, nº286)

 

 

 

LAS ESCENAS DE LA “VIDA COTIDIANA”

 

 

Desde el primer momento que entramos en contacto con la civilización egipcia, lo que llama poderosamente nuestra atención son las moradas de eternidad que se procuraban tanto reyes como particulares prácticamente desde el momento en que nacían, debido a una supuesta obsesión mal entendida con nuestra mentalidad occidental, la muerte. Sin embargo, estas tumbas no son el reflejo sino de una forma de pensar totalmente contraria a la antedicha, es decir, la obsesión por la vida, por vivir más allá de la muerte, y de ahí el nombre de “moradas de eternidad”.

 

Todas las pinturas y relieves que cubren las paredes de las tumbas reales o civiles, lejos de ser una mera decoración, suponen una ayuda para el difunto en su viaje al más allá o el medio de subsistencia para la otra vida.

 

Si partimos de esta premisa y la aplicamos a las tumbas de nobles y trabajadores podemos llegar a la conclusión de que las escenas que hemos venido en llamar “de la vida cotidiana” no lo son estrictamente en tal sentido, es decir, a pesar de que estudiándolas podemos conocer cómo era elaborada la cerveza, el vino o distintas clases de panes, o cómo se fabricaba un barco o se trasladaban determinados elementos constructivos, e incluso los juegos con los que se divertían niños y mayores, o sus deportes favoritos, lo cierto es que muchas de ellas, si no todas, constituyen por sí mismas un símbolo de aquello que espera el difunto, esto es, su propio renacimiento a la otra vida en el más allá, al mismo tiempo que estas mismas escenas encierran una finalidad en parte de su representación, o en su conjunto, tendente a evitar acciones que dificulten ese paso a la nueva vida.

 

Es en este contexto en donde debemos incluir las escenas que en este artículo desgranaremos intentando conocer su simbolismo con respecto al lugar en el que se hallan representadas: las morada de eternidad.

 

Por otra parte, y como veremos al hablar del referido simbolismo, estas escenas gozan de un origen tan ancestral, en aquél sentido, que se remonta a los conocidos Textos de las Pirámides, en cuyas Declaraciones se relata, entre otros temas relacionados, cómo el rey es dotado de la habilidad para cazar con el bastón arrojadizo al igual que lo hizo su padre Osiris.

 

 

La representación del difunto cazando aves y pescando en los pantanos, si bien es cierto que se restringe, salvo una excepción (en el caso de la WV o KV 23 perteneciente a Ay) al ámbito funerario privado y no real, sin embargo no resulta ser exclusiva de las tumbas tebanas de la XVIII Dinastía. Ya en el Imperio Antiguo podemos encontrar motivos semejantes como lo son las de las tumbas numeros 25 y 26 pertenecientes a Meju y Sabni, gobernadores en Asuan durante el reinado de Pepi II en la VI Dinastía. La tumba de Anjtifi en El-Moalla, datada en la X Dinastía, contiene también una escena semejante.

 

Durante el Imperio Nuevo también las encontramos en Tebas occidental dentro de tumbas como las de Simut (TT A24), Puiemra (TT 39), Amenemhat (TT 53), Menna (TT 69), Horemheb (TT 68), Najt (TT 52) o aquéllas de la tumba de Nebamon (TT 90). Sin embargo, en Época Ramesida desaparecen tanto éste como otros temas típicos de las tumbas privadas de la XVIII Dinastía.

 

DESCRIPCIÓN Y UBICACIÓN EN LAS TUMBAS

 

La escena del difunto cazando aves siempre va acompañada ineludiblemente de la escena de pesca en una composición obligadamente simétrica y una frente a la otra o ambas seguidas dentro de las capillas de las tumbas de nobles y civiles, ubicándose, durante la Dinastía XVIII, en la sala transversal de la capilla de la tumba o en la sala longitudinal de manera que, en este último supuesto, la forma alargada que toma la escena se ajuste al tamaño del muro. Aunque generalmente suelen aparecer en el muro opuesto a las escenas del funeral, hay numerosos ejemplos que indican no ser una regla estricta, pudiendo aparecer en otras zonas de las capillas.

 

En el centro de la composición crece una mata de papiros que separa las dos escenas formando, al mismo tiempo, parte de las mismas y llena de aves, insectos y algún que otro animal como el caso del ichneumon. A ambos lados de la mata de papiros se encuentra el difunto en posición erguida sobre sendas pequeñas canoas hechas de papiro. En una, el fallecido ha sido representado en el momento exacto en que va a lanzar el bastón arrojadizo contra un grupo de patos, con una pierna adelantada, en una mano el bastón y en la otra una ave que le sirve de reclamo. En la otra canoa, el propietario de la tumba se muestra en el instante preciso en el que ha conseguido arponear uno o dos peces (tilapia nilótica).

Junto al difunto, en ambas actividades y en las mismas canoas, se encuentra su familia, los niños y la esposa, que abrazan a aquél, están sentados sobre sus rodillas en actitud de espera o ayudando en la realización de estas actividades. También como ocupantes de la canoa podemos ver a un gato, que en ocasiones juega con el difunto y en otras intenta atrapar los patos, y habitualmente a un pato u oca en la proa de aquélla.

 

El Nilo, mostrado en sección, se encuentra repleto de peces, animales y algún que otro cocodrilo. Para terminar, la escena se completa con columnas de jeroglíficos en las que se relaciona a todos o la mayor parte de los participantes incluyendo sus nombres, epítetos y títulos, además de describir la acción que se lleva a cabo.

 

LA ESCENA COMO DEMOSTRACIÓN DE ACTIVIDAD COTIDIANA CON PROYECCIÓN DE ETERNIDAD

 

Con la descripción anterior es fácil interpretar estas escenas como la captación de un momento muy concreto, posiblemente el más álgido, de lo que ocurría en la vida del ahora difunto realizando estas acciones. Se muestra así una típica excursión familiar a los pantanos en la que se disfruta de actividades lúdico-deportivas.

 

 

Sin embargo, nos encontramos ante una escena carente totalmente de naturalismo: las canoas son de dimensiones excesivamente reducidas como para no zozobrar o incluso hundirse con el propio difunto, ya no por su tamaño, sino por el movimiento que el desarrollo de la acción implica; y si esto es así, qué decir de todos aquellos elementos humanos y/o animales que acompañan a aquél en la misma canoa. Hasta el ichneumon se encuentra en equilibrio en los tallos de una planta como el papiro que de ninguna manera podría aguantar ni su peso, ni los nidos de las aves que en ellos se asientan.

 

Igualmente, hay un detalle que nos hace inclinarnos a pensar que no sólo estamos en presencia de una representación de la realidad, cual es el hecho de que la esposa acompañe al marido en sus actividades deportivas, cuando la regla general era precisamente lo contrario. Aparecen, además, ciertos elementos muy significativos desde el punto de vista simbólico, mitológico, e incluso útiles o necesarios para que el difunto consiga llegar a disfrutar de su vida en el más allá.

 

De esta manera, encontramos que los productos de la caza y la pesca bien pudieran representar y suponer el alimento eterno del fallecido-renacido, así como referencias, algunas bastante explícitas, a la sexualidad y fertilidad en tanto que renacimiento.

 

SEXUALIDAD Y RENACIMIENTO

 

Estas escenas contienen numerosas alusiones a la sexualidad encauzadas al renacimiento de la persona fallecida. Es necesario entender, como hemos adelantado más arriba, que las imágenes eróticas y de renacimiento están imbuidas dentro del concepto de la unión sexual del hombre y de la mujer a través de la cual surge la vida y produce, con esa unión eterna, el renacimiento del difunto.

 

Las escenas en sí mismas de caza y pesca suponen un eufemismo de la actividad sexual tal y como se describe en el Kemyt (Sección 8), composición diseñada aparentemente para enseñar a un aprendiz recursos estilísticos al escribir, datada en el Imperio Medio.

 

Del mismo modo, Westendorf ha sugerido la creación por parte de “los artistas” de un posible juego visual entre dos significados de la palabra    qmA (Urk. IV 85,2), en egipcio “arrojar (el bastón)” o “crear” (Urk. 164,12). Lo mismo ocurre con la palabra    sti, “lanzar (el arpón)” (Kahun 1, 4) y    sti “crear” (Ptahhotep 204-P. Prisse 7, 11).

 

Indudablemente encontramos así el sentido de la representación de la esposa del difunto y de los hijos junto al propietario de la tumba: la mujer como principio femenino del universo, de la creación del mismo, y los hijos como símbolo de la fertilidad del hombre y de la mujer. Esta unión en el más allá asegurará el renacimiento del propio difunto.

 

Relacionada, igualmente, con la sexualidad y el erotismo está la vestimenta, joyería y peluca de la esposa del difunto, aunque no sólo en este tipo de escenas sino también en todas las del Imperio Nuevo, como por ejemplo en otras que conocemos con el nombre de “banquete funerario”.

 

Recreación erótica, creación y renacimiento mítico queda también recogido en la localización de la escena. Los pantanos se asocian a Hathor en la medida en que cuando es representada en su forma de vaca lo es emergiendo de un matorral de papiros, forma en la que normalmente se manifestaba, dado que la encarnación de esta diosa no lo era en la vaca doméstica sino en la vaca salvaje de las ciénagas, su hogar. Incluso la ceremonia de recogida del papiro se llevaba a cabo en su honor. Pero el escenario pantanoso también puede entenderse como el océano primordial, el pantano de papiros del que surge la colina primordial en donde tendrá lugar la concepción de la vida. Y es en estas concepciones de la creación del mundo en donde debemos encajar igualmente otro elemento que se repite continuamente en estas escenas: el loto.

 

La divinidad infantil Nefertem nace de un ramo de loto surgiendo de las aguas primigenias. Nefertem, de esta forma es identificado con el dios sol y simboliza tanto la regeneración como el renacimiento implícito en la función mítica del loto dentro de la creación. Por analogía, de la misma manera que el loto con una cabeza humana saliendo de él simboliza la salida diaria del dios sol, de su regeneración diaria, esa misma flor simboliza la regeneración o el renacimiento del difunto. Así, en el Libro de los Muertos, en los Capítulos 81 A y 81 B, encontramos una referencia explícita al renacimiento del fallecido bajo la forma de un loto; estos capítulos están ilustrados precisamente por un loto del que emerge una cabeza humana:

 

“Capítulo 81 A.- Fórmula para tomar el aspecto de un loto: Palabras dichas por N. Soy el loto puro que sale llevando al Luminoso, el que está unido a la nariz de Ra. He descendido a buscarlo para Horus. Soy (el loto) puro que brota de la pradera pantanosa”.

 

Y es en estas escenas de caza y pesca en donde aparecen representados también los lotos, a menudo en gran cantidad, en manos de la familia que acompaña al difunto, ya sean su esposa o hijos, con lo que de nuevo nos encontramos ante un símbolo de renacimiento del difunto.

 

Asimismo, en la descripción de la escena referida más arriba hemos mencionado una serie de animales que otorgan a la escena el carácter simbólico y mitológico de renacimiento, la tilapia nilótica, y de sexualidad implícita, el gato, y la oca o pato en la proa de la canoa de papiro.

 

Tanto la oca como el pato y el gato, son otro indicio más de la erótica de la escena, animales que se encuentran habitualmente utilizados como motivos decorativos en instrumentos relacionados con ese simbolismo como los artículos de tocador, instrumentos musicales y otros objetos íntimos.

 

En cuanto a la tilapia nilótica, el pez o peces arponeados por el difunto en la escena de pesca llamado “inet” en antiguo egipcio, es una especie con una costumbre muy particular que llamó la atención de los antiguos egipcios, de tal forma que lo consideraron como un verdadero símbolo de renacimiento. La hembra de esta especie goza de la facultad, ante un peligro eminente para sus crías, resguardarlas en el interior de su boca para, una vez pasado el peligro, volverlas a dejar salir expulsándolas. Los egipcios pensaban que la madre devoraba a las crías y renacían de su interior, de ahí el interés que tiene esta representación para el fallecido con pretensiones de obtener una vida después de su muerte. Este pez junto con el “abdyu” están relacionados con el renacimiento del sol y, de hecho, en el Capítulo 15 del Libro de los Muertos se hace referencia a él: “...Has subido al cielo, has atravesado las aguas celestiales, te has asociado a las estrellas,... Has visto al pez “inet” en su (verdadera) forma, sobre la verde ribera, has visto al pez “abyu” cuando sale a la luz...”.

 

LA LUCHA CONTRA LAS FUERZAS DEL CAOS Y EL TRIUNFO DEL ORDEN

 

 

En principio era el caos. Nun personificaba las aguas primordiales, de las que surge la colina primigenia y el dios sol creador de la vida. Pero el caos para los egipcios no venía referido tan sólo a esa concepción del mundo, sino que era la causa de que les llevase a la creencia de que Egipto era el orden, que debía mantener el rey gobernando conforme a la Maat, y el resto era el caos dominado por los enemigos de Egipto; la tierra fértil del Valle se contraponía al desierto en donde se manifestaban abiertamente las fuerzas del caos a través de los animales salvajes que luchaban despiadadamente entre ellos y a los que debía combatir simbólica o realmente el rey. Representante y personificación de este caos era el dios Seth, oponiéndose a la armonía de Maat, y asesino, según la leyenda, de su hermano Osiris.

 

Esta lucha contra las fuerzas del caos tendente a hacer prevalecer el orden que debe dominar para que tenga lugar la regeneración del difunto también se manifiesta en las escenas de caza y pesca, de manera que el difunto se ayuda de ciertos elementos que le ayuden a sortear las dificultades y peligros que podrían interferir en la consecución de su renacimiento. El caos se representa a través del grupo de aves salvajes; su caza, el gato que intenta atraparlas y el ichneumon que trata de comerse sus huevos serán los medios que utilice el difunto en su ayuda para la consecución de sus fines.

 

El Herpestes Ichneumon, o meloncillo, es un pequeño roedor similar a una mangosta que ataca a las serpientes, por lo que es un aliado más para la regeneración diaria del sol, y se come los huevos de los cocodrilos. En el antiguo Egipto fue asociado al dios sol y honrado especialmente durante los períodos Tardío y Greco-romano. En estas escenas de caza y pesca suele representarse sobre los tallos de los papiros intentando robar los huevos que están en los nidos de los patos o sustrayendo polluelos. De igual forma ayudaría al difunto a obtener su renacimiento.

 

En relación al gato presente en todas estas escenas, de nuevo es un animal cargado de un fuerte simbolismo sexual, aunque existen diversas teorías sobre su aparición en este tipo de escenas. Según Malek, el gato era utilizado por el cazador para hacer salir a las aves de su escondite, sin necesidad de entender su presencia en la escena como símbolo, sino como un elemento naturalista más. En semejante sentido, Bastin argumenta que la causa de su representación obedece a ser uno de los animales que fácilmente se pueden encontrar en las zonas pantanosas.

 

Indiscutiblemente para otros muchos autores, tanto como para la autora del presente artículo vistos todos los elementos simbólicos a los que venimos haciendo referencia, el gato tanto iconográfica como mitológicamente muestra dos aspectos eróticos y agresivos que le hacen relacionarse directamente con la diosa Hathor, al mismo tiempo que juega el papel de destructor de los enemigos del dios sol, el Gran Gato que vence a Apofis, el principal adversario de Ra que intenta embarrancar la barca de éste en su viaje nocturno hacia la regeneración diaria.

 

Es de destacar un trabajo recientemente realizado y publicado sobre el ojo dorado del gato que aparece representado en la escena de caza de la tumba de Nebamon, fresco hoy conservado en el British Museum con el número de registro EA 37977. El trabajo de Miller y Parkinson titulado “Reflections on a gilded eye in “Fowling in the Marshes”, revela cómo la pupila del gato mostrado en la referida escena era de color dorado gracias a la utilización de una fina lámina de oro. Los autores llegan a la conclusión, evidente por otra parte, del simbolismo del gato en este tipo de escenas, mientras que por otra relacionan al gato con Hathor esta vez en su forma de “Hathor el Ojo Solar” argumentando que el hecho de encontrar la lámina dorada en su pupila “sugiere una lectura del gato no sólo como un compañero doméstico sino también como una alusión a Hathor, el Ojo Solar, evocando el eroticismo de la potencia eterna, el renacimiento y el triunfo sobre las fuerzas hostiles”.

 

Por último, es el propio difunto el que se encarga de luchar contra estas fuerzas simbolizadas en los patos salvajes con la acción de arrojar el bastón, imitando la facultad del Osiris resucitado de cazar aves según relata la leyenda osiriaca.

 

LOS TEXTOS DE LAS PIRÁMIDES Y LA RESURRECCIÓN DEL REY

 

 

Como adelantamos, podemos retrotraernos a los Textos de las Pirámides para encontrar un significado a este tipo de representaciones en las tumbas privadas tebanas de la dinastía XVIII. De esta forma encontramos distintos pasajes como los que siguen, en donde la pesca, los patos e incluso el lanzar el bastón arrojadizo ya están recogidos, comparando el vuelo de los patos gracias a sus alas con la ascensión del rey al cielo:

 

- Declaración 207.- (124) ... ¡Una comida para mí, Oh cazador de aves que estás en el Ojo del Dios! Oh mayordomo,  trae agua y enciende el fuego, porque el trozo de pierna está con la carne asada – 4 puñados de agua.

 

- Declaración 553. Texto de “resurrección”.-  ... (1358) Esta ida tuya es como la del sucesor de Osiris; tus pies marcan su danza (¿?) para ti, te traen tus festivales, porque tus blancos dientes son las garras de La de la Montaña Cerastes... (1362) “¡Saludos, Oh Rey!” dice Isis; “¡Sé bienvenido, Oh Rey!' dice Neftis, porque ellas vieron a tu padre Osiris ese día de la caza con un bastón arrojadizo. Que las capillas que tu ba fundó sean exaltadas”.

 

- Declaración 573. El Rey sube volando al cielo.- (1484) Alguien sube volando desde vosotros, Oh hombres, como hacen los patos,  Él arranca sus manos de vosotros como lo hace un halcón, Él se ha alejado de vosotros como lo hace un milano, El Rey está a salvo de aquel que era obstructivo en la tierra, El Rey se libera de aquel que le atacó.

 

 El Rey vuela al cielo como un pájaro.- Mi sitio está contigo, Oh Ra, y no se lo daré a nadie más; (461) Yo ascenderé al cielo hacia ti, Oh Ra, porque mi cara es la de los halcones, mis alas las de los patos y mis garras los colmillos de El de la Montaña Cerastes.

 

- Declaración 536. Texto de “resurrección”.- ... Él ha venido a ti su padre, ha venido a ti, Oh Geb; (1297) haz por él lo que tú hiciste por su hermano Osiris el día de tu pesca concluida fuera del agua para poner los huesos en orden y para hacer firmes las plantas de los pies y limpiar sus uñas superiores e inferiores, de forma que el Cónclave del Sur y el Cónclave del Norte puedan llegar a él inclinando [...].

 

- Declaración 469. El rey se une a la barca solar.- ... (908) Estoy sano y también mi carne, esto va bien conmigo y con mi nombre; Vivo y también mi ka. Él disipa el mal que hay ante mí, elimina el mal que está tras de mí, así con los bastones arrojadizos de Aquel que preside sobre Jem, que eliminan el mal que está ante él y disipan el mal que está tras él.

 

CONCLUSIÓN

 

Volviendo a la introducción con la que hemos comenzado este artículo, y tras leer todo el simbolismo que se recoge tan sólo en estas dos escenas de las numerosas que eran representadas en cada tumba, vemos que efectivamente la obsesión de los antiguos egipcios era la vida presente y la vida más allá de la muerte para lo cual la persona necesitaba de una regeneración al igual que el sol lo hacía diariamente tras su viaje nocturno por el inframundo.

 

Estas escenas de caza y pesca en los pantanos pueden y deben relacionarse, por tanto, con otras como las de caza en el desierto, en tanto que lucha contra las fuerzas del caos que evitan la posibilidad de regeneración del difunto, las escenas del llamado “banquete funerario”, en cuanto al erotismo y sexualidad en relación igualmente con la fertilidad y renacimiento, así como con las escenas de la caza del hipopótamo, aun cuando este animal hubiese ya desaparecido de los pantanos de Egipto.

 

El erotismo, la sexualidad, los elementos mitológicos, en definitiva, cualquiera de los contenidos que compongan una escena no debe tomarse tan sólo en el sentido estricto de representación de una actividad concreta realizada por el difunto durante su vida o un momento preciso de la misma, sino como un todo dirigido a la consecución del fin último de una persona, la vida más allá de la muerte, una nueva vida en los Campos de Aalu.

  

Temas anexos

LA ESCENA DE CAZA EN EL DESIERTO

   

cazapesca_desierto_tt56userhat.jpg (34268 bytes)Se trata de un tema elegido especialmente durante el reinado de Tutmosis III y podríamos, al igual que las escenas de caza y pesca, considerarla como una muestra más de las actividades deportivas que se realizaban esas épocas del antiguo Egipto, pero la comentada lucha contra las fuerzas del caos se manifiesta abiertamente en esta escena. El paisaje del desierto es sugerido por el color rosáceo de las onduladas dunas de arena junto a una escasa vegetación diseminada por la composición. El paisaje muestra, en principio, una sensación de calma idílica gracias a las actitudes de los animales: unos descansan, las gacelas están representadas en el mismo instante de dar un salto; pero si nos fijamos bien, esa calma es rota por toros salvajes, hienas, avestruces, liebres y otros animales huyendo del cazador quien, montado en su carro, lanza flechas con su arco contra los animales a los que persigue siendo recogidos por los sirvientes de aquél.

 

Esta escena la podemos encontrar en la parte final de los muros de la sala transversal en las tumbas tebanas de la XVIII Dinastía, aunque la zona de la capilla más comúnmente elegida para su representación es el muro derecho de la sala longitudinal junto con los ritos funerarios.

 

SIMUT EN LOS PANTANOS

 

cazapesca_ttA24_simut.gif (108343 bytes)J. Gardner Wilkinson, en su obra “Los Egipcios, su vida y costumbres” (Manners and Customs of the Ancient Egyptians) recoge este dibujo copiado de la tumba de Simut (TT A24), en Dra Abu el-Naga, que vivió durante el reinado de Amenhotep III (XVIII Dinastía). Algunas conclusiones y descripciones de este autor no son las correctas, dado que el autor lo entendió en su momento como el arte de la caza y la pesca en el antiguo Egipto sin hacer referencia a ningún tipo de simbolismo, pero a pesar de ello hemos tomado el gráfico con su propia numeración para la descripción:

 

1.- Simut en posición de lanzar el bastón con un ave de reclamo.

2.- Su hijo amado, en la proa de la canoa, con un nuevo ave preparada para reclamo y entregándole a su padre un bastón.

3 y 4.- Su hijas o hermanas.

5.- Otro hijo de Simut con un pato en la mano.

6.- Pato u oca en la proa con su propio nido representado por un huevo.

7.- Ichneumon sustrayendo un polluelo de uno de los nidos.

8.- Las dos “tilapia nilótica” arponeadas por Simut.

9 y 10.- Patos salvajes y otras aves e insectos como mariposas y libélulas.

11.- Simut con el arpón en sus manos.

12.- La hermana de Simut preparando un nuevo arpón.

13.- Su hijo sosteniendo otro arpón en una mano y, en la otra, varios de los peces ya pescados. El gato se sube al faldellín de Simut.

14 a 20.- Diversas especies fluviales en el Nilo mostrado en sección.

UN REY CAZANDO PATOS

 

cazapesca_aykv23.jpg (37685 bytes)La única representación regia de la escena de caza de aves en los pantanos la encontramos en la tumba KV o WV 23 perteneciente a Ay, rey de finales de la XVIII Dinastía (1.327-1.323 a.C.), sucesor en el trono de Tutanjamon. En una doble escena, en pésimas condiciones de conservación a causa de los daños infligidos intencionadamente y un tanto distinta de las nobles tebanas, se muestra a Ay de pie en la preceptiva canoa con un bastón arrojadizo en una de sus manos y cuatro patos en la otra que sirven de reclamo para aquellos a los que intenta dar caza. A su derecha y separado por la típica mata de papiros sobre la que se ven tres hileras ordenadas de patos salvajes, Ay pasea con su esposa Tiy en otra canoa.

 

Si el motivo de esta representación en la capilla de una tumba real lo es por no pertenecer Ay al linaje real de la XVIII Dinastía, o por si la tumba no hubiera sido en un primer momento pensada para albergar el cuerpo de este difunto, es un tema excesivamente extenso como para tratarlo aquí, tan sólo tener en cuenta que es el único motivo similar que se ha hallado en la capilla de una tumba real hasta el momento.

 

cazapesca_tablilla01.jpg (28156 bytes)cazapesca_tablilla02.jpg (70318 bytes)El reciente descubrimiento de la llamada “tabla del aprendiz” en la capilla de la tumba TT 11 de Dyehuty, en Dra Abu el Naga, muestra, en posición invertida y en su reverso, lo que puede ser el boceto de parte de una futura escena para una posible capilla de una tumba real: un rey anónimo tocado con la corona roja del Bajo Egipto sosteniendo en una de sus manos un pato como reclamo, mientras que con la otra alzada se dispone a lanzar el bastón arrojadizo. Según el Director de la Misión, José Manuel Galán, la “tabla del aprendiz” puede ser datada en época de Tutmosis III (1.479-1425 a.C.) o de Hatshepsut (1.473-1458 a.C.), esto es, en la XVIII Dinastía pero al menos más de cien años antes que la contenida en la tumba de Ay.

 

Autora: Teresa Soria Trastoy

BIBLIOGRAFÍA

 

Bastin, J. Chats chasseurs et chasts chassés. 1991, 49-54.

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Frankfort, Henry. Reyes y Dioses. 2001. Alianza Editorial, S.A.

Lara Peinado, Federico. Libro de los Muertos. 1993. Editorial Tecnos, S.A.

Malek, J. The Cat in Ancient Egypt. 1993. London. British Museum Press.

Maniche, L. The Tombs of the Nobles at Luxor. 1989. AUCP.

Miller, E. y Parkinson, R.B. Reflections on a gilded eye in “Fowling in the Marshes, artículo en “Colour and Painting in Ancient Egypt”. V.A. (y editado por Davies, W.V.). 2001. The British Museum Press.

Robins, Gay. Las Mujeres en el Antiguo Egipto. 1996. Ediciones Akal, S.A

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Wilkinson, R.H. "The Complete Gods and Godesses of Ancient Egypt". Thames and Hudson. 2003.

 

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