Egiptomania.com, es un portal de Egiptologia en el que puedes encontrar amigos interesados en el antiguo Egipto, sus faraones, piramides, tumbas, momias, escritura jeroglifica, mitologia, ciencia, historia, arte o geografia, y ademas puedes inscribirte en su lista de distribucion de correo y recibir constante informacion sobre Egiptologia.Los Elegidos

Relatos Egipcios

Principal ] Arriba ] [ Los Elegidos ] La piedra de Nubia ] Por los pelos de Jawim ] Waty, el escriba (I) ] Duelo de Poder ] Retorno a Menfis ] Ptahemheb, el hombre que jugó a ser un dios ] A la sombra del Ramesseum ] El corazón de los faraones ]

 

1-  Aspirante a escriba.

 

- Levántate Amsy. No quiero que llegues tarde precisamente hoy.

- ¿Qué hora es, madre?

- Falta poco para que amanezca, aséate bien y ponte esta ropa limpia, has de ir presentado con dignidad en tu primer día. Tienes un tazón de leche con miel e higos secos en la cocina esperándote, date prisa.

       

 Amsy se levantó aún medio dormido, se aseó y vistió con cuidado. Después del desayuno la madre volvió a hacerle las mismas preguntas de los días anteriores.

 

- ¿Sabes las palabras que tienes que pronunciar al guardián de la puerta? 

- Lo sé, “Deseo ver al escriba de Maat”.

 

 La madre responde:

 

- Entonces te preguntará el guardián: “¿Quién eres para atreverte a pronunciar su nombre, para solicitar una entrevista con tan alto personaje?”. Y has de responderle...

 

- También sé eso madre, le responderé: “Soy Amsy, hijo de Nempuy el que habita en el reino de Osiris y de Nebet la tejedora”. “ Deseo instruirme en las enseñanzas de Thot como en su día hizo mi padre”.

       

- Espero que seas digno sucesor de tu padre, él te guiará desde el otro mundo en la práctica de La Regla. Todavía eres demasiado joven para afrontar los retos de la vida, así como las dificultades en la enseñanza de los textos sagrados.        Has de poner el alma en lo que tus ojos perciban, en los que tus oídos recojan. Deja que el corazón guíe tus respuestas. Confía en la práctica de lo armonioso...

 ¿Quieres atenderme? Esa no es forma de comenzar jovencito, si no prestas atención a los maestros poco tiempo va a durar tu instrucción. ¿Deseas ser un simple trabajador al servicio de las obras del Rey, o dirigir tú mismo los trabajos?. Piensa en ello.

 

 El chico se disponía a salir, iba a darle un beso a su madre cuando esta le lanzó la última pregunta.

 

- ¿No te olvidas de algo?

- Es verdad, dijo Amsy, los cultos.

      

 Entró en el pequeño recibidor de la planta baja y se colocó en la posición del escriba frente a las estatuillas de Thot y Nempuy. Tomó la paleta y el cálamo, derramó dos gotas  de agua por cada uno de ellos y trazó unos jeroglíficos torpes en los que se comprometía a ser digno representante de la profesión de escriba, firmándola a continuación. Después depositó el papiro en el altar doméstico entre las estatuillas veneradas.

 

 Amsy salió de casa cuando el sol asomaba tímidamente. Iba lleno de esperanzas en lo que había de ser su nueva vida al lado de los sabios. Estaba seguro de su ingreso, ya que no sólo le bastaban las buenas intenciones para  formar parte de la escuela de escribas menfita.

 

 El hecho de ser huérfano de padre funcionario reputado le abría más puertas que a los otros chicos del barrio. También era notoria su inclinación desde muy pequeño por los textos que se conservaban en casa.

 

 Utilizaba con soltura la paleta de escriba heredada y era capaz de leer algunos textos sencillos sobre la organización de los canales. Conocía perfectamente lo que le esperaba como trabajador manual al servicio del estado. Trabajos mal pagados en la construcción. O quizás campesino, pescador, panadero o cervecero. No es que sintiera desprecio hacia esas profesiones, ni mucho menos, pero era consciente también de las ventajas de una carrera.

 

 Su padre se había esforzado por crear una familia donde no se pasaran necesidades básicas. Por eso estudió para escriba. Una enfermedad acabó con su vida cuando Amsy sólo tenía cuatro años, dejándolos en una situación algo precaria.

 

 Por suerte la madre se empleó fácilmente  como tejedora de lino real. Eso también era ventajoso para mover ciertas influencias si se daba el caso. Aunque no nadaban en la abundancia, tampoco pasaban apuros, por lo que el niño iba a poder seguir la carrera de su padre.

 

 Contando diez años de edad, con un nudo en la garganta, una pelota en el estómago y un amasijo por cerebro cruzó el umbral que separa a la niñez de la adolescencia. “Que todos los dioses mayores y menores se apiaden de mí, me hará buena falta”.

 

 Dos años más tarde ya gozaba de mucha soltura en la lectura jeroglífica y dominio pleno en la escritura hierática más fácil y rápida. Los educadores estaban seguros de haber elegido bien al aspirante. De seguir a ese paso alcanzaría el conocimiento de la lengua sagrada en la mitad del tiempo que los otros estudiantes.

 

 También quiso el destino que se encontrara allí con Mhetperé, un alumno menos aventajado que él en la escritura que, no obstante, demostraba buenas dotes para el mando, afición  a la política y pasión por los bienes materiales, con lo que no se pretende insinuar que fuera obtuso al conocimiento ancestral. Lo que ocurre es que apuntaba muy alto en las aspiraciones futuras.

 

- ¡Qué antipática me resulta esta costumbre de raparnos las cabezas como calabazas!- protesta Mhetperé ante su compañero.

- Es la tradición -contesta Amsy- si no pasamos por la ordenación sacerdotal de primer grado, no podemos aspirar a escribas. Así está escrito en los textos más antiguos.

- ¿Y si los textos se equivocan?. Estos cascarrabias no dan un paso ni toman decisión alguna sin pasar antes por la Casa De La Vida. Como si todo lo que hay escrito de antiguo fuera la solución a los problemas actuales.

- Chisssst, cállate Mhet, ya sabes lo que puede ocurrir si nos escuchan hablando así.      

- Siempre lo mismo, bbrrrr, el día que obtenga el título de escriba todos estos no me verán el pelo -responde Mhet. A lo que Amsy contesta con ironía:

- El pelo tampoco se te ve ahora.

 

 Los dos se ríen de buena gana mientras caminan hacia la clase de historia divina y semi divina.

 

 A punto de concluir con ventaja los estudios de escriba, Tonthep el director del centro cita a Amsy en su despacho.

 

- Creo saber que prefieres un puesto relacionado con la administración de canales. Entiendo el apego por una profesión en la que tu padre destacó como digno representante. La mala suerte no le permitió alcanzar ese puesto de supervisor que tanto deseaba. Estoy seguro, y no es por estar tu delante, que lo hubiera conseguido en pocos años, Amsy.

 

 El muchacho experimentó sentimientos de admiración hacia Nempuy al tiempo que se apenaba por su pérdida.  Estaba dispuesto a realizar esfuerzos para llevar a cabo lo que pudo haber  sido y no fue. No comprendía bien la frase de Nefer-nkj el maestro ritualista, “El paso a la otra vida no es más que el segundo gran acto humano.”

 

    Tonthep adopta una actitud de extrema cautela para no herir los sentimientos del muchacho.

 

- He consultado con los responsables de canales para tratar de encontrar una vacante.

     

 Al chico se le ilumina el rostro.

 

- Pero me veo obligado a decirte que en estos momentos no necesitan escribas. Espera, no te apenes, tengo algo más que decirte. Dado tu inclinación a los textos sagrados, la facilidad con la que aprendes y la entrega que pones en ello, te propongo que sigas por esa vía.

 

 Las mastabas  de nueva construcción que acompañan a la Morada del Dios necesitan especialistas en la lengua sagrada. Estoy seguro de que triunfarás en el examen final, por eso me atrevo a adelantarte la propuesta. No, no es necesario que respondas por el momento, tienes tiempo para meditarlo. Ahora céntrate en la prueba y obtén el título con dignidad. Deja que Thot ilumine tu mente con la misma lucidez del sabio. Que tengas mucha suerte Amsy.

 

Mastabas

 

Apúntate a la lista de correo de Egiptomania.com

© Juan de la Torre Suárez
Todos los derechos reservados.
Aviso Legal

Haz de Egiptomania.com tu página de inicio