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Aspirante a escriba.
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Levántate Amsy. No quiero que llegues tarde precisamente hoy.
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¿Qué hora es, madre?
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Falta poco para que amanezca, aséate bien y ponte esta ropa limpia, has
de ir presentado con dignidad en tu primer día. Tienes un tazón de
leche con miel e higos secos en la cocina esperándote, date prisa.
Amsy
se levantó aún medio dormido, se aseó y vistió con cuidado. Después
del desayuno la madre volvió a hacerle las mismas preguntas de los días
anteriores.
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¿Sabes las palabras que tienes que pronunciar al guardián de la
puerta?
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Lo sé, “Deseo ver al escriba de Maat”.
La
madre responde:
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Entonces te preguntará el guardián: “¿Quién eres para atreverte a
pronunciar su nombre, para solicitar una entrevista con tan alto
personaje?”. Y has de responderle...
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También sé eso madre, le responderé: “Soy Amsy, hijo de Nempuy el
que habita en el reino de Osiris y de Nebet la tejedora”. “ Deseo
instruirme en las enseñanzas de Thot como en su día hizo mi padre”.
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Espero que seas digno sucesor de tu padre, él te guiará desde el otro
mundo en la práctica de La Regla. Todavía eres demasiado joven para
afrontar los retos de la vida, así como las dificultades en la enseñanza
de los textos sagrados.
Has de poner el alma en lo que tus ojos perciban, en los que tus
oídos recojan. Deja que el corazón guíe tus respuestas. Confía en la
práctica de lo armonioso...
¿Quieres
atenderme? Esa no es forma de comenzar jovencito, si no prestas atención
a los maestros poco tiempo va a durar tu instrucción. ¿Deseas ser un
simple trabajador al servicio de las obras del Rey, o dirigir tú mismo
los trabajos?. Piensa en ello.
El
chico se disponía a salir, iba a darle un beso a su madre cuando esta
le lanzó la última pregunta.
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¿No te olvidas de algo?
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Es verdad, dijo Amsy, los cultos.
Entró
en el pequeño recibidor de la planta baja y se colocó en la posición
del escriba frente a las estatuillas de Thot y Nempuy. Tomó la paleta y
el cálamo, derramó dos gotas de
agua por cada uno de ellos y trazó unos jeroglíficos torpes en los que
se comprometía a ser digno representante de la profesión de escriba,
firmándola a continuación. Después depositó el papiro en el altar
doméstico entre las estatuillas veneradas.
Amsy
salió de casa cuando el sol asomaba tímidamente. Iba lleno de
esperanzas en lo que había de ser su nueva vida al lado de los sabios.
Estaba seguro de su ingreso, ya que no sólo le bastaban las buenas
intenciones para formar
parte de la escuela de escribas menfita.
El
hecho de ser huérfano de padre funcionario reputado le abría más
puertas que a los otros chicos del barrio. También era notoria su
inclinación desde muy pequeño por los textos que se conservaban en
casa.
Utilizaba
con soltura la paleta de escriba heredada y era capaz de leer algunos
textos sencillos sobre la organización de los canales. Conocía
perfectamente lo que le esperaba como trabajador manual al servicio del
estado. Trabajos mal pagados en la construcción. O quizás campesino,
pescador, panadero o cervecero. No es que sintiera desprecio hacia esas
profesiones, ni mucho menos, pero era consciente también de las
ventajas de una carrera.
Su
padre se había esforzado por crear una familia donde no se pasaran
necesidades básicas. Por eso estudió para escriba. Una enfermedad acabó
con su vida cuando Amsy sólo tenía cuatro años, dejándolos en una
situación algo precaria.
Por
suerte la madre se empleó fácilmente
como tejedora de lino real. Eso también era ventajoso para mover
ciertas influencias si se daba el caso. Aunque no nadaban en la
abundancia, tampoco pasaban apuros, por lo que el niño iba a poder
seguir la carrera de su padre.
Contando
diez años de edad, con un nudo en la garganta, una pelota en el estómago
y un amasijo por cerebro cruzó el umbral que separa a la niñez de la
adolescencia. “Que todos los dioses mayores y menores se apiaden de mí,
me hará buena falta”.
Dos
años más tarde ya gozaba de mucha soltura en la lectura jeroglífica y
dominio pleno en la escritura hierática más fácil y rápida. Los
educadores estaban seguros de haber elegido bien al aspirante. De seguir
a ese paso alcanzaría el conocimiento de la lengua sagrada en la mitad
del tiempo que los otros estudiantes.
También
quiso el destino que se encontrara allí con Mhetperé, un alumno menos
aventajado que él en la escritura que, no obstante, demostraba buenas
dotes para el mando, afición a
la política y pasión por los bienes materiales, con lo que no se
pretende insinuar que fuera obtuso al conocimiento ancestral. Lo que
ocurre es que apuntaba muy alto en las aspiraciones futuras.
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¡Qué antipática me resulta esta costumbre de raparnos las cabezas
como calabazas!- protesta Mhetperé ante su compañero.
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Es la tradición -contesta Amsy- si no pasamos por la ordenación
sacerdotal de primer grado, no podemos aspirar a escribas. Así está
escrito en los textos más antiguos.
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¿Y si los textos se equivocan?. Estos cascarrabias no dan un paso ni
toman decisión alguna sin pasar antes por la Casa De La Vida. Como si
todo lo que hay escrito de antiguo fuera la solución a los problemas
actuales.
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Chisssst, cállate Mhet, ya sabes lo que puede ocurrir si nos escuchan
hablando así.
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Siempre lo mismo, bbrrrr, el día que obtenga el título de escriba
todos estos no me verán el pelo -responde Mhet. A lo que Amsy contesta
con ironía:
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El pelo tampoco se te ve ahora.
Los
dos se ríen de buena gana mientras caminan hacia la clase de historia
divina y semi divina.
A
punto de concluir con ventaja los estudios de escriba, Tonthep el
director del centro cita a Amsy en su despacho.
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Creo saber que prefieres un puesto relacionado con la administración de
canales. Entiendo el apego por una profesión en la que tu padre destacó
como digno representante. La mala suerte no le permitió alcanzar ese
puesto de supervisor que tanto deseaba. Estoy seguro, y no es por estar
tu delante, que lo hubiera conseguido en pocos años, Amsy.
El
muchacho experimentó sentimientos de admiración hacia Nempuy al tiempo
que se apenaba por su pérdida. Estaba
dispuesto a realizar esfuerzos para llevar a cabo lo que pudo haber
sido y no fue. No comprendía bien la frase de Nefer-nkj el
maestro ritualista, “El paso a la otra vida no es más que el segundo
gran acto humano.”
Tonthep adopta una actitud de
extrema cautela para no herir los sentimientos del muchacho.
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He consultado con los responsables de canales para tratar de encontrar
una vacante.
Al
chico se le ilumina el rostro.
-
Pero me veo obligado a decirte que en estos momentos no necesitan
escribas. Espera, no te apenes, tengo algo más que decirte. Dado tu
inclinación a los textos sagrados, la facilidad con la que aprendes y
la entrega que pones en ello, te propongo que sigas por esa vía.
Las
mastabas de nueva
construcción que acompañan a la Morada del Dios necesitan
especialistas en la lengua sagrada. Estoy seguro de que triunfarás en
el examen final, por eso me atrevo a adelantarte la propuesta. No, no es
necesario que respondas por el momento, tienes tiempo para meditarlo.
Ahora céntrate en la prueba y obtén el título con dignidad. Deja que
Thot ilumine tu mente con la misma lucidez del sabio. Que tengas mucha
suerte Amsy. Mastabas |