LOS
ELEGIDOS
2-
Mastabas.
Los
elegidos del Rey que aspiraban a un tránsito seguro por el Más Allá,
regalados de una vida en ultratumba con todas las comodidades de este
mundo, resultaban tremendamente exigentes a la hora de cantar las
autoalabanzas que habían de acompañarles durante el viaje eterno por
el cosmos para seguir sirviendo a su Rey
divinizado.
“Construye
una buena morada en el cementerio; asegúrate una vida digna en el
oeste.”
Se
acordaba Amsy de esa frase de los textos mientras dibujaba los signos místicos
de la creación sobre la puerta falsa de la mastaba de Pethat, el
supervisor de los graneros reales.
Una
mañana llegó Nesy-Sokar la esposa de Pethat, con un papiro en el que
había anotadas maldiciones protectoras contra los saqueadores de
tumbas.
-
Estas son sólo algunas de las maldiciones. Las considero insuficientes.
Dejo en tus manos la búsqueda de las más adecuadas a nuestra morada de
eternidad.
Ese
fue el siguiente encargo de la señora, recargar de textos la mastaba.
¿Cuándo iban a dejar los más pudientes de pedir caprichos?. Había
que decorar con fino esmero sus últimas moradas, sin reparar en gastos.
Entrar en ellas era como entrar en la cámara funeraria de un rey.
Aunque siempre de menor tamaño, se igualaban en belleza.
El
Rey en su eterna necesidad de poder casi absoluto basado en gran parte
en la divinización y también en una perfecta administración, como se
han conocido muy pocas a lo largo de la historia, necesitaba rodearse de
personas competentes que podían proceder de cualquier extracto social.
Pero
esos administradores cada vez pedían mayor participación a su Majestad
en los beneficios espirituales y terrenales. Poco podía hacer el Rey
sin el funcionamiento de su gigantesca maquinaria administrativa o
clerical. Les debía favores a sus notables, por eso las mastabas
suntuosas prosperaban en las proximidades de la pirámide real.
-
Ya te irás acostumbrando.
La
voz pertenecía a Remen-ai, el tallador de piedras que daba forma a los
jeroglíficos pintados por Amsy.
-
Basta que una señora tenga la ocurrencia para que las demás sientan
deseos de imitar y hasta superar a su vecina. Así son los pudientes.
Nosotros hemos de conformarnos con una mastaba sencilla y un lienzo para
envolver el cuerpo. La momificación es muy costosa para nuestro pobre
Ka. ¿ Quién puede creerse frases como ésta, referidas a Pethat?:
“He
servido a mi Rey como me ha encomendado, he sido justo con mis
subordinados y vivido en consonancia con la ley de Maat”
-
Menudo elemento está hecho el Pethat ése. Fíjate en esta otra:
“Mi
alma pájaro reposa en el occidente
de los justos”
-
el “ pájaro ” es él. Y esta otra frase...
-
Ya me las conozco todas Remen-ai, las he escrito yo mismo.
-
Si ya lo sé, pero ¿Te das cuenta qué manera de echarse alabanzas?.
Los que lo conocen bien saben que Pethat es un hombre poco honesto. Por
méritos propios no va a conseguir entrar en el reino de los justos ni
cubriendo la mastaba con todas las frases de nuestros antepasados.
-
Los pudientes son así. Creen estar en una posición muy meritoria
respecto a los demás. – le contestó Amsy sonriente. – Nuestro
trabajo es dibujar y grabar bien sobre la piedra aquello que sabemos
hacer, sin entrar en juicios de valor que a nada conducen.
-
De acuerdo Amsy, el trabajo es sagrado. Creo que hoy nos hemos ganado el
salario. Mira, ya bajan los demás a comer, vamos.
Durante
cinco años Amsy trabajó decorando mastabas con todas aquellas fórmulas, a veces tan carentes de sentido. Estaba muy bien
considerado por sus propietarios.
En
más de una ocasión había recibido propinas consistentes en jarras de
vino selladas con arcilla, y etiquetadas algunas con el nombre del alto
funcionario para el que trabajara en cada momento. También le regalaban
pan, cerveza, legumbres, telas, aceite y en escasas ocasiones, cuando
trabajaba para un artesano renombrado, figurillas de diversos materiales
o muebles pequeños.
No
podía quejarse de la vida que llevaba. Ahora ayudaba con soltura a su
madre. Las ventajas del oficio de escriba
comenzaban a asomar. Así se quedaría todo el resto de su vida si de él
dependiera.
Sin
embargo algo estaba a punto de cambiar. Iba a recibir la visita
inesperada de Mhetperé, su antiguo compañero de estudios en años
anteriores.
-
¿Cómo estás mi viejo amigo Amsy?. Preguntaba Mhet mientras admiraba
la decoración portentosa de la mastaba de Nefer-ka. Veo que has
adquirido pericia en el arte jeroglífico. Tienes unas manos de oro.
-
No es sólo mérito mío, hay más artesanos trabajando aquí. Me limito
a dibujar lo que otros han de tallar.
-Se
más o menos cómo se construye una mastaba. No hace falta que seas tan
modesto. Donde tu pones los signos, la piedra revive, son los trazos más
bellos que he visto en mi vida. He preguntado por ti para encontrarte,
pareces ser muy conocido por la zona, no me ha sido difícil localizarte
ya que todos reconocen tu habilidad con los pinceles.
El
visitante esboza una sonrisa pícara para su amigo y le espeta:
-Me
he enterado también de que gozas de buena reputación entre los
propietarios de estas mastabas y sobre todo, del afecto de las
propietarias.
-
No es lo que piensas, te juro que las señoras sólo vienen a ver como
va su última morada y si no les gusta algo proponen cambios...
-
¿Vas a decirme que la miel resulta amarga a tus labios, amigo Amsy?.
-
Amsy por dar un giro a la conversación, pregunta:
-
¿Qué ha sido de tu vida en estos años Mhetpere?.
-
De eso precisamente venía a hablarte. Dos años después de irte de la
escuela me licencié también como escriba. Quiso la casualidad que en
ese momento se retirara Naperé por problemas serios de salud.
-
¿Naperé el tieso?
-
Si, el mismo que nos amargaba la existencia con su bastón cuando
estropeábamos un papiro, o derramábamos la tinta por el suelo. “El
material del escriba es su más preciado tesoro, pero pertenece a la
administración” solía añadir
como una canción gastada mientras ya sabes ...
-
... Mientras nos daba bastonazos en la espalda - contestó Amsy. ¿Y tú
ocupaste la vacante de inmediato?.
-
Claro que no fue de inmediato. Su vacante la ocupó Nefer-nkj , que a su
vez dejaba vacante el puesto de ritualista para cedérselo a Maatot.
Maatot, al ascender, me cedió la secretaría de Tonthep con la aprobación
de toda la junta de sabios.
-
Así que ahora eres la mano derecha de Tonthep, el director.
-
Ya no. Espera a que te cuente el resto de la historia. Durante un año más
estuve al lado del director, ejerciendo funciones administrativas.
Digamos que le quitaba de encima el trabajo más pesado. Cada día que
pasaba me iban delegando más y más asuntos porque él deseaba
aplicarse en su labor como maestro y en sus deberes sacerdotales. Hasta
que un día comenzó la polémica.
-
¿ De qué polémica hablas Mhet?.
-
Lamento que te la hayas perdido, porque sirvió para dar a la escuela
una mayor presencia femenina. Llegó una dama muy importante de la corte
solicitando el ingreso de sus dos hijas como alumnas. Naturalmente,
algunos sectores conservadores del centro trataron de oponerse al
ingreso si no era a cambio de una fuerte retribución. Mi postura fue
clara desde el primer momento.
Traté de influir sobre Tonthep para que las aceptaran en las
mismas condiciones que a los aspirantes varones. Al final los del sector
favorable conseguimos resolver la votación por un margen muy apretado y
las muchachas entraron a formar parte de la escuela.
-
Has conseguido ganar tu primera batalla contra los cascarrabias.
-
Lo sé Amsy, pero no fue una victoria gratuita como supones. A partir de
entonces, los del sector crítico no pararon de ponerme trabas de todo
tipo. La verdad es que estaba a punto de renunciar al puesto y solicitar
algo parecido a tu trabajo, más lejos de las luchas por el mando. Pero
ocurrió algo que me permitió zanjar la cuestión de manera ventajosa.
-
Eres una fuente inagotable de sorpresas, amigo Mhet. Quiero saber todo
lo que siguió a la polémica, te escucho.
-
Un día, la influyente dama de la corte que se llama Nefisis vino a
verme al despacho. Nada menos que para proponerme el ingreso en la Casa
de la Vida como responsable de la gestión de captación de aspirantes.
¿Por qué precisamente ella y no alguien más relacionado con la Casa
de la Vida ?.
-
Más tarde supe quién era y porque vino a verme. Estaba muy próxima al
Rey. Ostentaba el cargo de Jefa de los Secretos, por lo cual vine a
enterarme de que aquella famosa polémica llegó más arriba de lo que
nunca hubiera imaginado.
-
Es decir que tu nombramiento fue apoyado por el monarca.
-
Fue apoyado por su Majestad, si. Aunque de forma extraoficial. Así que
tú de esto no has oído nada.
-
Está bien, sellaré mis labios simbólicamente a esa noticia que nunca
me llegó.
Imagino
que no vienes a contarme estos secretos sólo porque tenemos una
amistad. ¿Puedes decirme de una vez para qué has venido?
-
Desde
palacio se me ha pedido que organice un grupo de jóvenes escribas,
hombres y mujeres, y que sean preparados a fondo para un proyecto que
todavía está sin especificar. Este grupo ha de ser formado según las
tradiciones más antiguas, pero al mismo tiempo dejar que la creatividad
tenga cabida entre las mentes más inquietas.
-
Naturalmente
este grupo se mantendrá al margen del funcionamiento normal de la Casa,
no teniendo que rendir cuentas de sus actividades nada más que a la señora
Nefisis directamente.
-
¿ Y si prefiero seguir trabajando como escriba y artesano?.
-
En ese caso tendrás que guardar secreto sobre lo hablado hoy aquí,
sopena de enfrentarte a los tribunales. Por favor no lo tomes como una
amenaza. Eres libre de elegir tu destino. Nada te pasará si guardas el
secreto de la nueva cofradía de escribas. ¿Qué me contestas, Amsy?.
-
Está bien, acepto con una condición. Iré contigo en cuanto remate con
esta mastaba. Sólo es cuestión de semanas.
Gracias
por darme la oportunidad de avanzar en el conocimiento de una manera tan
ventajosa. Pongo a Ra, Maat, Thot, Horus, Isis, Osiris y Ptah como
testigos de mi compromiso con el país de
Kemet.
Mhet
se despide de su amigo tras
hablar de las travesuras de antaño.
-
Serás bien recibido, sólo tienes que preguntar por mí y entregar este
papiro que te acreditará.
Perfecta es la Perfección de Ra |