Esta
  muestra, titulada «El arte egipcio hasta la época ptolemaica: La biblioteca
  y el Faro de Alejandría», cuenta con un total de 55 piezas de diferentes épocas
  de la historia faraónica, que no habían sido expuestas al público hasta
  ahora y que pertenecen al Museo de la Cultura del Vino-Fundación Dinastía de
  Vivanco de La Rioja.
  
La
  exposición se completa con tres charlas promovidas por la Asociación de
  Bibliotecarios de Navarra coincidiendo con la celebración de su décimo
  aniversario y que versarán sobre la Biblioteca de Alejandría, los papiros
  del antiguo Egipto y la escritura jeroglífica, además de que está previsto
  impartir un taller de escritura y celebrar una visita guiada.
  
En
  este sentido, el escultor gallego Cándido Pazos, autor de la reconstrucción
  del nuevo faro de Alejandría en maqueta, recordó hoy en conferencia de
  prensa que este monumento de unos cien metros de altura, hecho de piedra
  caliza, fue destruido en el siglo XIV a causa de un terremoto.
  
Asimismo,
  señaló que «estamos preparando un faro de dos metros en bronce con la
  intención de que alguien decida reconstruir el faro en tamaño original, y el
  resto es un montón de ilusión».
  
Este
  proyecto de poner de nuevo en pie el faro en Alejandría «es una intención»,
  manifestó Pazos, quien comentó esta idea a varios cargos diplomáticos
  egipcios que visitaron Santiago de Compostela para ver uno de sus monumentos
  «por la tecnología utilizada, ya que no está amarrado al suelo sino sobre
  una junta de neopreno».
  
Al
  respecto, explicó que la intención de estas personas es reconstruir el faro
  «no sé si con la UNESCO o con quien, pero no hay nada concretado, además de
  que sería una edificación muy complicada, aunque mi ilusión también sería
  llevarlo a cabo».
  
Por
  su parte, la presidenta de la Asociación de Bibliotecarios de Navarra, Juana
  Lajos, precisó que esta muestra «es importante, y nosotros como asociación
  estamos por la relación entre Egipto y el libro, nuestra colaboración es
  para homenajear al libro».
  
En
  esta línea, aludió a la Biblioteca de Alejandría, «que fue la primera
  biblioteca pública, ya que no tenía dueño ni pertenecía a ninguna
  comunidad, y fue allí donde nació el libro y donde se inventó el catálogo».
  
A
  su juicio, esta biblioteca «fue algo sorprendente, una verdadera maravilla»,
  ya que a través de ella «nos han llegado las traducciones de la Biblia
  porque todo lo copiaban».
  
«Todos
  los barcos iban a Alejandría porque era el centro del mundo, y llegaban al
  puerto con la ayuda del faro. Lo que hacían era requisar todos los barcos
  para encontrar libros y, de todo lo que encontraban, una copia iba a la
  Biblioteca de Alejandría», concluyó.