El faraón
Sejemjet se hizo construir
un recinto funerario con una pirámide escalonada aún mayor
que la de Dyeser al suroeste de ésta. La pirámide nunca se finalizó,
posiblemente debido a la corta duración de su reinado (6 ó
7 años) y fue desapareciendo bajo la arena. En 1950 el egiptólogo
egipcio M. Zakaria Goneim, nombrado conservador de Saqqara, la descubrió
y desde entonces se la conoce con el nombre de "La pirámide
sepultada".
Haciendo un paréntesis diremos que Goneim fue falsamente acusado
de tráfico de antigüedades y se suicidó en el Nilo en 1959
cuando su amigo el profesor Lauer ya había encontrado pruebas de
su inocencia.
El recinto estaba rodeado de una muralla rectangular de aproximadamente
550 x 180 metros. Inicialmente el proyecto consistía en un recinto
rectangular de unos 265 x 180 metros. Cuando ya se habían construido
46 metros de muro con seis hileras de bloque, el proyecto sufrió
una gran modificación que supuso la ampliación en sentido
norte-sur (188 hacia el norte y 97 al sur). La pirámide debería
haber tenido una base de unos 109 x 121 metros con una altura de 70 metros
en 6 cuerpos y un ángulo de inclinación de 70º.
Actualmente sólo quedan los cimientos y el cuerpo inferior con 14
capas 2,60 metros de espesor. La pirámide estaba situada en el centro
del recinto y construida de bloques de caliza. A la cámara se podía
acceder por un pasadizo situado a 40 metros al suroeste del eje de la pirámide.
La cámara funeraria, excavada en la roca es de 8.40 x 5.22 metros
con una altura de 4.5 metros y en ella se encontraba un sarcófago
de alabastro vacío. Este sarcófago representaba la última
esperanza de Goneim de encontrar el cuerpo del faraón tal y como
había sido enterrado 2.600 años a.C. El sarcófago fue realizado en un único bloque de piedra y situado bajo
el vértice de la pirámide. Mide 2.35 metros de largo, 1.10
de ancho y 1.05 de altura.
En el pasadizo existe un pozo vertical que contenía gran cantidad
de papiros escritos en demótico, así como jarrones de alabastro
y joyas de oro de la III dinastía. En el mismo pasadizo hay otro
que conduce a 132 salas subterráneas dispuestas en zigzag.
Quizás lo más importante del descubrimiento de Goeim
no haya sido la propia construcción, sino que gracias a este descubrimiento
pudo conocerse el faraón sucesor de Dyeser, hasta ese momento desconocido.