4º
Las explicaciones de Alhejhop
Pepita
se encontró con el mago en el corredor principal del palacio
.
Alhejhop
acababa de salir de una ceremonia junto a los sacerdotes principales del
reino. Su cabeza estaba completamente
calva en ese momento.
La
niña se preguntó como conseguía Alhejhop
esos cambios de peinado tan
llamativos. Pero en eso momento le pidió otra cosa.
-
Vengo a pedirte si puedes enseñarme a hablar el Quintopiniano.- Dijo
Pepita.
El
mago echó una mirada alrededor y dijo:
-
Ven a mi laboratorio y hablaremos allí.
-
Que bien. – dijo Pepita. – Traje unos granos de arroz con miel para
el buitre, se que le gustan mucho.
-
En realidad no es un buitre. Es una buitresa, esta incubando
huevos. Pronto nacerán dos polluelos.
Cuando
llegaron al laboratorio, el mago se cambió la túnica de ceremonias por
el mandil de trabajo, mientras la niña se acercaba con cuidado a la
buitresa tuerta.
Le
faltaba el ojo derecho por culpa de una pelea con otros buitres, como le
ocurre algunas veces a los gatos.
Ahora
Alhejhop llevaba una melena larga de pelo liso, de color castaño.
Con
una cinta de lino se ató la melena y se hizo
una coleta. Así no le estorbaba el pelo para trabajar.
-
Hace un rato estabas calvo y ahora llevas melena larga. Seguro que te
has puesto una peluca. – Dijo la niña mientras se acercaba por
sorpresa a la coleta de Alhejhop para darle un tirón fuerte en ella,
gritando:
- ¡¡¡ TE DESENMASCARE, MAGO DE PACOTILLA. !!!
-
Ay, ay , ay, ay. ¿Pero que haces, Princesa?. Suéltame el pelo ahora
mismo, me estas haciendo daño. Ay, ayyyyy.
Y
sucedió que en manos de Pepitamón la melena se fue volviendo roja, lo
que demostraba que al mago aquello realmente le dolía.
-
Perdóname Alhejhop, no quería hacerte daño. Creía que...
-
¿Creías que te estaba tomando el pelo verdad?. – Le contestó
enojado el mago. y añadió:
-
Está bien, te lo contaré a ti porque eres la Princesa de Egipto. Pero
tienes que jurarme que no se lo contarás a nadie, ni siquiera a Yayut.
Es un secreto que solo conocen los miembros de la Familia Real.
Pepita
levantó las manos con las Palmas hacia arriba, a la altura de los
hombros y pronunció muy seria :
-
Lo juro por Maat, la Diosa Buena.
Aquel
juramento bastó para que el mago se diera cuenta que la princesa,
aunque muy joven, sabía asumir las responsabilidades que se le pedían
y le tomó aprecio.
-
No soy yo quien elige el color del pelo. No puedo elegir tampoco el
largo que tiene en cada momento.
Todo
es culpa de un maleficio que me echó El Mago Del Humor cuando tenía
catorce años.
-
¿Por qué te lo ha hecho ?. Preguntó la joven Princesa.
-
Fue mi maestro, el mago Chistptumpum.
Me acusaba de mentiroso, de poco atento con las enseñanzas. Me
avisaba muchas veces que un día no podría ocultar mis
sentimientos si no le hacía caso.
No
me tomé las advertencias en serio. Chistptumpum era un hombre famoso
por sus bromas mágicas. Sonreía siempre que hablaba, se inventaba
chistes.
Cuando
actuaba se pintaba los labios de blanco, la nariz de rojo y el pelo de
amarillo. A los niños les encantaba cuando actuaba el Mago del Humor,
pues así era conocido por los pequeños de mi país.
Sin
embargo Chistptumpum me cubrió con una horrible maldición. Pensaba
retirármela cuando demostrara mi sinceridad. De verdad que no volví a
mentir delante de él.
-¿Por
que no te la quitó si ya decías siempre la verdad?. – Preguntó la
Princesa.
-
Porque se murió, por eso.
-
Vaya, lo siento. No volveré a tirarte del pelo. - Dijo finalmente
Pepitamón.
-
De acuerdo. ¿Cuándo deseas comenzar a aprender Quintopiniano?.
Pepita
se quedó un rato pensativa. – Pasado mañana Yayut tiene una cita con
su novio un poco antes de la caída del sol. Nos veremos aquí.
Ahora
tengo que irme. Me estarán buscando para cenar. Adiós.
-
Adiós Princesa. Para mi será un placer servirte. – Y el pelo volvió
a su color castaño de siempre.
Alhejhop
fue primero a saludar a Gata Gris, la buitresa que incubaba los dos
poyuelos, que Ya se había comido el arroz de las riveras. Se quedó
trabajando hasta muy tarde preparando el nuevo encargo del Faraón:
Un
producto químico que provocase una nube espesa de humo. Con ella
Pephosis pretendía asombrar a sus súbditos en la próxima aparición pública,
apareciendo ante ellos como Hermano De Jamón-Ra .
5º Estatuas
Colosales.
Los
dos amigos se encontraron en el centro del gran patio descubierto que
estaba cerca del palacio.
Se
trataba de Wesir el hijo de Petathys,
un importante funcionario del Rey
que además ejercía de portaabanico a su diestra y Pepitamón, hija de
Pephosis IV.
Se
fueron a jugar al escondite entre las estatuas. Un sacerdote los miró
con mala cara, pero como eran la Princesa y
el hijo de Petathys tuvo que dejarlos jugar y callarse la boca.
Cansados
ya de tanto recorrer el patio, fueron a sentarse en los pies de la
estatua más grande de todas.
La
estatua sedente (sentada) de Memptutmimosis III , el bisabuelo
de Pepitamón quien extendió los territorios de Egipto mas allá
de Jerusalén al éste y la cuarta catarata del Nilo al sur, en tierras de Nubia y al oeste
hacia La Libia.
Wesir
se sentó en el dedo gordo del pie derecho y Pepita en el del pie
izquierdo de aquella estatua enorme.
Era
tan colosal la estatua del bisabuelo conquistador que se les quedaron
los pies colgando a dos palmos del suelo.
Hablaron
de la escuela. Wesir le contó a Pepita que de mayor quería ser astrónomo
y ella que deseaba viajar mucho a los países extranjeros.
Pepita
se acordó de la ceremonia en el templo de Jamón-Ra. Ya faltaba poco y
todavía estaba sin cambiar de vestido. Últimamente su
cuidadora se mostraba mas despistada que de costumbre. ¿Por qué
sería?.
Las
dos llegaron con el tiempo justo a la ceremonia y se instalaron en el
palco junto a la Reina, el Príncipe y unos pocos personajes de entre
los poderosos del reino.
Faltaba
el Faraón porque se hallaba en el templo con los Altos Sacerdotes,
invocando a Jamón-Ra para que las cosechas del próximo año fueran
generosas.
Por
algo Jamón-Ra era considerado el Dios
de la abundancia.
Algo
apartados estaban los demás funcionarios y mucho más allá, del último
escalón para abajo, el pueblo llano que casi no se enteraba de lo que
ocurría, como siempre.
El
Alto Sacerdote Memón pronunció una plegaria para anunciar a los
presentes la aparición del Todopoderoso Faraón de Egipto y las puertas
del templo se abrieron completamente.
En
medio de una nube espesa de humo se hallaba Pephosis IV el grande
tosiendo con fuerza.
Los
cortesanos muy preocupados por la salud del faraón fueron corriendo a
socorrerle y se produjo una peste de toses, tojoses, achises y puajes
que llegó hasta la
multitud curiosa de abajo.
El
Mago Alhejhop se echó las manos a la cabeza y pensó con tristeza:
-
Glub. Se me va a caer el
pelo.
¡Algunos
incluso tuvieron el atrevimiento de dejar escapar la risa !.
Todo
aquello hubiese estropeado la
ceremonia de grandeza de Pephosis IV
si no fuera por la habilidad de Petathys
que gritó en alto:
¡¡¡ LARGA VIDA AL FARAÓN
DE EGIPTO !!!
Los
cortesanos dejaron de toser para responder con la misma frase , en alto
varias veces. “Larga vida al faraón de Egipto” .
Se
fueron extendiendo los gritos hasta el resto de la multitud y el Faraón
fue aclamado por todos.
Pephosis
se había salvado por los pelos de una gran vergüenza nacional.
6º La bronca.
Alhejhop
se encontraba muy firme ante el Faraón mientras este le regañaba
furioso en su despacho.
-
Has estado a punto de
arruinar mi reputación, mago barato.
Aquello
fue como una puñalada para el orgullo profesional
del mago, pero no se atrevió a responder a su Señor. Todavía
faltaba lo peor por escuchar.
-
He sentido vergüenza ante todos mis súbditos. Se me han irritado las
narices de respirar el humo putrefacto que
preparaste.
Solo
Ra-Atón, con una mente tan retorcida como la tuya conoce la naturaleza
de las porquerías que habrás empleado en esa fórmula repugnante.
Exijo una explicación, ahora mismo. – Dijo el Faraón.
-
Verás, señor. Ha ocurrido algo terrible y se que toda la culpa es mía.
El
verdadero problema lo ha causado uno de los componentes de la fórmula.
Digamos que fue el componente principal.
-
Déjate de rodeos que no tengo toda la mañana para tus estupideces. Le
contestó el Faraón igual de enfadado que al principio.
-
El componente principal de la fórmula del humo es una planta llamada
Tabaco que quizá no conoces, Gran Rey. – El mago se inclinó.- Cuando el tabaco está humedecido se quema mal y despide humo
fuerte. Es un humo espeso que irrita la nariz
y la garganta.
-
¿Y que pasa con esa planta?. ¿No te quedaban reservas secas?.
-
Exactamente Majestad. Eran las últimas reservas que poseía. Me temo
que no podré volver a preparar la fórmula correctamente.
-
Te ordeno que te pongas en contacto con
el Visir Ratostris para que organice una expedición a tu lejano
país en busca de las reservas necesarias de tabaco. Todavía necesitas
mejorar mucho la fórmula, porque vendrán nuevas ceremonias de vital
importancia.
-
Ahora sal de mi vista antes de que me arrepienta. Mago barato. Fuera.
El
pobre mago salió enseguida de allí y el Faraón se quedó pensando:
-
“En el fondo de todo, la planta del tabaco deja un gusto agradable
cuando se quema. Habrá que perfeccionar el invento, si. No se como
explicarlo pero, me gusta”
Pepita
esperaba a que Alhejhop saliera de la audiencia con su padre. Cuando lo
vio se llevó las manos a la boca. El mago daba pena.
Todavía
conservaba el pelo en la cabeza, pero, que asco. Era todo un amasijo de
colores sucios. Totalmente desordenado, con mechones colgando. Parecía
un peinado basura. Intentar describir aquello revuelve el estómago a
cualquiera. El maleficio de Chistptumpum era demasiado fuerte para su
voluntad cuando recibía una
reprimenda Real.
Se
sentía tan mal el mago Alhejhop que no podía evitar que los demás lo
vieran con aquella pinta.
Cuando
la niña se acercó a él también tuvo que taparse la nariz.
Apestaba a sebo capilar. - Puaaaj...
-
Buenos días princesa. - Dijo el mago. - Ya ves que no estoy muy
presentable que digamos. ¿Puedes ir delante y esperarme en el
laboratorio mientras me aseo un poco?.
-
Vale, te esperaré allí.
La niña llegó al laboratorio y volvió a notar un olor
desagradable, muy parecido al de la cabeza del mago.
-
¡Que sucio está esto!. – Exclamó. – Huele que apesta. – y abrió
las ventanas.
El
único ser que parecía encontrarse a gusto en el laboratorio era por
supuesto Gata Gris, la buitresa. Sin
dejar de incubar los dos huevos, agudizaba la vista en busca de la carroña
que producía aquella peste, sin éxito.
Pepita
enseguida se puso manos a la obra. Retiró algunos restos de
plantas que había sobre la mesa de trabajo.
Barrió
el suelo, vació copas con líquidos desconocidos para ella en la tinaja
de los desperdicios. Pasó el paño húmedo sobre las manchas gordas.
Al
final del trabajo se dio cuenta de que el mal olor no había
desaparecido.
Comenzó
a buscar en las estanterías ayudada por un taburete de madera. Metió
la nariz en frascos y vasijas. Por fin encontró lo que buscaba.
Era
un frasco pequeño y regordete el que despedía aquella peste. Contuvo
la respiración y salió al jardín con aquel horror de sustancia.
A
plena luz del sol pudo ver el contenido. Un líquido espeso de color
violeta.
-
Esto es lo que huele tan mal. Lo arrojaré al canal, así no ensuciaré
el patio.
Se
fue al canal de riego mas próximo y arrojó el líquido asqueroso al
agua.
Después
lavó el frasco y regresó satisfecha al laboratorio.
Ya
estaba allí el mago. Parecía buscar algo que no encontraba.
-
¿Qué buscas Alhejhop?. Le preguntó Pepita.
-
Busco el tinte para el pelo. Lo he preparado aplicando todo lo que
aprendí en países lejanos.
Estoy
harto de que todos sepan si estoy alegre, triste, melancólico o dolorido
en cada momento. Cada vez sale un color diferente. No se mentir.
Tengo que encontrarlo o me sentiré desgraciado.
-
Te ayudaré a buscarlo. ¿Cómo es?.
-
Es un frasco pequeño y regordete que hule muy mal. Lleva dentro el
tinte, de color violeta. Lo dejé en el estante esta madrugada.
-
Vaya. ¿No será este?.- La niña le enseñó el frasco y el mago, tras
verlo vacío se apenó
profundamente.
-
Era mi oportunidad de teñir el pelo con eficacia. Lo necesitaba ahora
mismo para deshacerme de esta sensación tan desagradable. Snif, Snif. -
Y Lloró.
Pepitamón
se dio cuenta de la barbaridad que había cometido. Bueno, de una de las
barbaridades cometidas. De la otra no se enteraría hasta el día
siguiente.
Se
le ocurrió una idea para consolar a Alhejhop y habló:
-
Si me perdonas te diré como puedes romper el maleficio de tu maestro el
mago Chispunpún.
El
mago levantó una ceja al escuchar aquello. - ¿Quieres decir
Chistptumpum?.
-
Sí, Chistumpún, ese mismo.
-
¿De verdad puedes ayudarme Princesa, como?.
-
Solo si juras guardar el secreto.
-
Lo juro por la Dama Senín, Diosa de la magia.
-
El Petote te curará.
El
mago Preguntó asombrado. ¿La Piedra De Nubia?. Y Pepita contestó.
-
La Piedra De Nubia, si señor. Pero tenemos que esperar primero a que
comience la estación de verano. La
Inundación.
Continuar...
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