Las
Admoniciones de Ipuwer
El
texto aparece escrito en el recto del papiro Leyden 344[1]. Este manuscrito fue descubierto en Menfis, pero su
procedencia más probable es Saqqara. Actualmente tiene 3, 78 m. de longitud x
0, 18 m. de altura y consta de 17 placas.
[I,
1] . . . . . Los vigilantes de las puertas dicen: ‘Vayamos y robemos; los
reposteros [I, 2] . . . . . los lavanderos no quieren hablar[2]
del transporte de sus porteadores[3];
[I, 3] . . . . . [los cazadores] de aves han reclutado escuadrones; [I, 4] . . .
. . los habitantes de las marismas poseen escudos; los cerveceros [I, 5] . . . .
. tristes.
Un
hombre ve a su hijo como a su enemigo. Es ingrato[4]
[I, 6] . . . . . lo a otro: ‘Ve y se eficaz. La misión [I, 7] . . . . . estos
que fueron predestinados para vosotros en el tiempo de Horus, en la época [I,
8] de la enéada divina . . . . . Los hombres virtuosos caminan en duelo por las
cosas que ocurren sobre la tierra; caminan [I, 9] . . . . . Los extranjeros se
han convertido en egipcios por todas partes.
Ciertamente,
la cara palideció [I, 10] . . . . .lo que los ancestros profetizaron que
llegaron a ser [I, 11] . . . . .Ciertamente . . . . . [han
desaparecido tres líneas] . . . . . [I, 14] . . . . .Ciertamente . . . . .
[II, 1] quienes permanecen sobre la tierra forman cuadrillas[5].
Un hombre sale para arar con su escudo. Ciertamente,
los dóciles dicen: . . . . . [II, 2] ‘mi cara está como la de aquel que
existe[6]’.
Ciertamente, la cara está pálida ¡El arquero está preparado
pues
el malhechor está por todas partes!. No existe el hombre de ayer. Ciertamente,
el ladrón está en cualquier lugar. [II, 3] El servidor más humilde[7]
tomó de acuerdo a lo que encontró. Ciertamente, el Nilo[8]
inunda pero no se quiere arar para él. La gente comenta: ‘No podemos conocer
lo que ocurre a través de la tierra’. [II, 4] Ciertamente, las mujeres están
estériles, no se concibe y Jnum[9] no modela por la situación del país.
Ciertamente, los humildes se han convertido en poseedores de riquezas;
el
que no podía hacerse[10]
[II, 5] un par de sandalias es poseedor de riquezas.
Ciertamente, de sus sirvientes, sus corazones son malvados; los grandes no
confraternizan con sus gentes regocijadas[11].
Ciertamente, los corazones son violentos; las plagas [II, 6] se propagan a través
del país; la sangre está por todos lados; la muerte no escasea; la mortaja
habla y nadie se aproxima a ella[12].
Ciertamente, muchos muertos quedaron enterrados en el río; la corriente
[II, 7] es como una tumba y
es que el lugar de embalsamamiento se convirtió en una corriente.
Ciertamente, los ricos están
en duelo mientras los humildes desbordan la alegría; todas
las ciudades dicen: ‘Haz que expulsemos a los poderosos de [II, 8] entre
nosotros’. Ciertamente,
la gente está como los pájaros ‘gemu’[13]
y la suciedad se esparce[14]
a través de la tierra.
No existe, ciertamente, quien blanquee sus ropas en este tiempo. Ciertamente, la
tierra gira como hace una rueda de alfarero; [II, 9] el ladrón posee riquezas y
el rico se ha convertido en saqueador. Ciertamente, los hombres de confianza son
como . . . . . ; . . . . . los ciudadanos: ‘¡Qué horror! ¿Qué puedo
hacer?’. [II, 10] Ciertamente, el río está ensangrentado, y cuando se bebe
en él, uno se aparta de la gente y se anhela[15]
el agua. Ciertamente,
los portalones, las columnas y los muros quedaron consumidos por el fuego,
[II, 11] pero el hall de la casa real [v.p.s.] permanece y está firme.
Ciertamente, el barco[16]
de los habitantes del sur va a la deriva; las
ciudades están destruidas y el Alto Egipto se ha convertido en tierras estériles.
[II,
12] Ciertamente, los cocodrilos quedaron hartos de lo que hubieron capturado;
la propia gente va a ellos[17].
[La
tierra es maltratada][18] y se dice: ‘No pasees aquí, mira es [II, 13] una
red;
mira
se pisotea como los peces. El hombre temeroso no lo[19]
puede distinguir por el terror’.
Ciertamente,
la gente disminuyó y
quien pone a su hermano en la tierra se encuentra[20]
[II, 14] en cualquier lugar; La palabras[21]
de los sabios huyen y no quieren demorarse. Ciertamente, al biennacido[22]
se le niega su reconocimiento y el nacido de su señora se ha convertido en el
hijo de su sirvienta.
[III,
1] Ciertamente, el desierto invade[23]
la tierra; los nomos quedaron devastados y los extranjeros del exterior llegaron
a Egipto.
Ciertamente,
se alcanzó . . . . . [III, 2] . . . . .
No
existe, en verdad, gente[24]
en ninguna parte.
Ciertamente,
el oro, el lapislázuli, la plata, la turquesa, la cornalina, amatista,
el mineral ‘ibht’ lucen [III, 3] excelentemente en los cuellos de las
sirvientas
mientras las riquezas están esparcidas por la tierra.
Las
señoras de la casa dicen: ‘Desearíamos para nosotras algo que pudiéramos
comer[25]’.
Ciertamente
. . . [III, 4] . . . de las mujeres nobles
cuyos
cuerpos padecieron por los andrajos;
cuyos
corazones se acobardaron en los saludos . . . . .
[III,
5] Ciertamente, las cajas de ébano son destrozadas;
la
madera noble es rota en pedazos.
[III,
6] Ciertamente, los constructores de pirámides se convirtieron en agricultores;
y los que estuvieron[26]
en la barca del dios[27],
están sujetos a ella.
Ciertamente,
nadie navega al norte hacia [III, 7] Kepeny [Biblos] hoy. ¿Qué es lo que
nosotros vamos a hacer con respecto a los árboles de cedro para nuestros nobles
difuntos con cuyos productos los sacerdotes deben ser enterrados y los grandes
embalsamados [III, 8] con sus ungüentos desde tan lejos como Creta y no vienen[28]?.
Se carece de oro. Se han terminado . . . . . los materiales de todos los
trabajos. [III, 9] Se ha despojado . . . . . de la casa real [v.p.s.] ¡Que
grande es que los habitantes de los oasis vengan portando sus ofrendas festivas,
esteras, pieles, plantas ‘rdmt’, [III, 10] . . . . . grasa de aves . . . . .
Ciertamente, Abu [Elefantina], Tinis, . . . . . el dominio del Alto
Egipto, no han pagado las tasas a causa de [III, 11] la disensión. Se carece de
grano ‘sprt’, carbón vegetal, azurita [?], madera ‘maau’, madera
‘nut‘ y zarzas. Los trabajos de los artesanos se echan en falta; [III, 12] .
. . . . completas[29]
[?] del palacio. ¿Para qué sirven las casas del tesoro sin sus impuestos? Pero
en verdad, el corazón del rey es bueno cuando vienen los productos para él. Y,
ciertamente, cuando [III, 13] cualquier país viene es nuestra agua[30],
es nuestra fortuna. ¿Qué es lo que podemos hacer con respecto a ello? ¡Es la
ruina!
Ciertamente,
la risa cesó [III, 14] y no se creará más.
Es
un gemido lo que hay a través de la tierra, mezclado con lamentaciones.
Ciertamente,
cualquier muerto[31]
es como quien existe; quienes
eran [IV, 1] egipcios se han convertido en extranjeros a quien se muestra el
camino.
Ciertamente,
el pelo se cayó a todos.
No
se distingue al biennacido de aquel que no lo tiene para él[32].
Ciertamente,
uno es aturdido [IV, 2] por el
ruido y la voz no es clara en los años de ruido. No existe el final para el
griterío.
Ciertamente,
el grande y el humilde dicen: ‘Deseo mi muerte’.
Los
niños pequeños [IV, 3] dicen: ‘Él[33] no debió permitir que viviera’.
Ciertamente,
los hijos de los grandes son lanzados contra las paredes;
los
hijos deseados[34]
son colocados en las tierras altas.
[IV,
4] Ciertamente, quienes estaban en la casa del embalsamamiento son colocados en
las tierras altas; el secreto de los embalsamadores se está revelando en ellas.
Ciertamente,
[IV, 5] esto que podía verse ayer, eso desapareció; la tierra se abandonó a
causa de su esterilidad e igualmente el corte del lino.
Ciertamente,
[IV, 6] toda la tierra pantanosa del delta no puede ser ocultada[35];
Tamehu puso la confianza en los senderos pisados[36].
¿Qué
[IV, 7] puede hacer uno? No ha ocurrido que . . . . . en cualquier lugar.
Se
dice: ‘Maldito está el lugar de los secretos divinos [?]’.
Atiende,
está en manos de quienes lo desconocían como de los hombres que lo conocen.
[IV,
8] Los extranjeros son expertos en los trabajos de las tierras pantanosas.
Ciertamente,
los ciudadanos se sitúan en las piedras de moler;
aquellos
que vestían [IV, 9] lino fino fueron golpeados con palos;
quienes
no podían ver el día salieron sin oposición.
Oh
aquellas que estaban en los dormitorios de sus maridos, [IV, 10] dejadlas que
duerman en balsas de tablas . . . . .
Digo[37]
que es más duro para mí que los tablones que portan mirra.
[IV,
11] Cargadlas[38]
llevando jarras con . . . . . Permitid que conozcan el palanquín,
pero los reposteros son quienes lo han destruido.
No
tiene [IV, 12] remedio.
Del
mismo modo que las sirvientas, las mujeres nobles sufrieron;
las
músicas están en las habitaciones dentro de los vestuarios;
lo
que pueden cantar [IV, 13] a Meret[39]
son lamentos.
Aquellos
que narraban historias trabajan[40]
en las piedras de moler.
Ciertamente,
todas las sirvientas son rudas en su lenguaje,
pero
cuando hablan [IV, 14] sus señoras, son más pesadas que las sirvientas.
Ciertamente,
los árboles se talaron; las ramas se descortezaron.
El
hombre[41]
lo ha abandonado todo incluso los sirvientes que pertenecían a [V, 1] su casa.
La
gente dirá[42]
cuando lo escuche:
‘Se
ha destruido un abundante sustento[43]
[?] para los niños.
No
hay alimento para . . . . .
[V,
2] Y en el día de hoy ¿Cómo va a ser su gusto hoy?.
Ciertamente,
los grandes están hambrientos y padecen,
mientras
los asistentes son servidos;
.
. . . . [V, 3] a causa de las lamentaciones.
Ciertamente,
el hombre de temperamento[44]
dice:
‘Una
vez que haya conocido donde está dios, entonces le serviré’.
Ciertamente,
la justicia se dispersa[45]
a través de [V, 4] la tierra en el nombre suyo;
aquello por lo cual actuaba poniendo orden es una falta.
Ciertamente,
los corredores y el combatiente protegen los bienes [?] [V, 5] del ladrón[46]
mientras se toma posesión de todas sus pertenencias.
Ciertamente,
todos los rebaños de cabras tienen sus corazones llorando;
los
ganados se lamentan a causa del estado de la tierra.
[V,
6] Ciertamente[47], los hijos de los grandes son lanzados contra las
paredes; los hijos deseados son colocados en las tierras altas.
Jnum
[Khnum] se lamenta [V, 7] a causa de su aburrimiento.
Ciertamente,
el terror mata y el temeroso dice:
‘Es[48]
un traidor quien actúa contra vuestros enemigos’.
Además,
son pocos <. . . . .> [V, 8] <. . . . .>.
¿Es[49]
por el seguimiento del cocodrilo [?] junto con su cazador?
¿Es
por la matanza de unos leones asados al fuego?
¿Es
[V, 9] por la humidificación de Ptah quien toma posesión . . . . . ?
¿Por
qué le dais? No se puede alcanzar.
Lo
que le dais es ciertamente una miseria.
Ciertamente,
los sirvientes [V, 10] . . . . . merodean a través de la tierra
y
el poderoso envía mensajeros a cualquiera.
Un
hombre golpea a su tío materno[50].
¿Qué
se está haciendo? Digo [V, 11] a un desventurado.
Ciertamente,
los caminos están bloqueados y los senderos vigilados;
Los
hombres se sientan en los arbustos hasta que viene el viajero nocturno
[V,
12] con la intención de capturar a sus porteadores[51].
Se
roba lo que lleva, se le apalea[52]
y se le mata sin razón.
Ciertamente,
[V, 13] lo que podía verse ayer, eso desapareció; la tierra se abandonó a
causa de su esterilidad e igualmente el corte del lino[53].
Los
plebeyos, que pudieron salir, [V, 14] vuelven
desolados[54]
. . . . .
¡Ojalá,
fuera el fin de los hombres!.
Que
no se conciba, ni [VI, 1] se dé a luz[55], entonces la tierra dejará de gritar
y
no habrá alborotadores.
Ciertamente,
uno se alimenta de hierba arrastrada en el agua.
[VI,
2] Para las aves no se encuentra grano ni hierba;
Es
tomado . . . . . de la boca de los cerdos;
la
cara, tú no la haces amigable[56]
hacia un hombre [VI, 3] bajo la hambruna.
Ciertamente,
la cebada ha perecido en todos los caminos;
se
despoja de los vestidos y no se unge con aceites.
Todos
[VI, 4] dicen: ‘No hay nada’.
El
almacén quedó vacío y su guardián tendido sobre la tierra,
como
un asunto feliz para mi corazón[57]
...
[VI,
5] Ojalá, pues, hubiera alzado mi voz en este momento
para
que él me hubiera salvado de la penosa situación en la que estoy[58].
Ciertamente,
de la cámara santa, han sido eliminados [VI, 6] sus escritos,
el
lugar de los secretos que estaba[59]
allí ha sido expoliado.
Ciertamente,
las palabras mágicas se divulgaron,
los
encantamientos y los conjuros [VI, 7] fueron ineficaces a causa de que son
repetidos por la gente.
Ciertamente,
las oficinas están abiertas y son sustraídos sus inventarios.
La
gente común y los siervos se han convertido en poseedores [VI, 8] de siervos.
Ciertamente,
los escribas han sido asesinados y sus escritos sustraídos.
¡Ay
de mí, a causa de la miseria en esta época!
Ciertamente,
[VI, 9] de los escribas del catastro, sus escritos se han destruido;
el
grano de Egipto es propiedad común[60].
Ciertamente,
las leyes [VI, 10] de la cámara son arrojadas fuera
y
sobre ellas se camina en los lugares públicos.
Los
humildes las quebrantan en [VI, 11] las calles.
Ciertamente,
el humilde arribó al dominio de la enéada divina;
el
procedimiento de las mansiones de los 30 se ha divulgado.
[VI,
12] Ciertamente, la cámara grande está saturada[61];
los
humildes van y vienen por las grandes mansiones.
Ciertamente,
[VI, 13] los hijos de los grandes fueron abandonados en las calles;
el
sabio dice ‘si’ y el ignorante dice ‘no’;
aquel
que no lo ha conocido, está complacido[62].
[VI,
14] Ciertamente, quienes estaban en la casa del embalsamamiento son colocados en
las tierras altas;
el
secreto de los embalsamadores se está revelando en ellas[63].
[VII,
1] Mirad, ciertamente, el fuego ascendió a las alturas
y
su ardor sale contra los enemigos de la tierra.
Mirad,
que ciertamente, se han hecho cosas que no habían ocurrido desde hacía tiempo;
ha
sido depuesto [VII, 2] el rey por los humildes.
Mirad,
quien había sido enterrado como un halcón está en un féretro de madera[64];
aquello
que ocultó la pirámide quedó vacío[65].
Mirad,
que ciertamente, se ha privado a la tierra [VII, 3] de la realeza por unos pocos
hombres que ignoran las costumbres.
Mirad,
que ciertamente, se ha caído en rebelión contra el uraeus,
.
. . . . de Ra, quien pacifica [VII, 4] las Dos Tierras.
Mirad,
el secreto de la tierra, cuyos límites se desconocían, se divulgó,[66]
y
la residencia puede ser derribada en un momento.
Mirad,
Egipto se puso [VII, 5] a verter agua;
quien
vertió agua en la tierra ha atrapado al poderoso en la miseria.
Mirad,
Qerehet[67]
ha sido sacada de sus agujeros
y se han divulgado los secretos de[68]
[VII, 6] los reyes del Alto y Bajo Egipto.
Mirad,
la Residencia vive[69]
en el temor por la miseria y los señores pueden promover disputas sin oposición[70].
[VII,
7] Mirad, la tierra se ha agrupado en cuadrillas y
del valiente[71],
el cobarde toma posesión de sus cosas.
Mirad,
el espíritu con forma de serpiente . . . . . a los inertes[72];
[VII,
8] quien no pudo fabricar un sepulcro posee[73]
una tumba.
Mirad,
los dueños de lugares puros son expulsados a las tierras altas;
quien
no se pudo fabricar un sarcófago posee una tesorería.
[VII,
9] Mirad, ciertamente, estas transformaciones de la gente[74]:
quien
no se pudo construir ni una habitación posee muros.
Mirad,
los magistrados de la tierra son expulsados de la tierra
y
. . . . . son expulsados de las casas [VII, 10] de los reyes.
Mirad,
las mujeres nobles van[75]
en balsas y los grandes están en el almacén;
quien
no pudo dormir en los muros posee un dormitorio.
Mirad,
el rico [VII, 11] pasa la noche sediento;
quien
pedía para él sus desperdicios posee cuencos repletos.
Mirad,
quienes poseyeron vestidos van[76] en harapos;
quien
no pudo tejer para sí mismo [VII, 12] posee lino fino.
Mirad,
quien no se pudo construir un barco ‘imemu’
posee barcos ‘aha’;
su
propietaria los mira, pero ya no están en su poder.
[VII,
13] Mirad, quien no tuvo sombra posee sombra
mientras
que los que poseyeron sombra están sometidos a los azotes de las tormentas.
Mirad,
quien desconocía la lira posee un arpa;
[VII,
14] quien no pudo cantar para sí mismo, glorifica a Meret.
Mirad,
quienes poseyeron vasos de bronce,
no
se adorna una jarra ‘hnu’ para ninguno de ellos.
Mirad,
quien pasaba la noche [VIII, 1] sin mujer por privación, encuentra mujeres
nobles[77];
quien
no podía ver [?] por sí mismo, ha permanecido . . . . .
Mirad,
quien no poseyó bienes es un hombre rico
[VIII,
2] y un noble lo reverencia.
Mirad,
los pobres de la tierra se han convertido en ricos
y
quien poseyó bienes es un indigente[78].
Mirad,
los cocineros[79] [VIII, 3] se han convertido en amos de los reposteros;
quien
era un mensajero envía a otro.
Mirad,
quien no pudo tener un pastel propio posee un granero
y
es suministrado [VIII, 4] su almacén con los bienes de otro.
Mirad,
quienes estuvieron calvos y aquel que no tenía aceites
se
convirtió en alguien que posee jarras de mirra dulce.
[VIII,
5] Mirad, aquella que no pudo tener un cofre, posee mobiliario;
la
que miraba su cara en el agua posee un espejo.
Mirad,
, pues, . . . . .
Mirad,
un hombre es feliz comiendo [VIII, 6] su alimento.
Consume
tus cosas con alegría mientras no haya nada que te lo impida. Es beneficioso
para un hombre comer su alimento. Dios lo ordena para [VIII, 7] aquel a quien ha
favorecido.
. . . . . [aparece una línea en blanco] . . . . .
Mirad,
que aquel que ignoró a su dios[80]
hace un ofrecimiento con el incienso de otro.
No
conoce . . . . .
Mirad,
[VIII, 8] las mujeres nobles, las grandes
y
aquellas que poseen riquezas dan sus hijos para los dormitorios.
Mirad,
pues, un hombre . . . . . [VIII, 9] una mujer noble como esposa después que el
padre de ella lo ha protegido;
la
que no . . . . . lo mata.
Mirad,
los hijos de los magistrados son . . . . . ;
[VIII,
10] Los erales[81]
de sus vacas son para los ladrones.
Mirad,
los siervos comen de los ganados[82];
los
miserables . . . . . ladrones.
[VIII,
11] Mirad, quien no pudo matar para sí, sacrifica toros;
quien
desconocía el grabado [?] mira . . . . . [VIII, 12] todo . . . . .
Mirad,
los siervos comen los gansos
que
se dan a los dioses en vez de bueyes.
Mirad,
las sirvientas . . . . . [VIII, 13] hacen ofrendas de aves
mientras
las mujeres nobles . . . . .
Mirad,
las mujeres nobles huyen y los supervisores de . . . . . [VIII, 14]
sus
. . . . . son abatidos por el miedo a la muerte.
Mirad,
los altos cargos de la tierra huyen
y
no hay <. . . . .> para ellos por privación; el poseedor de . . . . .
Mirad,
[IX, 1] quienes poseyeron dormitorios están en los suelos;
quien
durmió en la suciedad es quien se extiende una alfombra de piel.
Mirad,
las mujeres nobles padecieron el hambre[83]
mientras
los siervos se sacian [IX, 2] con lo que fue preparado para ellas.
Mirad,
ninguna oficina está en su lugar
y
del mismo modo los rebaños vagaron sin sus pastores.
Mirad,
los rebaños van descarriados[84] y ningún hombre puede reunirlos[85];
[IX,
3] Cada hombre intenta traerse aquellos que han sido marcados al fuego con su
nombre.
Mirad,
un hombre es asesinado cerca de su hermano
y
lo abandona[86]
para salvar su pellejo.
Mirad,
[IX, 4] quien no tuvo un tiro de caballos posee una manada;
quien
no pudo encontrar para sí bestias de tiro posee un rebaño.
Mirad,
quien no tuvo semillas propias posee graneros;
[IX,
5] quien trajo para sí el grano ‘Tbt’
es el que hace que brote.
Mirad,
quien no tuvo subalternos propios posee arrendatarios;
quien
era un grande hace sus propios recados.
Mirad,
de los poderosos de la tierra, nadie [IX, 6] es informado
y
los planes de la gente se frustraron[87].
Mirad,
los artesanos no han trabajado
y
los enemigos de la tierra echan a perder su artesanía[88].
[IX,
7] Mirad, quien observó[89] la recolección, no ha podido conocer nada de ella;
quien no pudo arar para sí . . . . .
.
. . . . se ha transformado y no es informado;
el
escriba [IX, 8] se sienta en su oficina, pero[90]
sus manos están holgazanas dentro de ella.
Destruye
. . . . . en su tiempo. Un hombre mira [IX, 9] . . . . . su adversario; quien es
enfermizo trae la frescura a las cosas calientes . . . . . el miedo. No [IX, 10]
. . . . . Están los miserables [IX, 11] . . . . . no amaneció sobre él.
Destruye
. . . . . se toma su alimento de sus manos [IX, 12] . . . . . miedo de su
terror. Los ciudadanos solicitan . . . . . al mensajero, pero no [IX, 13] . . .
. . el tiempo. Es capturado cargado con sus pertenencias, es apartado . . . . .
quien pasa por su entrada. [IX, 14] . . . . . la parte más externa del muro en
la oficina; las habitaciones tienen halcones reales . . . . . Será el ciudadano
quien despierte[91] [X, 1] habiendo amanecido sobre él sin que esté
amedrentado[92]
. . . . .[93] Lo que han hecho son tiendas, [X, 2] como las de los
extranjeros.
Destruid
la realización de aquello a causa de lo cual alguien fue enviado por los
asistentes en las misiones de sus señores sin que estén amedrentados[94].
Mirad, son cinco hombres. [X, 3] Ellos dicen[95]:
‘Id por el camino que habéis conocido[96],
nosotros acabamos de llegar’.
Llora,
pues, delta. El almacén del rey es una propiedad común[97]
[X, 4] para todos. Toda la casa real [v.p.s.] está sin sus servidores. Ella tenía
la cebada y el trigo, las aves y los peces; tenía ropa blanca y lino fino,
cobre y aceites; [X, 5]; tenía alfombras y esteras, . . . . ., palanquines y de
toda clase de trabajos hermosos los trabajos hermosos . . . . .[98]
En cuanto a <. . . . .>[99]
[X, 6] en la casa real [v.p.s.] no se carecerá . . . . . eso.
Destruid
a los enemigos de la noble residencia, cuyos magistrados son espléndidos . . .
. . [X, 7] en él como . . . . . Que ciertamente el supervisor de la ciudad
pueda caminar sin su escolta.
Destruid
a los enemigos de la noble residencia, [X, 8] cuyos . . . . . son espléndidos.
Destruid
a los enemigos de esa noble residencia cuyas leyes son abundantes . . . . . [X,
9] . . . . .
Destruid
a los enemigos [X, 10] de esa noble residencia . . . . .
Destruid
a los enemigos de esa noble residencia . . . . . [X, 11] en la que nadie puede
permanecer.
Destruid
a los enemigos de esa noble residencia cuyas oficinas son numerosas.
Verdaderamente . . . . .
[X,
12] Recordad la inmersión . . . . . quien está en pena, padecerá en su
cuerpo. Respetad a . . . . . [X, 13] en su dios; protege[100]
la palabra . . . . . sus hijos; el renombre <. . . . .>.
Recordad
que [XI, 1] . . . . . el granero, se fumigue con incienso, se ofrezca agua en
una jarra por la mañana temprano.
Recordad
que se traigan los gansos cebados, gansos ‘terepu’ y [XI, 2] gansos ‘set’,
que se haga una presentación de las ofrendas divinas de los dioses.
Recordad
que se mastique el natrón, se prepare el pan blanco por un hombre el día de
humedecer la cabeza.
[XI,
3] Recordad que se erijan los mástiles, se graben las piedras de ofrendas, que
los sacerdotes purificadores limpien[101]
los templos y la mansión divina sea emplastada como la leche, [XI, 4] que el
perfume del horizonte despida fragancia y se perpetúen las ofrendas.
Recordad
que se observen las reglas y se adapten las fechas; que se expulse a aquel que
se presente [XI, 5] en el servicio de sacerdote con el cuerpo impuro[102].
Esto es realizarlo mal. Esto es la corrupción del corazón . . . . . el día
delante de[103] la eternidad, <. . . . .> . . . . . [XI, 6] los
años conocidos.
Recordad
que se sacrifiquen los bueyes . . . . .
Recordad
que se saquen . . . . . [XI, 7] a quien habéis llamado[104];
que se coloquen los gansos en el fuego . . . . . mensajero, jarra [XI, 8] . . .
. . el borde de la corriente . . . . . [XI, 9] . . . . . ropajes . . . . . [XI,
10] . . . . . se coloquen . . . . . para propiciaros . . . . . [XI, 11] . . . .
. quien carece de gente . . . . . Ra ordenó . . . . . [XI, 12] . . . . .
muestra respeto . . . . . al oeste para disminuir . . . . . por . . . . .
Mirad,
¿Por qué busca [XI, 13] modelar a
los hombres[105], si no se puede distinguir un tímido de un violento?
Cuando trae la frialdad sobre las cosas calientes [XII, 1] se dice: ‘Este es
el pastor de todos. No existe el mal en su corazón. Sus rebaños son pocos,
pero para reunirlos ha pasado el día’. [XII, 2] ¡Oh el fuego de sus
corazones! Ojalá hubiera percibido su naturaleza desde la primera generación,
entonces hubiera reprimido el mal, extendido el brazo contra él y destruido
[XII, 3] su semilla y sus herencias. Como se desea dar a luz más que ello, la
pena llegó y la necesidad está en todos los caminos. Esto es así. [XII, 4] y
no podrá finalizar mientras los dioses estén en medio de ellos. De las mujeres
del pueblo sale la semilla y por el camino no se encuentra nadie. El combatiente
salió y [XII, 5] quien debía reprimir los males es quien los comete[106].
No se llama al piloto en su momento. ¿Donde está hoy?¿Es que está dormido?.
Mirad, [XII, 6] no se ve su poder.
Si[107]
hemos sido consumidos, no te podré encontrar y nadie se podrá dirigir a mí en
vano [?] <. . . . .>[108]
contra la destrucción [XII, 7] de este corazón[109].
Ahora[110], . . . . . están en la boca de todos. Hoy,
ciertamente, el miedo <. . . . .> un millón de hombres. No se podrá ver
. . . . [XII, 8] contra los enemigos . . . . . en su cámara exterior por la que
se entra al templo . . . . . [XII, 9] después que hubo llorado . . . . . quien
hace alarde de aquello que dice . . . . . [XII, 10] La tierra no ha caído . . .
. . son incendiadas las estatuas y son destruidas sus tumbas . . . . [XII, 11]
Ve los días . . . . . todos. Quien no ha hecho para sí mismo . . . . . entre
el cielo y la tierra teme a causa de todos.
[XII,
12] <. . . . .>[111] en aquel que detestas tomar. Hu[112],
Sia[113]
y Maat[114] están contigo. [XII, 13] Lo que dejaste esparcido a
través de la tierra es la confusión y el ruido de los alborotadores. Mira un
hombre está agrediendo a otro y se transgrede lo que has ordenado. Si tres
hombres van [XII, 14] por el camino y se encuentran con dos hombres, son los más
numerosos quienes matan a los de menor número. ¿Hay algún pastor que desea la
muerte? Entonces debes ordenar que se actúe, que [XIII, 1] se debe responder
por amor cuando el otro odia[115].
Esto
significa que se reduce su número en todos los caminos. Es que es así como has
actuado para provocar eso[116],
[XIII, 2] has mentido. La tierra es una mala hierba que destruye a la gente y
nadie ha pensado en sobrevivir. Durante todos estos años se ha vivido[117]
en contienda. [XIII, 3] Un hombre puede ser asesinado en su terraza. Vigila en
su casa de la frontera: ¿Es valeroso?, se salva. Significa que vive.
[XIII,
4] Cuando un sirviente de las casas fue enviado a los ciudadanos, marchó por
los caminos hasta que vio la inundación. Si el camino se anegó, [XIII, 5]
queda apenado: Es probable que se le robe lo que lleva encima, se le apalee y se
le asesine sin razón. ¡Ojalá degustaras[118]
un poco [XIII, 6] de sus miserias, entonces dirías . . . . . [XIII, 7] entre
otro en un muro . . . . . [XIII, 8] . . . . . los años . . . . . [XIII, 9] . .
. . .
Es,
pues, ciertamente bueno ver que los barcos navegan al sur . . . . . [XIII, 10] .
. . . . roba . . . . .
Es,
pues, ciertamente bueno ver que . . . . .
[XIII,
11] Es, ciertamente, bueno ver que se arrastra la red y se recogen las aves . .
. . .
Es,
ciertamente, bueno ver que son restauradas[119]
[XIII, 12] las momias [?] para ellos y los senderos permiten pasear.
Es,
ciertamente, bueno ver que las manos de los hombres construyen pirámides,
[XIII, 13], se excavan canales y se plantan arboledas con árboles para los
dioses.
Es,
ciertamente, bueno ver que la gente se emborracha, que beben el licor ‘myt‘[XIII,
14] con sus corazones felices.
Es,
ciertamente, bueno ver que un grito de júbilo está en las bocas. Los magnates
de los distritos están en pie viendo el griterío [XIV, 1] desde sus casas,
vestidos con lino fino; quienes muestran respeto[120]
están al frente y quienes crean prosperidad están en medio de ellos.
Es,
ciertamente, bueno ver que los camastros [XIV, 2] están extendidos y los
reposacabezas de los grandes son sujetados sin peligro. La necesidad de
cualquiera está cubierta con un lecho en la sombra y [XIV, 3] una puerta se
cierra tras aquel que dormía entre arbustos.
Es,
ciertamente, bueno ver que el lino fino está extendido durante el día [XIV, 4]
de Año Nuevo . . . . . en la orilla . . . . . el lino . . . . . [XIV, 5] . . .
. . los árboles, los ciudadanos . . . . .
.
. . . . [XIV, 10] . . . . . en medio de ellos [XIV, 11] como los asiáticos . .
. . . sus planes que concluyeron para [XIV, 12] ellos. No se encuentra a nadie
que quiera alzarse protegiéndolos . . . . . Cada hombre lucha por su hermana y
protege [XIV, 13] su pellejo. ¿Son nubios? Entonces nos protegeremos[121],
pues son numerosos los combatientes para repeler a los arqueros. ¿Son los
habitantes de Timehy? [XIV, 14] Entonces nos volveremos[122],
pues los ‘medyai’ están contentos en Egipto.
¿Por
qué cada hombre está matando a su hermano? Las tropas [XV, 1] que reclutamos
para nosotros, que se ha convertido en arqueros, cayeron para destruirnos. Lo
que ha sucedido por ello es permitir que los asiáticos conozcan el estado de la
tierra, [XV, 2] sin embargo todos los extranjeros la temen[123].
La experiencia de la gente dice: ‘Egipto no será entregado a las arenas’.
Es
fuerte [XV, 3] . . . . . dice a vosotros después de los años . . . . . lo
destruye él mismo. Quien permanece alimenta sus casas. [XV, 4] . . . . . para
alimentar a sus hijos . . . . . [XV, 13] en exceso de provisiones. . . . .
Lo
que ha dicho Ipuwer cuando respondió a la majestad del señor del Universo:
‘[XV, 14] . . . . . todo el rebaño. Quien lo ignora es como aquel que tiene
el placer en su corazón[124].
Has hecho lo que era bueno en sus corazones y has alimentado a las gentes con
ello, pero ellos cubren [XVI, 1] sus rostros por temor al mañana.
Había
una vez un anciano antes de que muriera y su hijo era un joven sin
conocimientos. [XVI, 2] Comenzó . . . . . no abrió su boca para hablar . . . .
. ante vosotros. Lo tomáis como el destino del muerto. Llora [XVI, 3] . . . . .
va . . . . . [XVI, 12] . . . . . después de vosotros. Está la tierra . . . . .
[XVI, 13] . . . . . en cada camino. Si se llama a . . . . . Llora, pues, . . . .
. [XVI, 14] . . . . . Entra en las mansiones del ka, se incendian las estatuas .
. . . . los cadáveres y momias. [XVII, 1] . . . . . [XVII, 2] de administrar
los trabajos.
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