LOS
ELEGIDOS
Capítulo
final.
El
Legado de Marika-re.
El
Rey se hallaba en su despacho consultando el último censo realizado en
el valle del Nilo. Las cifras alegraban los corazones. Varios años de
crecida regular, cosechas generosas gracias a una correcta administración
del agua de regadío, súbditos bien alimentados. Con esos datos todo
hacía prever años de bonanza en las construcciones reales.
Por
otro lado, las obras marchaban a buen ritmo. En dieciocho años de
reinado los templos estaban casi concluidos. Muy pronto el pueblo le
exigiría la celebración de la Fiesta Sed para que el soberano pudiera
renovar el poder que le habían legado los dioses con las energías
necesarias mediante los ritos de regeneración. Su secretario particular
le anunció la llegada de Trooncothep. “Que pase enseguida”. - Ordenó.
El
rey se levantó del despacho para recibir personalmente a un viejo
amigo.
-
Me alegro que por fin podamos hablar sin temor a que te descubran. Toma
asiento y cuenta lo que has visto. ¿Has cumplido la misión que te
encomendé?.
-
Con toda mi entrega, Señor.
-
¿Quién es, en tu opinión, el más preparado de todos los Elegidos
para ocupar la Jefatura de los Secretos?.
-
Amsy, sin duda.
-
Necesito que me lo relates detalladamente, adelante, disponemos del
tiempo necesario.
-
Todo fue cuestión de paciencia y casualidad. Al principio se mostraron
reacios a hablar conmigo. Un soldado de a pie es poca cosa para ellos.
Hasta que recurrí al truco que muy oportunamente me enseñaste,
hablarles de la conquista del gran sur como una campaña dudosa para tu
reputación.
Como
no podía ir de buenas a primeras contando todo lo que se me ocurriera,
sin caer en las sospechas de los otros centinelas, me los fui llevando
uno a uno a las casas de cerveza primero y después a la de vida alegre.
Para
mi ha representado un sacrificio, ya que no estoy acostumbrado a beber
tanto. Tengo fuertes ardores de estomago a causa de ello, los riñones
afectados y el hígado dolido, pero creo que ha merecido la pena.
-
Los médicos te atenderán debidamente en
mi nombre. Por favor, continúa.
-
Gracias, Señor. De los cofrades probados por este sistema casi todos
demostraron avidez a la hora de conocer los grandes secretos de estado,
Mhetperé incluido.
Este
es un caso particular que creo debe merecer tu atención. Aunque es un
asiduo de las casas de placer, soltero, casi nunca se acuesta con las
prostitutas. Se limita a obtener informaciones por su
cuenta a través de los altos personajes que allí confluyen. Es
astuto, constante y muy activo.
-
Creo haberlo elegido bien para la misión en el extranjero. Seguirá
ocupando la dirección de la cofradía cuando llegue pasado mañana,
además de otras funciones para el servicio de inteligencia. Háblame de
Amsy. – Dijo
el Rey.
-
Posee la mayoría de las cualidades necesaria para ser nombrado Jefe de
los Secretos. Sobre todo la discreción. Ama su trabajo donde resulta
inigualable. Es hombre de probada rectitud. Tiene una capacidad innata
para mando que desconoce por el momento, y una gran curiosidad natural
combinada con inteligencia sobrada.
De
todos ellos fue el único en rechazar mis confidencias por encontrarlas
inmorales para tus súbditos. En verdad me asombra su honradez.
-
Me resultas de una ayuda impagable Trooncothep, has resuelto una parte
importante de mis dudas.
El
Rey, acostumbrado sobradamente a dar órdenes, ordenó sus pensamientos.
-
Todavía queda una cuestión pendiente.
-
El escultor Remen-ai ha solicitado su ingreso en la cofradía. ¿Qué me
aconsejas?. Se ha casado con Isa-si-nut, la perfumista. Comprendo que
para él tiene que resultar una situación enojosa el vivir excluido de
las cámaras secretas.
Es
uno de los mejores escultores de la meseta, sería una pena
desperdiciarlo, máxime cuando vamos a necesitar más artesanos para
concluir la obra
antes de lo previsto.
-
Puedes nombrarlo artesano de la cofradía, siempre y cuando delegues los
asuntos más confidenciales en su esposa. Me parece la solución menos
drástica. Por sí mismo no posee la madurez suficiente.
-
Los honores son tuyos una vez más, General Trooncothep-mene-apesadhumbre.
Obró sabiamente mi padre, el Gran Acohjoneph II, quien
recorre los caminos de Nut, al designarte General de los ejércitos
del sur.
-
Y Tú. Ohh Gran Soberano, si me permites la indiscreción, en rescatarme
del anonimato de la reserva para darme ese inmenso honor de servirte.
-
Hay otro asunto que llama mi real atención. Llegan rumores de las malas
relaciones entre cofradías. No es que vea mal un poco de competencia
entre los grupos
por destacar como lo mejores servidores de Jefke, pero la frase
del otro día acusando de imperfectos a los muchachos me parece
aberrante.
¿Crees
que el problema crecerá como crecen las malas hierbas entre el
sembrado?. ¿Cómo han reaccionado los Perfectos ante tamaña ofensa?.
– Preguntó el Rey.
-
Al principio con buen humor. Exceptuando a la pintora Nanit que vive un
mal momento anímico.
Sin embargo, Majestad, esta
mañana ha aparecido una nueva frase que lo resume todo:
INFELICES
SON LOS OLVIDADOS
-
Me temo Señor que la guerra entre artesanos no ha hecho más que
comenzar.
El
inconmensurable rememoró el día en que se constituyó la cofradía
Felices de Jefke, cuando todos, incluido Él, eran todavía muy jóvenes.
Después fueron formándose las otras cofradías, fruto de una preparación
meticulosa y los Felices se vieron desplazados de aquellos trabajos más
delicados a nivel artístico.
Pese
a todo, esos hombres seguían siendo leales a su Rey. Trabajaban con
ilusión, sin esperar grandes recompensas a cambio.
-
Me enfrento a otra dificultad de difícil solución. Puedo tomar medidas
drásticas para atajar el problema de raíz. Sin embargo me temo que no
es la solución adecuada para la buena marcha de los trabajos. ¿Me
equivoco?.
-
En absoluto, Gran Rey. Las medidas disciplinarias poco pueden hacer ante
la envidia, los celos o la mezquindad humana.
-
¿Qué me propones General?.
-
Aún a costa de provocar tus iras, me atrevo a pedirte que repartas los
privilegios con más equidad entre todos los grupos.
-
Gracias viejo amigo. Te recompensaré con una jubilación dorada por tu
abnegación. Pide lo que más deseas.
-
Mi mayor anhelo es volver al Delta con mi esposa y dos hijos. Deseo
vivir de forma pacífica el resto de los días que me quedan, si me
lo permites Majestad. Piensa siempre que soy tu más leal súbdito,
no dudaré en entregar mi vida por ti.
El
general se quedó pensativo, al igual que el soberano.
-
La ausencia de avaricia es extraordinaria en ti, Trooncothep. ¿Cuándo
volverán a nacer personas con ese temple?.
-
Hay a tu alrededor muchas más de esas personas de lo que puedas
imaginar.
-
Eres sabio, viejo y zorro. Te admiro. Tu deseo será cumplido. Puedes
retirarte.
-
Un momento, se me olvidaba, cuando llegues a la obra dile a Sherit-re
que deseo verla cuanto antes.
El
viejo zorro abandonó el despacho cargado
de turbación. ¡Por fin puedo regresar a casa!. - Pensó con
alegría. Esa era su mayor recompensa después por supuesto de la del
deber cumplido.
El
Soberano contenía la ansiedad en los interminables momentos que tardaba
en llegar su amante preferida. “Es muy ingrato el oficio de Rey, la
tarea abrumadora, el peso asfixiante”, ayyyysssss..., suspiró.
-
¿Por qué lo has hecho Nanit?. ¿Has pensado en las graves
consecuencias que
puede traer esa acción?. – Le amonestó Mhetpere.
-
Me dan igual las consecuencias. ¿Y sabes por qué?. Porque estoy harta,
harta de todo esto. No se trata sólo de los celos de esos relamidos
infelices, pues así es como hemos de nombrarlos.
También
estoy hasta las narices de este agujero oscuro. Escúchame atentamente
director. Desde este momento presento mi dimisión como miembro de la
cofradía. Si, Mhet, has oído perfectamente.
-
¿Quieres más motivos?. Pues bien. Me voy porque deseo una vida
libre, sin tener que estar continuamente guardando los secretos,
sin temor a buscar marido entre
cualquier grupo profesional. Y sobre todo, pintar para que los
demás aprecien mi arte.
A
partir de hoy podré ejercer la pintura al aire libre, para que todo
aquel que desee verlo pueda hacerlo. Es una decisión meditada de hace
tiempo. Nada podrá cambiarla.
-
No podemos retenerte en contra de tu voluntad. La primera norma de esta
cofradía es aceptar la libertad de cada miembro de seguir en ella o
abandonarla.
Puedes irte cuando quieras. Puedes volver cuando lo desees, las
puertas están abiertas para ti. Has demostrado talento. Has entregado
tus mejores años al servicio de una causa noble. Te deseo suerte en mi
nombre y el de los demás.
La
pintora experimentó un alivio desconocido hasta entonces. Se alejó de
allí con mucha calma, dejando los objetos personales para el día
siguiente, cuando se despidiera formalmente de todos.
Sherit-re
llegó a las estancias privadas de Jefke con un grueso fajo de papiros
bajo el brazo.
-
¿ Qué traes hoy, adorada mía?
-
Toda la antología poética de Marika-re. Finalmente he podido reunirla
en estos papiros.
-
Ohh, Marika-re, mi autor predilecto. Fue un gran poeta. Su sensibilidad
era tan sutil que parecía tener alma de mujer. Una gran pérdida para
la escritura jeroglífica, sin duda. Acércate Flor De Loto, para
susurrarme los más bellos
versos. Pon música en mis oídos como sólo tu sabes hacerlo y
sumérgeme en las delicias del amor.
Tras
unos minutos de lecturas apasionadas los papiros enrollados rodaron por
el suelo de la alcoba. Era momento de llevar a la práctica las
sensaciones evocadas por tan bellos poemas.
Las
medidas adoptadas por el Rey para corregir los desmanes de los artesanos
dieron frutos finalmente. Concedió a todos por igual una suba de
salario, una
pequeña mastaba y la posibilidad novedosa de rotación en las
zonas de trabajo.
Ahora
podían entrar al complejo unos pocos elegidos de las cofradías
implicadas, aportando ideas, preparando objetos rituales, revistiendo
las paredes de adobe con mucha mayor calidad de acabado.
El
escultor Remen-ai pudo entrar como miembro de pleno derecho en la cofradía.
Se llevó la sorpresa de su vida cuando le asignaron la tarea más
codiciada de todas.
Hacerse
cargo de las formaciones rocosas Los Amantes Imposibles para instalarlas
correctamente debajo de la fuente de Las Aguas Puras. Un trabajo de gran
responsabilidad, según le contó Mhet cuando se lo encargó.
Por
supuesto que no se le dieron más detalles sobre el significado de
aquella maravilla natural, ni técnicos, ni rituales, pero podía darse
por contento.
El
corazón de la señora Nefisis finalmente se paró tras meses de intensa
lucha. Amsy, fue llamado a palacio ese mismo día. Volvió a casa con el
rostro descompuesto por la impresión.
Jamás
deseó verse mezclado en los asuntos del estado, no lo buscó, no lo
pidió. El nombramiento le llegó entre protestas reprimidas ante la
magnanimidad del Rey del Kemet.
-
Tú lo sabías Sinuit. ¿Por qué no me lo dijiste?.
-
Mi madre me pidió que no lo hiciera. Lo siento Amsy. He sufrido por
ello.¿Te consuela saber que no estarás solo en esa tarea?. El cargo es
compartido.
-
¿Con quien?.
-
Conmigo.
El
escriba sorprendido le preguntó a su esposa el por qué de aquel
nombramiento compartido.
-
Tanto Nefisis como Jefke han sabido entender lo muy unidos que estamos
para todo. Te
conozco Amsy y sé que no podrías ocultarme secretos, al igual
que a mí me cuesta hacerlo.
-
Sólo se me ocurre una cosa en este momento y es la cara que pondrá
Mhetpere cuando se entere que seremos sus superiores en esta tarea y él
seguirá siendo director de la cofradía, es decir, nuestro superior jerárquico
en el trabajo.
-Dijo
el escriba a su esposa.
-
Ironías del destino, supongo. – Contestó la esposa.
-
Que todos los dioses nos ayuden. – Finalizó Amsy.
El escriba y su esposa se hicieron cargo de la jefatura de los
secretos de Su Majestad a las pocas semanas de la pérdida de Nefisis.
Una vez embalsamada y depositada en una
mastaba correspondiente a su rango, Nempermuy que todavía la
amaba en silencio procedió a sellar la tumba y pronunciar las últimas
fórmulas de resurrección.
Acto
seguido los familiares y allegados mas íntimos de la Señora
procedieron igualmente a celebrar una merienda copiosa en la antesala de
la mastaba. Lo
hicieron en honor al Ba de Nefisis como mandaba la tradición.
Desearon
que tuviera un buen tránsito por los caminos de Nut y Osiris. Que
disfrutara de banquetes como aquellos allí donde el viaje por las
estrellas la llevara en cada momento.
Pero
nadie derramó una sola lágrima porque la ocasión no lo requería, a
no ser la pequeña Didia-re que solicitaba su ración de pecho y un poco
mas de atención de los presentes con sus pataleos dentro de la cesta de
mimbre.
Sinuit
y Nanit, Amsy, Didia-re, Nempermuy el padre de
las muchachas, Nebet la madre de Amsy, ya anciana. El secretario
particular de Nefisis y tres de los ministros de Su Majestad que habían
tenido buenas relaciones con la difunta.
Comieron
y bebieron hasta bien estrada la noche. Después de recogerlo todo
dejaron la antesala muy limpia y se despidieron del lugar con profundas
reverencias.
Una
mañana llegó Nanit de visita a las obras, luciendo un embarazo de
varios meses. En el fondo todavía apreciaba aquel ambiente de camaradería.
Se interesó por los trabajos, charló con sus hermanas y hermanos
cofrades, les contó sus actividades en el exterior, donde se defendía
perfectamente pintando viviendas de nobles o nuevos ricos. Estaba casada
con un funcionario de poca monta y pronto nacería su primer hijo.
Poco
antes de abandonar el recinto se fijó en la mayor de todas las frases,
la única que permanecía en el muro exterior sin temor a ser expuesta:
DICHOSOS
SON TODOS SUS
SERVIDORES ( DE JEFKE )
Anexo
Las verdaderas conquistas de Nubia.
La
campaña comenzó a prepararse durante el año catorce de Jefke. Hasta
entonces sólo se tenía dominio de una pequeña parte del norte de
Nubia, poco más arriba de la primera catarata.
El
General Trooncothep-mene-apesadhumbre, al mando de las tropas del sur,
fue llamado a consultas por su Majestad, para elaborar un plan
meticuloso de conquista que valiese de una vez por todas.
Tras
elaborar y ser aprobado el plan definitivo, el general volvió al
acuertelamiento y preparó una división de élite. La división se
desplazó en un avance lento, hasta situarse entre la tercera y cuarta
cataratas. Su principal misión consistió en sembrar disturbios
entre las tribus de más al sur, con ataques sorpresa durante la noche.
Se
desplazaban de una a otra zona, provocando la confusión de los jefes de
tribu nubias, que en aquel momento se encontraban desorganizadas. La
maniobra de engaño fue poco a poco desplazando a los clanes guerreros
hacia la zona de los disturbios. Entonces el Rey dio orden de avanzar río
arriba y ocupar las aldeas principales sin demasiados problemas con todo
el ejército de Ra en la segunda estación del decimoséptimo año de
reinado.
Cuando
las tribus nubias se dieron cuenta del engaño, era demasiado tarde para
entablar una batalla de antemano perdida.
Fue
necesaria la negociación a cambio de la paz. El rey se mostró generoso
con los vencidos, dejando que los jefes de tribu continuaran siéndolo e
impidiendo toda muerte innecesaria. La desventaja numérica de los
nubios no daba lugar a exigencias.
Jefke
mandó erigir de inmediato la estela de la victoria. Una estela que
hablaba de grandes luchas, de batallas hasta el amanecer, del papel
decisivo del Rey
al ser el primero en levantar la espada.
En
realidad sus “conquistas” en el profundo Sur se limitaron más a las
bellezas locales (a las que apreciaba por la piel oscura y senos
generosos ), que a los aguerridos jefes de tribu. De hecho en el Harén
de Menfis habitaban algunas de aquellas conquistas tan necesarias para
su maltrecho Ka.
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