LOS
ELEGIDOS
5-
Amantes Imposibles (o el inesperado viaje de Mhetpere).
Poco
a poco fueron llegando los miembros de
“Perfecta es la Perfección de Ra” al taller principal. Las
conversaciones fueron intrascendentes, para evitar en lo posible el
nerviosismo. Curiosamente también acudieron cuatro canteros de la
cofradía “Felices de Jefke”, el Arquitecto real Menepshimu y un
guardia ataviado de gala llamado Trooncothep.
Nadie
osaba abrir la boca para preguntar los motivos. Están muy acostumbrados
a no hablar más de lo preciso cuando las ocasiones lo disponían así.
La
estrella Swemmk marcaba la proximidad de la medianoche. Tan
puntual como era costumbre apareció la señora Nefisis ayudada
por su secretario personal. Se la veía fatigada, caminaba con
dificultad. Nefisis dio instrucciones al secretario para que la esperase
en la puerta del taller.
-
Una vez que llegue adentro mi hija me ayudará a caminar. Ocúpate de
que se cumplan los actos en el exterior tal y como han sido concebidos.
Nanit
se acercó a su madre para ayudarla a caminar. Se fueron hacia el centro
del taller. La jefa de los secretos de su Majestad pidió atención a
los presentes para pronunciar un discurso.
-
Nos hemos reunido hoy en esta sala para revelar lo que se ha denominado
vuestra misión trascendental para el presente y futuro del Kemet.
Pueden proceder los canteros a retirar el último bloque de capiteles.
Debajo se halla la entrada a la Cámara de las Aguas Puras, donde
trabajaréis a partir de este día.
Un
rumor de satisfacción recorrió el lugar. La mirada severa de la señora
Nefisis disuadió a los presentes de manifestar su júbilo.
Los
cuatro Felices de Jefke trabajaron en silencio. Nanit se preguntó de
donde les vendría el apelativo de “Felices” , ya que en ningún
momento anterior los había visto sonreír. Ni siquiera cuando dejaban
el trabajo para ir a comer.
Por lo general se mostraban huraños con los “Perfectos”, dando la
impresión de guardarles cierto sentimiento de envidia. Si era así
nunca lo habían manifestado abiertamente.
Arrastraron
el pesado bloque sobre un trineo, desplazándolo lo justo para dejar
abierta la bajada a la cámara. Después se retiraron del taller con
caras lúgubres.
Nefisis
pidió a Isa-si-nut los inciensos purificadores. Comenzó un complejo
ritual iniciático para comprometer definitivamente a los cofrades en el
secreto más absoluto.
-
Este es el gran momento. Si alguno o alguna desea abandonar el proyecto
todavía está en tiempo de retirarse, sin que ello suponga perjuicio
alguno.
Los
presentes llevaban años aguardando aquel momento. Entrarían en aquella
cámara aún si les pidieran una mano a cambio. El silencio fue unánime.
Todos deseaban continuar hasta el final.
A
una orden de Nefisis el soldado tomó una de las diez mechas y bajó las
escaleras. Realizó una inspección que le llevó unos pocos minutos,
después asomó la cabeza por el hueco, declarando que todo estaba en
orden. Entonces bajó Isa-si-nut con otra mecha y dos frascos que contenían
esencias muy concentradas. Se adentró por el túnel a una buena
distancia para esparcir las esencias. Al poco rato los aromas alcanzaron
las narices de los que estaban esperando impacientes arriba.
La
mente de Amsy comenzó a trabajar veloz. En aquella reunión había un
grupo muy reducido de trabajadores del Rey. Ni altos funcionarios, ni
sacerdotes. Ningún allegado de su Majestad, ningún consejero ni
notable. Sólo los miembros de la cofradía, con la jefa de los secretos
al mando. Sin embargo la excepción estaba muy presente en la persona
del soldado veterano, ataviado como el que más.
También
le intrigaba el papel de Isa-si-nut, la que parecía conocer demasiado
bien el lugar, así como los pasos a seguir sin aparentemente recibir
instrucciones. Donde había estado la muchacha aquellos trescientos días
de ausencia era un completo misterio, como tantos.
-
Podéis bajar -declaró Nefisis.
Fueron
tomando las mechas, bajaron con precaución ante lo desconocido y
comenzaron a caminar por un túnel abovedado construido en adobe. El
tramo del túnel por el que avanzaban comenzó a curvarse elípticamente
hacia la izquierda. Parecía largo, como de trescientos codos o más.
La mecha del soldado alumbraba más adelante en lo que parecía una cámara
de tamaño mediano de forma cilíndrica, sin inscripciones.
Los
olores magistrales ayudaban a perder la sensación de claustrofobia que
invadía a algunos. Amsy
cruzó una mirada interrogatoria con el zorro viejo, quien se limitó a
sonreír con disimulo. Esperan por Nefisis y Nanit que avanzaban con más
lentitud. El arquitecto habló por vez primera.
-
Nos encontramos en la mitad
del camino. A partir de ahora seguiremos por otro túnel de igual
longitud pero con la curvatura hacia el lado derecho. Podéis hacer las
preguntas que consideréis oportunas.
La
primera en preguntar fue Nanit.
-
¿Tendremos aire suficiente para trabajar?.
-
El suministro de aire fresco está garantizado por un sistema de
ventilación que no puedo revelar. Aunque busquéis las aberturas no las
hallaréis, pero entra mucho aire fresco en estos pasadizos.
Nefer-nefer-sere,
un escultor de los Perfectos hizo la segunda pregunta.
-¿Por
qué el adobe y no la piedra?.
El
arquitecto sonrió y contestó:
-
Por un motivo muy sencillo, joven. Este complejo comenzó a ser
construido a cincuenta codos de profundidad sobre la roca viva buscando
las Aguas Primordiales de la Creación Suprema. Lo que encontramos
fueron las aguas subterráneas que amenazaban con destruir toda la obra.
De
ninguna manera se podría plasmar pintura ni texto alguno con semejante
humedad. Así que su Majestad estimó a sugerencia de los arquitectos
que fuera construida con adobe, entre la arena a quince codos de la
superficie para evitar la putrefacción de los murales.
-
¿Por que se ha dado forma curva a los pasadizos, dejando una cámara
cilíndrica a modo de punto de inflexión?. – La pregunta correspondía
a Sherit-re.
-
Muy buena observación, muchacha. La forma obedece a la disposición con
la que el cosmos ha creado los habitáculos de las estrellas.
-
¿En qué va a consistir exactamente nuestro trabajo?. -
Preguntó el director de la cofradía, Mhetpere.
-
Contestaré a esa pregunta cuando lleguemos al final del recorrido.
En
el exterior toda la cofradía Felices de Jefke trabajaban apurados para
levantar alrededor del Templo del Ka un muro protector de miradas
indiscretas.
Munipher-ananks-kefe
refunfuñaba al lado de su compañero.
-
Llegan estos Perfectos de pacotilla a realizar lo que nos correspondería
a nosotros por derecho de antigüedad. Has estado conmigo desde que
Menepshimu nos eligió para construir el complejo subterráneo. Ahora
llegan estos con la cara fresca para decorarlo.
-
Lo mismo que nos ocurrió cuando terminamos la cámara intermedia de la
Morada del Dios. Parece ser nuestro destino, comenzar los trabajos para
que los demás los vean terminados. - Dijo Menkherese-re, el otro
artesano.
-
Sí, en aquella ocasión les tocó decorarla a la cofradía “Plenitud
del Nilo”, otro grupo de artesanos relamidos. ¡Todas las alimañas
tienen suerte!. Declaró Munipher.
-
Por si fuera poco a estos les permiten la incorporación de mujeres. ¿Qué
andarán haciendo por las oscuridades de ahí abajo?. - Preguntó
Menkherese-re .
-
Qué mal pensado eres hermano. – Le dijo Munipher con cierta ironía.
-
Piensa mal y acertarás. – Le replicó Menkherese-re.
Los
habitantes del subsuelo no tenían tiempo para pensar en escarceos
amorosos. Se encontraban en la cámara de mayor tamaño del complejo,
observando con asombro como manaba un chorro de agua desde el techo
abovedado de adobe a través de un caño de bronce que caía
directamente en un cuenco de diorita con desagüe.
Tanto
Sherit-re como Amsy recordaban la experiencia de unos días atrás junto
a Remen-ai, cuando este declaraba haber escuchado un rumor de agua
debajo del altar.
El
arquitecto tampoco reveló nada acerca de aquella fuente inverosímil.
Por lo demás respondió cortésmente a la pregunta de Mhetpere.
-
Vuestro trabajo aquí consistirá en cubrir absolutamente todo el adobe
con una capa de yeso pulido. Tras realizar esa tarea, comenzaréis a
decorar con escenas y textos las dos cámaras y los dos pasillos de
suelo a techo.
-
Pero, todavía no disponemos del plan de trabajos, no hay escritos, ni
papiros que nos orienten. – Dijo Nanit con cierta preocupación.
-
Porque oficialmente este lugar no existe -declaró el arquitecto real.
-
¿Dónde está el proyecto decorativo?. – Preguntó Amsy curioso.
-
En vuestros corazones. – Dijo el Rey sorprendiendo a todos durante
aquellas aclaraciones.
La
sorpresa fue grande cuando vieron al Inconmensurable Jefke
penetrando en la sala sin escoltas ni secretarios.
-
El proyecto está en vuestros corazones. Os ordeno que hagáis de estas
dependencias el lugar más bello que nunca haya visto Rey alguno.
Realizadlo sin consultar a nadie más que a vuestros compañeros, según
dicten las leyes de la imaginación, la armonía y la sabiduría que habéis
adquirido. Que así sea.
Fueron
saliendo del agujero poco a poco. Las sorpresas de la noche acababan de
comenzar. Una mesa perfectamente repleta de manjares los aguardaba. El
Rey pidió con dulzura a Sherit-re que compartiera mesa a su lado.
La
señora Nefisis se colocó por el otro lado del monarca y Mhet se sentó
a continuación. Frente a él estaba Amsy.
En
un momento avanzado de la comida nocturna legó el secretario de Nefisis
para darle una noticia al oído. Se puso muy seria al principio. Al rato
esbozó una sonrisa de plena satisfacción. Lo despidió y se dirigió a
su yerno.
-
Amsy, tu esposa acaba de dar a luz una niña preciosa.
El
escriba solicitó permiso para ir a casa. El rey lo felicitó
personalmente, permitiéndole
dejar la mesa para ir a ver a su esposa e hija recién nacida. Salió
corriendo sin temer los demonios de la noche.
Jefke
se dirigió con amabilidad a su jefa de los secretos.
-
Nefisis, se que estás deseando de corazón ver a tu nieta. Por favor,
será un honor que mis
porteadores te lleven en silla de manos.
El
Rey tomó un escarabajo sagrado de su pecho y lo depositó en la mano de
Nefisis.
-
Ha nacido en la noche de Swemmk,
la estrella imperecedera, le aguarda un buen porvenir. Dale este amuleto
para protegerla bien.
-
Llega cuando mi estrella languidece, Señor, mas me
alegra el poder conocerla.
-
Ve pues a dar la bienvenida a una generación nueva Nefisis.
-
Gracias Señor. – La dama se aparto lentamente, ayudada por su hija a
caminar para llegar hasta la silla de manos del Rey.
¿Qué
extraño motivo llevaba a Mhetpere a palacio por vez primera en su
vida?. Tenía que entrevistarse con la señora Nefisis en su despacho.
Aguardó muy poco tiempo antes de ser recibido.
-
Te he hecho venir para que conozcas tu próxima misión en el
extranjero.
La
cara de Mhet se puso tensa. ¿Significaba que lo apartaban de la cofradía
ahora que el trabajo más interesante estaba por comenzar?.
-
Oficialmente partes para el Líbano en una misión comercial. La próxima
semana saldrá una flota de naves madereras en busca de troncos para la
construcción de templos. Pero tu misión no será la de comerciante.
El
viaje está íntimamente ligado a la cámara de las Aguas Puras. Deberás
tratar en secreto con el primer ministro Soronko sobre la concesión de
Los Amantes Imposibles. Dispondrás de una cierta cantidad de oro para
negociar, pero has de saber
que el éxito dependerá de tu habilidad más que de ese oro.
La
Jefa de los Secretos explicó a fondo todo lo concerniente al viaje, así
como la naturaleza del tan extraño nombre de Amantes Imposibles.
Mhet
daba otro paso de gigante, aunque en esta ocasión le hubiera gustado
quedarse para ayudar a esbozar las ideas con sus compañeros.
La
designación de Amsy como director provisional de la cofradía, máxime
en un momento tan decisivo, fue lo más duro de digerir para él durante
la entrevista.
En
casa de Sinuit dos damas dormían plácidamente la siesta pocos días más
tarde, la pequeña Didia-re
y su abuela Nefisis agotada por el intenso calor de la tarde. Los
esposos Amsy y Sinuit, sentados en la misma estancia donde las damas
reposaban sobre esteras de
hoja de papiro, charlaban en voz baja para no molestar. La abuela yacía
tendida, de lado, cara a la niña, asiéndole una manita.
Amsy sonreía satisfecho ante esa imagen. “Es preciosa”, decía
de su pequeña.
-
Últimamente
viene cuando puede a ver a la niña. Está encantada de poder atenderla,
a veces me ayuda a lavarla. Sin embargo su salud ha empeorado mucho. Me
temo que pronto dejará el reino de los vivos.
-
Amsy,
no sé si contártelo. Creo que ente nosotros no debe haber secretos
aunque todas las leyes del estado dicten lo contrario. Por eso te diré
lo que me ha contado mi madre.
-
Ya
no tiene reparos en hablarme de su trabajo. Todo aquello que durante años
se fue callando, incluso para sus nosotras que somos sus hijas.
-
En
primer lugar me ha dicho que Nempermuy es nuestro padre. Sí, ¿Te
asombra que el antiguo inspector de todas las obras del Rey haya sido
amante de Nefisis?. A mí me ha dejado de piedra. No entiendo por qué
rechazó la propuesta de matrimonio que él le hizo varias veces. Quizá
fue por causa de su alta y comprometida función.
-
Otras
muchas cosas me ha dicho sobre todos estos años al lado de Jefke. Lo
que más me asombra es el verdadero motivo del viaje que hará Mhet próximamente
al Líbano. Creo que a finales de semana.
Al escriba le picó la curiosidad.
-
Eso cuéntamelo, por favor.
- Tiene que negociar una compra
con el gobierno libanés al margen de la expedición maderera. Se trata
de unas extrañas formaciones rocosas desconocidas para nosotros a las
que llaman los Amantes Imposibles. Deben de ser sobrecogedoras. Son dos
rocas terminadas en punta a las que el agua con el paso de los siglos
incontables ha ido añadiendo mineral gota a gota. Una suspende del
techo, la otra se ha formado justo debajo. Parecían dispuestas a
encontrarse un día, pero un extraño capricho de la naturaleza ha
detenido el flujo de las gotas de agua justo a la distancia de cinco octavos de codouna
medida perfecta para encontrar la armonía celeste.
-
¿Para qué sirven? -preguntó Amsy.
-
Para hacer correr por ellas las aguas puras de la cámara secreta. Después
se practicará una perforación desde el gran altar en la superficie,
para que los rayos de sol pasen por entre los dos picos cada año el
mismo día de la coronación del Gran Rey.
-
Y obtener así el inmenso caudal de energía necesaria para dominar las
fuerzas vivas del universo- dedujo el escriba.
-
Por lo menos es lo que se pretende -aclaró Sinuit.
Poco
antes del viaje, Mhet bajó
al complejo subterráneo para despedirse de sus compañeros.
-
Una verdadera pena. Tengo que irme ahora que empieza el trabajo de
verdad. Una oportunidad única en la vida desperdiciada por un viaje sin
importancia.
-
No hables así Mhet. Será poco tiempo. Además inicias la carrera
diplomática.
- ¿Llamas poco tiempo a una estación?.
¿No serás el artífice de esta encerrona?. ¿ Pretendéis quitarme de
en medio?.
-
Nada tengo que ver en ello. Si lo dices por mi nombramiento provisional
como director de la cofradía estás equivocado. No lo he pedido. Me
gustaría ser el mismo de siempre con los pinceles. Cuando vuelvas te
cederé gustosamente el mando.
-
Espero que así sea hermano.
Por
una vez los Felices de Jefke estaban radiantes. Nanit lo vio con sus
propios ojos. ¡Se reían! . A poca distancia se celebraba una curiosa
procesión.
Los
cofrades de “Armonía Cósmica”
arrastraban en un trineo la estatua de Rey en forma de esfinge de
cuatro codos
de longitud. El problema radicaba en que la estatua se había malogrado
por la imprudencia del artesano y su ayudante que no calcularon bien el
veteado de la piedra.
Era
pues una estatua casi concluida a la que se le partió la cabeza de
cuajo, inutilizándola completamente. Tal y como determinaba la tradición
de los artesanos canteros esa piedra estaba “muerta”. Por tanto,
como difunta iba a ser sepultada para que nadie pudiera utilizarla jamás
con otro fin.
Una
docena de cofrades la transportaba hacia la fosa abierta en el exterior
de los templos.
Los
dos artífices de la tragedia caminaban con la cabeza baja justo detrás
de ella, avergonzados por el perjuicio causado y un poco más atrás el
maestro de todos con las palmas vueltas hacia los cielos, como
implorando o pidiendo alguna clase de explicación.
-
“¿Por qué a mí?. Ohh, dioses, por qué?. No era este precisamente
el momento, cuando llevamos tanto retraso en la entrega de las
estatuas”.
Los
Felices disimulaban su alegría como buenamente podían, cuando el
cortejo les pasó cerca.
-
Menos mal que el cosmos distribuye con justicia. - Declaró con sorna
Munipher-ananks-kefe cuando los perdieron de vista. Las carcajadas
fueron estrepitosas.
En
los aposentos más íntimos de Jefke la escriba Sherit-re daba lectura a
la obra poética de Nefer-Any-tophis, con cadencia melodiosa. El
Inconmensurable estaba embelesado por la muchacha.
Ella
trataba de mantener una prudente distancia, pero el Rey era también un
especialista en materia de amores. No se dejó llevar por las prisas. Se
sumió en la meditación de las palabras recitadas, alabó la dicción
de la muchacha, su inteligencia y cultura, hasta que, poco a poco fue
sucediendo lo inevitable. Acabaron en el lecho real muy bien
compenetrados.
Jefke
pidió a la chica que volviera pronto, la necesitaba para alivio
espiritual, “Por las muchas tensiones a las que estoy sometido, piensa
que sólo tu puedes darme esa plenitud que tanto añoro”.
-
Lo haré Majestad, aunque me gustaría continuar con el trabajo, si me
lo permites. Espero seguir cumpliendo la misión que me has
encomendado al lado de mis hermanos.
Se
fue de palacio para el
trabajo pensando en las palabras de Jefke.
“Será
cerdo. Casado con la reina Tumethep, su prima, con un harén nutrido de
las mejores bellezas del país y parte del extranjero, las nobles a sus
pies y todavía se atreve a hablarme de consuelo espiritual”.
“Todos los hombres son iguales por soberanos que se crean”.
Meses
después el complejo subterráneo comenzaba a cambiar el color pardo del
adobe por el blanco del yeso pulido. La cámara cilíndrica intermedia
ya estaba revestida. Podía comenzar el trabajo decorativo propiamente
dicho.
Los
cofrades se reunieron allí para idear el plan decorativo. Surgieron
incluso las ideas descabelladas. Algunos sugerían romper con las
representaciones reales habituales, que situaban al soberano de perfil.
“Qué barbaridad, romper el hieratismo de esa manera”, declararon
los más puristas.
Isa-si-nut
destapó un frasco de una esencia desconocida hasta el momento. La sala
se inundó de olores campestres. Tal pareciera que se encontraban en
alguna rivera frondosa del delta.
-
¿ No os dais cuenta?.- Preguntó Nanit. - Es como si paseáramos en
barca entre los bosques de papiro. Esta sala puede representar
perfectamente ese espacio abierto.
-
Yo sugiero otra forma de entender la proyección estelar de esta sala.
Propuso Sinuit.
- Como dijo el arquitecto
Menepshimu este complejo representa la casa de las estrellas, pues
hagamos honor a ello y representemos la armonía cósmica. Propongo una bóveda
celeste.
Aprobaron
proceder de esa manera. La sala albergaría la representación estelar
de la galaxia donde se alojaba Swemmk.
Esa
decisión sentó como una puñalada a Nanit. Su hermana llevaba poco
tiempo incorporada al trabajo y de repente se ganaba la aprobación de
todos. ¿No le bastaba con ser feliz?. Lo tenía todo, esposo, una niña
preciosa y las confidencias de Nefisis.
Nanit
sintió por vez primera, desde que la aventura del saber comenzara
tiempo atrás, que ya no sentía admiración por aquel grupo de compañeros
y todo cuanto representaban. Una pequeña crisis personal amenazaba con
afectarla.
El
maestro Amsy ordenó que los trabajos de esbozo dieran comienzo. Quedaba
así inaugurada una nueva etapa artística en el país del Kemet.
-
Dejaremos la cámara de las Aguas Puras para cuando llegue Mhetperé. En
pocas semanas vendrá el cargamento de cedros del Líbano que traerá a
nuestro director, con algún objeto muy importante para los propósitos
del Rey.
Cuando
abandonaron el complejo al final del día se quedaron estupefactos ante
la gamberrada cometida. Una frase con caracteres enormes en la tapia
circundante que rezaba:
IMPERFECTOS SON LOS ELEGIDOS
El ánimo de la pintora Nanit acabó de rodar por los suelos.
El Legado de Marika-re |