Las
aventuras de Unamón (Unamun)
Este
relato de aventuras que traducimos en su totalidad se conserva en el papiro
de Moscú 120. Al parecer fue encontrado
en el-Hiba en una jarra junto con otros documentos. Nos narra la historia de un
capitán de navío que viaja a Oriente medio para traer madera para la braca
sagrada de Amón.
[1,
1] En el año 5 de reinado, el cuarto mes de la estación de ‘shemu’, el día
6, el día de la partida que llevo a cabo el mayor del portalón de la casa de
Amón [1, 2], el señor de los tronos de las Dos Tierras, Unamón, para traer
madera para la gran y noble barca sagrada de Amón, el rey de los dioses, que
está sobre [1, 3] el río, cuyo nombre es ‘Amon-userhat’.
El
día de mi llegada a Tanis [1, 4], donde viven
Smendes
y Tanetamón, les entregué las cartas de Amón, el rey de los dioses. Ellos [1,
5] hicieron que fuera leída en su presencia y ambos dijeron: ‘¡Voy a
hacerlo!, del modo que Amón, el rey de los dioses, nuestro [1, 6] señor, ha
dicho’.
Permanecí
hasta el cuarto mes de la estación de ‘shemu’ en Tanis hasta que Smendes
[1, 7] y Tanetamón me enviaron fuera con el jefe de los barcos Mengebet.
Descendí al [1, 8] mar
de Jaru [Siria] en el primer mes de la estación de ‘shemu’ y llegué a Dyr,
una ciudad de [1, 9] Chakar,
donde Badyr, su grande, hizo que se me trajeran 50 panes, una jarra de vino [1,
10] y una pata de buey.
Uno
de los hombres de mi barco huyó después de robar [1, 11] un vaso de oro de 5
debenes, 4 vasos de plata de 20 debenes y un saco de plata de 11 debenes, [1, 12] en total 5 debenes de oro y 31 debenes
de plata.
Cuando
me levanté por la mañana fui al lugar [1, 13] donde estaba el grande y le dije
así: ‘¡He sido robado en tu puerto!. Tú eres el grande de esta tierra y [1,
14] su administrador. Busca mi plata. La plata, pertenecía a Amón-Ra, el rey
de los dioses, el señor de las Dos Tierras, a Smendes, a Herihor, mi señor y a
otros [1, 15] grandes de Egipto. Ahora te pertenecería, pertenecería a Uaret,
a Mekermer, a Chekerbaal y al [1, 17] grande de Kepeny [Biblos].
Me
respondió: ‘¿Eres ignorante o demasiado listo?
Mira, [1, 18] no conozco la respuesta a lo que me has dicho. Si hubiera sido un
ladrón que perteneciera a mi tierra quien [1, 19] hubiera descendido de tu
barco y hubiera robado tu plata, entonces la reemplazaría de mi almacén hasta
que se [1, 20] encontrara al ladrón fuese cual fuese su nombre, pero el ladrón
que te ha robado, es tuyo, pertenece [1, 21] a tu barco. Pasa algún tiempo aquí,
cerca de mí, y lo buscaré.
Pasé
9 días amarrado [1, 22] en su puerto, fui a su presencia y le dije: ‘Mira, no
has encontrado mi plata. [1, 23] Déjame marchar con los capitanes de barco y
quienes quieran ir al mar’.
Me
respondió: ‘Cállate ... [1, 24] escucha mis palabras ... lo que te diga [1,
25] ...en donde estés llenarás tus ... llenarás ... [1, 26] hasta que hayan
ido en busca del ladrón que la robó ... [1, 27] ... el puerto. Mira ... [1,
28] Dyar [Tiro].
Salí
de Dyar [Tiro] al amanecer ... [1, 29] al señor Chekerbaal, el grande de Kepeny
[Biblos] ... [1, 30] el barco y encontré 30 debenes de plata en él y los cogí
... [1, 31] vuestra plata y se quedará conmigo hasta que hayáis encontrado ...
[1, 32] que lo cogió. Vosotros no lo habéis robado, pero lo cogeré ... [1,
33] Ellos se marcharon y yo levanté una tienda para mí a la orilla del agua en
el puerto de Kepeny [Biblos] ... [1, 34] ... ‘Amón, el del camino’ y puse
sus pertenencias dentro de ella. El grande de Kepeny [Biblos] me envió
mensajeros diciendo: ‘Márchate de [1, 35] mi puerto’. Y le envíe
mensajeros diciendo: ‘ ... [1, 36] ... para transportarme. Haz que se me mande
[1, 37] a Egipto de vuelta’.
Pasé
29 días en su puerto y durante ese tiempo estuvo enviándome mensajeros cada día
diciendo: ‘Márchate [1, 38] de mi puerto’. Ahora, cuando estaba ofreciendo
a sus dioses, la divinidad tomó a uno de sus [1, 39] muchachos mayores y lo
puso en trance. Él le dijo: ‘Lleva al dios hacia arriba. Trae al mensajero
que lo lleva [1, 40]. Es Amón quien lo envía. Es él quien lo ha hecho
venir’.
Mientras
el hombre en trance estaba en éxtasis durante la noche, encontré [1, 41] un
barco que se dirigía a Egipto y cargué todo lo mío en él. Miré [1, 42] al
crepúsculo diciendo: ‘Cuando descienda la luz cargaré al dios para no
permitir que lo vea otro ojo’.
El
[1, 43] supervisor del puerto vino a mí diciendo: ‘Espera hasta mañana’
– ha dicho el grande -. Y le respondí: ‘¿No eras tú quien [1, 44] pasaba
el tiempo viniendo a mí cada día a decirme ‘Márchate de mi puerto’?.
Ahora dices ‘Espérate esta noche’ [1, 45] para conseguir que el barco que
he encontrado se marche y volver a decirme ‘Vete de vuelta’.
Se
marchó y habló [1, 46] al grande. Y el grande envió mensajeros al capitán
del barco diciendo: ‘Espera hasta mañana’ ... ha dicho [1, 47] el grande.
Cuando
llegó la mañana envió mensajeros y me llevó a la parte de arriba mientras el
dios descansaba en la tienda [1, 48] en la que estaba a la orilla del agua. Lo
encontré sentado en la cámara superior vuelta [1, 49] su espalda hacia una
ventana y las olas del gran mar de Jaru [Siria] rompían [1, 50] detrás de él
y le dije: ‘Que te bendiga Amón’.
Me
respondió: ‘¿Cuánto tiempo hace desde que viniste del lugar en donde [1,
51] está Amón?. Y le respondí: ‘Cinco meses hasta hoy’.
Me
dijo: ‘Justo’ ¿Dónde [1, 52] está el despacho de Amón que estaba en tu
poder? ¿Dónde está la carta del primer profeta de Amón que estaba en tu
poder?. Y le respondí: [1, 53] ‘Las entregué a Smendes y Tanetamón’.
Se
enfado mucho y contestó: ‘Ahora el despacho [1, 54] y la carta no están en
tu poder ¿Dónde está el barco de madera de cedro que Smendes te dio? ¿Dónde
está [1, 55] su tripulación de Jaru [Siria]?¿No te entregaría a ese capitán
de barco extranjero para hacer que te matara [1, 56] y fueras arrojado a las
aguas? ¿Cómo iban a buscar al dios?. Y tú [1, 57] ¿Cómo habrías sido
buscado?’. Así me habló.
Y
le respondí: ‘¿No es un barco de Egipto? Es tripulación de Egipto la que
navega [1, 58] bajo Smendes. No hay tripulación de Jaru [Siria]’.
Me
habló: ‘¿No hay 20 barcos [1, 59] aquí de mi puerto que negocian con
Smendes? En cuanto a Dydedena [Sidón] [2, 1], el otro lugar por el que has
pasado ¿No hay otros 50 barcos en él que negocien [2, 2] con Uarqatar y
transportan hasta su casa?’.
Me
callé durante un largo rato [2, 3] y me habló diciendo: ‘¿Por qué motivo
has venido?’. Y le respondí: ‘He venido [2, 4] en busca de madera para la
gran y noble barca de Amón, el rey de los dioses. Lo que hizo tu padre [2, 5],
lo que hizo el padre de tu padre, debes hacerlo tú también’. Así le dije.
Y
me contestó: ‘En verdad lo hicieron. [2, 6] Si me entregas algo por hacerlo,
lo haré. Los míos hicieron estos asuntos cuando [2, 7] el faraón [v.p.s.]
hizo que se trajeran 6 barcos cargados con cosas de Egipto y los descargaron en
sus [2, 8] almacenes. Pero tú, ¿Qué me has traído?’.
Hizo
que le trajeran el libro de registros de sus antecesores [2, 9] y que se leyera
en mi presencia. Encontraron 1.000 debenes de plata y bienes de todo tipo que
estaban en el registro [2, 10] y me dijo: ‘Si el gobernador de Egipto fuera el
dueño de lo mío y yo su servidor [2, 11] no hubiera hecho traer plata y oro
para decir ‘Realiza los asuntos de Amón’. No eran unos regalos [2, 12] lo
que él hizo a mi padre. En cuanto a mí, yo no soy tu [2, 13] servidor. Yo no
soy el servidor de aquel que te ha ordenado. Si grito con fuerza en Remenen [2,
14] [Líbano], el cielo se abre y los árboles situados aquí caen a la orilla
del agua. Dame [2, 15] las velas que has traído para conducir tus barcos
llevando la madera hacia Egipto. [2, 16] Dame las cuerdas que has traído para
atar los cedros que yo he talado para ti. [2, 17] ... que yo te haga y las velas
de tus [2, 18] barcos. La madera es demasiado pesada y se romperán. Entonces
morirás en medio de las [2, 19] aguas. Mira, Amón pone un grito en el cielo
cuando quiere colocar a Seth en su proximidad. Ciertamente Amón [2, 20] ha
suministrado las Dos Tierras al completo. Dotó a las demás después de haber
suministrado a la tierra de Egipto de donde viniste. [2, 21] Así los artesanos
salieron de ella para llegar al lugar donde estoy. Así las enseñanzas salieron
de ella [2, 22] para llegar al lugar donde estoy. ¿Qué son esos viajes tontos
que han hecho que emprendas?’.
Le
respondí: ‘[2, 23] Es falso. No es un viaje tonto el que estoy haciendo. No
hay un solo barco que navegue por el río [2, 24] que no pertenezca a Amón.
Suyo es el mar y suyo es el Remenen [Líbano] del que dices: ‘Es mío’. [2,
25] Es próspero para Amon-userhat, la señora de todas las barcas. Fue Amón,
el rey de los dioses quien dijo a [2, 26] Herihor, mi señor: ‘Envíame’. Él
hizo que viniera transportando al gran dios. Y mira, [2, 27] tú has hecho que
el gran dios pasé 29 días atracado en tu puerto. ¿No sabías que estaba aquí?
¿No es él [2, 28] quien era? ¿Estás preparando una disputa por Remenen [Líbano]
cuando Amón es su señor? En cuanto a tu comentario de que [2, 29] los reyes
que estuvieron antes hicieron que se trajera oro y plata, si hubieran tenido la
vida y la salud no habrían traído esas cosas. [2, 30] Ellos hicieron que se
trajeran las cosas en pago por la vida y la salud de tus predecesores. En cuanto
a Amón-Ra, el rey de los dioses, es [2, 31] el señor de la vida y de la salud.
Era el señor de tus predecesores. Pasaron su tiempo de vida ofreciendo [2, 32]
a Amón y tú eres, también, un servidor de Amón. Si tú dices ‘haré’ a
Amón y llevas a cabo sus [2, 33] asuntos, vivirás, prosperarás y tendrás
salud, será bueno para toda tu tierra y tus gentes. No desees [2, 34] para ti
lo que pertenece a Amón-Ra, el rey de los dioses, pues ciertamente, un león
desea sus cosas. Haz que se me traiga un escriba tuyo y enviaré un mensaje [2,
35] a Smendes y Tanetamón, los pilares de la tierra que Amón colocó al norte
de su tierra [2, 36] y harán que se traiga todo lo necesario. Le enviaré a
ellos diciendo: ‘Haced que lo traigan hasta que yo regrese al sur’. Haré
[2, 37] que se te traigan todos tus gastos’. Así le dije.
Entregó
mi carta a su mensajero. Subió la quilla, [2, 38] el mascarón de proa, el
mascarón de popa y otros cuatro maderos más, en total siete, e hizo que se lo
llevaran a Egipto. [2, 39] Cuando el mensajero que había marchado a Egipto
volvió a Jaru [Siria] el primer mes de la estación de ‘peret’, Smendes y
Tanetamón habían enviado [2, 40] 4 jarras de oro y un vaso ‘kakmn’
de oro, 5 vasos de plata, 10 vestidos de lino real y 10 gasas, 500 alfombras,
[2, 41] 500 pieles de toro, 500 cuerdas grandes, 20 sacos de lentejas y 30
cestas de pescado. Ella hizo que se me enviaran 5 vestidos [2, 42] de lino fino,
5 gasas, un saco de lentejas y 5 cestas de pescado.
El
gobernador se regocijó, mandó [2, 43] a 300 hombres y 300 bueyes y colocó
supervisores al frente de ellos para hacer talar los árboles. Se taló y pasó
la estación de ‘peret’ allí [2, 44] amontonada. En el tercer mes de la
estación de ‘shemu’ se cargaron a la orilla del agua. El grande salió, se
situó ante ellos y envió mensajeros [2, 45] diciendo: ‘Ven’. Cuando llegué
a su presencia, la sombra de su parasol me cubrió. Penamón, [2, 46] un
mayordomo suyo intervino diciendo: ‘La sombra del faraón [v.p.s.] ha caído
sobre ti. Él se enfadó [2, 47] con él diciendo: ‘Déjalo’. Cuando fui
llevado a su presencia me habló diciendo: ‘Mira, los negocios que [2, 48] mis
predecesores tenían antes, los he realizado aunque no has hecho lo que tus
predecesores hicieron con los míos. Mira, ha llegado [2, 49] el último de los
maderos y está listo. Actúa según mi deseo y ve a cargarlo ¿No te ha sido
concedido? [2, 50] No vuelvas a mirar el peligro de mis aguas, porque si miras
el peligro de mis aguas, me verás [2, 51] a mí. Y no te he hecho lo que
hicieron a los mensajeros de Jaemuaset cuando pasaron 17 años [2, 52] en esta
tierra y murieron en sus puestos’.
Dijo
a su mayordomo: ‘Llévalo y deja que vea la tumba en la que están [2, 53]
depositados’. Y le respondí: ‘No hagas que lo vea. En cuanto a Jaemuaset,
los hombres que te envió como mensajeros, eran hombres [2, 54] al igual que él.
Tú no tienes, ahora, a ninguno de sus mensajeros aunque digas: ‘Debes ir y
mirar a tus compañeros’. No te alegrarás [2, 55] habiendo mandado construir
una estela con una inscripción que dijera respecto a ello: ‘Amón-Ra, el rey
de los dioses, me envió a Amón-el del camino, su mensajero [2, 46] [v.p.s.] y
a Unamón, su mensajero humano a por la madera de la gran noble barca sagrada de
Amón-Ra, el rey de los dioses. Lo talé [2, 47], lo cargué y suministré mis
barcos y mi tripulación. He hecho que arribaran a Egipto para pedir por mí [2,
58] 50 años de vida de parte de Amón más que lo tenía dispuesto mi
destino’.
Y
si ocurre que otro día un mensajero viene [2, 59] de la tierra de Egipto que
conociera los escritos y pudiera leer tu nombre sobre esta estela, recibirás el
agua de occidente como los dioses que están [2, 60] allí.
Me
dijo: ‘Son muy justas las palabras que me has dicho’. Y le respondí: ‘En
cuanto a las numerosas cosas que me has dicho, si llego [2, 61] al lugar donde
está el primer profeta de Amón y ve tu aportación, te reportará [2, 62] algún
beneficio’.
Me
marché a la orilla del mar en donde estaba la madera depositada y divisé 11
barcos [2, 63] que venían por el mar, que pertenecían a los cheker. ¡Detenedlo!
¡No permitáis que ningún barco [2, 64] parta hacia la tierra de Egipto!. Me
senté y lloré. El escriba del grande vino a mí [2, 65] y me dijo: ‘¿Qué
te pasa?’ Y le respondí: ‘¿No ves a los pájaros por segunda vez
descendiendo a Egipto? [2, 66] Míralos, viajan hacia el delta ¿Hasta cuando
permaneceré aquí abandonado? ¿No ves a aquellos que han venido [2, 67] a
arrestarme de nuevo?.
Se
marchó y lo comentó al grande. El grande se puso a llorar al darse cuenta de
las palabras que le habían dicho. Era [2, 68] un asunto grave. Hizo que su
escriba viniera a mí. Me trajo dos jarras de vino y un carnero. Hizo que se me
enviara [2, 69] a Tinetnit, una cantante de Egipto que estaba con él diciendo:
‘Cántale. No permitas que su corazón se aflija’. Me mandó mensajeros [2,
70] diciendo: ‘Come y bebe. No permitas que tu corazón se aflija y escucha
todo lo que diga mañana’.
Cuando
llegó el día siguiente [2, 71] hizo que se convocara su asamblea y se sitúo
en ella. Dijo a los cheker: ‘¿A qué habéis venido?’ [2, 72] Ellos le
respondieron: ‘Hemos venido siguiendo a los miserables barcos que tú quieres
enviar a Egipto con nuestros enemigos’. [2, 73] Y les contestó: ‘No puedo
arrestar al mensajero de Amón dentro de mi tierra. Permite que lo deje marchar
y vosotros iréis tras él [2, 74] para arrestarlo. Me embarcó y me expulsó
del puerto de su mar.
El
viento me condujo a la tierra [2, 75] de Alasiya [Chipre]. Las gentes de sus
ciudades salieron a por mí para matarme, pero apresuré el paso entre ellos
hacia el lugar en donde estaba Hatiba, [2, 76] la grande de la ciudad y la
encontré cuando salía por una de sus casas camino de otra de ellas. [2, 77] Me
dirigí a ella y dije a la gente que permanecía a su alrededor: ‘¿No hay
nadie de vosotros que entienda las palabras de Egipto? Y uno [2, 78] de ellos
dijo: ‘Yo las conozco’’. Así dijo.
Di
a mi señora que he oído hablar de ella hasta la ciudad en la que está Amón
diciendo: ‘Si se hace [2, 79] una injusticia en cualquier lugar, se hace
justicia en la tierra de Alasiya [Chipre] ¿Se hace el mal aquí cada día?’.
Y ella respondió: [2, 80] ‘¿Qué dices?’ Y le respondí: ‘Si el mar está
furioso y el viento me conduce hacia la tierra en la que vives, [2, 81] ¿Vas a
permitir que me reciban para matarme, a mí que soy un mensajero de Amón? Mira,
a mí pueden buscarme [2, 82] hasta el final de los tiempos, pero en cuanto a la
tripulación del grande de Kepeny [Biblos] a quienes buscan para matarlos ¿No
encontrará su señor [2, 83] 10 tripulaciones a tu cargo y las matará también?
Hizo que se llamara a la gente y me dijo: ‘Pasa la noche ...’.
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