IMPERIO
NUEVO 1560 AC. A 1085 AC.
(Primera parte)
Con
Ahmosis comienza uno de los períodos más importantes de la historia
egipcia, ya que Egipto se convierte en una potencia mediterránea, ya sea
por medio de la vía amistosa o por medio de las hostilidades con los países
asiáticos.
Su
hijo Amenofis I se inclinó por las iniciativas de paz y religiosidad.
Su
sucesor Tutmosis I por el contrario, se dedicó al expansionismo,
conquistando Nubia hasta la cuarta catarata, enfrentando a los hurritas
en Asia y llegando por Palestina y Siria hasta el Eufrates.
Es
bajo su reinado que probablemente se comenzaron los enterramientos en la
región hoy conocida como “El Valle de los Reyes“ en la necrópolis
tebana, y que sería usada como modelo por sus sucesores.
De su matrimonio tuvo una hija llamada Hatshepsut, y de una concubina un
hijo, su sucesor llamado Tutmosis II, el cual debió casarse con su
hermanastra para legitimar su asenso al trono.
Murió al poco tiempo y
sin que su reinado fuera destacable.
Al
quedar viuda Hatschepsut, asume la corregencia en nombre de Tutmosis III,
ya que éste era menor de edad. Este faraón había sido designado por
el mismo Amón al pasar una estatua de dicho dios, frente a él durante
una fiesta procesional.
Tal
era el carácter de esta mujer que se proclamó reina, tomó el poder y
las riendas del gobierno en sus manos, obligando a Tutmosis III a
esperar 20 años para subir al trono.
Al
principio la reina mandó a representar detrás de ella a la figura de
Tutmosis III, pero gustándole el poder y al saberse respaldada por
cortesanos adictos a ella, como el Visir y Gran Sacerdote de Amón
Hapuse, Neb, Puyemre y Senmut arquitecto real, terminó relegando a la
sombra al joven Tutmosis III durante varios años.
Comprendiendo,
sin embargo, el deseo de los egipcios de ser gobernados por un hombre,
suprimió los pronombres femeninos en sus inscripciones, se hizo
representar como rey y asumió totalmente el poder.
Pese
a algunas expediciones por el imperio como la que lanzó a Opone, cuyas
peripecias están esculpidas en las paredes de su templo funerario, al
mando de Denmut, el reinado de Hatshepsut fue pacífico, solucionando
los conflictos especialmente los bélicos a través de la vía diplomática.
Ayudada
por el arquitecto Senmut, construyó el complejo de Deir el-Bahari
(templo en terrazas), en donde se hizo representar con indumentaria de
faraón, incluida la barba postiza. La construcción en Karnak de la
capilla de cuarcita roja que cobijaba la barca sagrada de Amón o los
obeliscos de 30 m. levantados frente al templo, son obras maestras en su
género.
Su
reinado terminó con una revolución palaciega que tenía como propósito
sacar de la sombra a Tutmosis III e instalarlo en el trono de Egipto.
A
su muerte sube al trono Tutmosis III
que desahogó su ambición reprimida persiguiendo la memoria de la
reina, destruyendo sus estatuas y borrando su nombre de todas partes,
hizo mutilar las esfinges tanto de Senmut como las de la reina y
mandó a martillar el nombre de Hatshepsut y sustituirlo por el suyo o
por el de sus antepasaos, las estatuas fueros reducida a pedazos o bien
utilizadas para otras obras, destruyó incluso el Santuario de la barca,
para erigir otro con su nombre y de bloques más grandes.
Tutmosis
III, dotado de una personalidad excepcional, que se deja entrever en los
retratos encontrados, llama la atención la finura de sus rasgos, la
inteligencia reposada de su mirada y la energía que traduce su mentón,
quedó demostrada durante su reinado.
Extraordinario genio militar llevó
a cabo 16 campañas militares conquistando Palestina y Siria (que se habían
independizado después del largo período de paz) hasta el Orontes,
organizó estos territorios dedicando especial atención a los puertos,
construyó fortalezas y proveyó a las mismas de un gobernador y
provisiones para poder resistir en caso de asedio. Sólo el poderoso
estado de Mitanni (en el alto Eufrates) resistió con éxito la
conquista de Tutnosis III, finalmente ésta se pudo realizar gracias al
empleo se ejércitos pequeños y mediante el uso de carros de guerra.
Esta conquista se consolidó gracias a los matrimonios y a activos
intercambios comerciales entre ambos reinos.
Es
conocida la organización del gobierno local en esa época, Tutmosis III
mantuvo a los gobernadores locales en la medida en que le sean adictos,
debían únicamente rendirle fidelidad y pagar el tributo anual.
También
daba como “rehenes” a sus jóvenes príncipes, quienes educados en
la corte de Egipto, seducidos por su civilización y cultura, se
transformaban en fieles vasallos en el momento en que debían asumir sus
funciones como gobernadores.
Es
tal la pujanza que esos momento existe en Egipto, que los reyes y príncipes
vecinos envían regalos a Tutmosis III como pueden ser: lapislázuli, plata,
piedras preciosas, maderas exóticas y especias aromáticas, esto explica
las enormes riquezas acumuladas en Tebas, así como la gran cantidad de
extranjeros que pasan por ella, hacen de esta ciudad una gran capital
internacional donde afluyen productos exóticos procedentes de todas
partes.
Amenofis
II, hijo de Tutmosis III, consolidó las conquistas paternas, castigó las
sublevaciones cuando fue necesario, procedió a verdaderos traslados de
poblaciones y trajo de Asia gran número de prisioneros en calidad de
esclavos.
Ante
el surgimiento de un nuevo imperio el Hitita, el rey de Mitanni, busca
auxilio en Egipto. De modo que comienza una costumbre en Egipto: la de
los casamientos reales con fines políticos. Tutmosis IV, continuó
la política de su padre,
consolida la alianza con el rey de Mitanni,
Artatama, y toma como esposa a su hija.
El
hijo de Tutmosis IV y la princesa Mutemuia fue Amenofis III. Este faraón se casa con una mujer que no era
de sangre real, la reina Tiyi a la hizo Gran Esposa Real, y quien tuvo
gran influencia sobre el rey.
El
reinado de Amenofis III coincidió con un largo período de paz, Egipto
recogió los frutos de las conquistas y de las relaciones comerciales
establecidas anteriormente.
La
tarea del faraón era de administrar y construir, prueba de ello es el
templo de Amón en Luxor y los “colosos de Memnón” modelos de la
perfección arquitectónica.
Retirado
en su palacio de Malqata en Tebas, ya no hace viajes por su imperio,
solo continúa con la política matrimonial con Mitanni, se casa también
con una hija del rey Sutarna y con una princesa babilónica.
Al
morir el faraón sube al trono su hijo Amenofis IV y con él comienza un
período en donde
las estructuras políticas, religiosas e incluso culturales sufren un
gran cambio, es el período llamado actualmente de Tell el-Amarna.
Bibliografía:
F.
Daumas La civilización del Egipto faraónico.
P.
Petit
Historia de la antigüedad.
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