El
Peplum como género cinematográfico nació casi
a la vez que el mismo cine, pues ya en la época del cine mudo se
hacían películas que plasmaban las grandes historias del pasado,
sobre todo de la antigüedad romana. Cabe recordar títulos como Los
últimos días de Pompeya (1900), Ben-Hur
(1907) o Intolerancia (1916)... Pero el
verdadero auge e impulso de este género no ocurrió hasta los años
50, cuando apareció la televisión, que supuso una fuerte
competencia para el cine. Así en esta década y en la siguiente
se rodaron la mayor cantidad de películas de este tipo.
Aunque se suele
llamar Peplum a las películas de romanos, en realidad el
nombre sirve también para designar a las que tratan la mitología
o la historia griegas, el tema bíblico, Egipto y el antiguo
Oriente en general. Desde espectaculares y clásicas cintas como Quo
Vadis (1951), Los diez mandamientos
(1956), Ben-Hur (1959), Espartaco
(1960) o Cleopatra (1963), hasta
productos más actuales para televisión, como Yo
Claudio (1976) o Jesús de Nazareth
(1977), y llegando a grandes producciones que resucitan el género
como Gladiator (2000), el Peplum
ha contado y contará con muchos adeptos.
Desde luego, para
ver y disfrutar de un peplum hay que olvidar todo lo que
hemos estudiado sobre la Historia, porque la inmensa mayoría de
estas películas no tienen como objetivo prioritario la fidelidad
histórica, sino la espectacularidad de sus decorados, el
exotismo, el número de extras utilizados, etc. Algunas sí que
han intentado ser fieles a la Historia, pero siempre con algunos
fallos, o “licencias artísticas”, como gusta decir eufemísticamente
a los entendidos.
Pero volviendo a
Egipto, hay algunas películas sobre el tema, aunque no muchas
(hablo de calidad, puesto que sí se han hecho bastantes para
televisión, la mayoría de las cuales ni siquiera se han
estrenado en España). Haciendo un poco de memoria, el subgénero
egipcio lo inició Cecil B. De Mille con su primera versión (en
blanco y negro) de Los diez mandamientos
(1923). Tuvo tanto éxito que rodó una segunda versión en 1956,
más rigurosa que la primera. Cuando estaba rodando la primera
versión, decidió a última hora añadirle algunas escenas
espectaculares que tenían lugar en Egipto, y ampliar así el
contexto bíblico de la película, y claro, los productores se
echaron a temblar por el alto costo que suponía eso. Sin embargo,
esa decisión fue la que propició el enorme éxito en taquilla, y
los cuantiosos beneficios económicos que dejó, y por supuesto el
que decidiera rodar un remake pocos años después, ya en color y
con mayor rigurosidad (con Charlton Heston como Moisés y
Yul Brynner como Ramsés). Hasta 12.000 figurantes o
extras se necesitaron en algunas de las escenas rodadas, lo cual
puede dar una idea de la majestuosidad de esta producción.
Con la aparición
del cinemascope surgen las grandes producciones de tema histórico,
y así de 1954 es Sinuhé el egipcio, de
Michael Curtiz, basada en la famosa novela de Mika Waltari. Narra
la historia de Sinuhé, un médico egipcio en la dinastía XVIII
que va contando su vida, desde su nacimiento, cuando es abandonado
en las aguas del Nilo (mito de Moisés) y recogido y adoptado por
un modesto médico que desconoce el parentesco del bebé con la
familia real. Cuando es mayor busca sus raíces en la corte de
Ajenatón.
Al año siguiente,
Howard Hawks dirige Tierra de faraones
(1955), filmada en Egipto, y que cuenta la historia de la
construcción de la pirámide de Keops. En el 1961, Fernando
Cerchio dirige en Italia Nefertiti, reina del Nilo,
del mismo tipo que Sinuhé el egipcio, y en la que se narra la
historia de Nefertiti, la esposa de Amenhotep IV, más conocido
como Ajenatón.
En el 1963 se rueda
una de las más famosas películas del género, Cleopatra,
dirigida por Rouben Mamoulian en Londres, aunque tras un paréntesis
por enfermedad de la actriz principal, Elizabeth Taylor, se retomó
su rodaje unos meses después en Roma con Joseph Mankievicz como
nuevo director, para finalizarlo en Almería (concretamente las
escenas de la batalla de Farsalia). Fue un duro y largo rodaje,
que arruinó a la compañía Fox, pues al enorme presupuesto de 37
millones de dólares (casi irrisorio hoy en día) y al empeño en
rodar en parajes del Mediterráneo, hay que sumar los caprichos de
la estrella protagonista y sus problemas de salud.
Anteriormente, en
1917, se había hecho una primera versión de Cleopatra
dirigida por J. Gordon Edwards y protagonizada por Theda Bara, la
primera vampiresa de la pantalla, y donde se presentaba a la reina
egipcia como una mujer seductora y exótica.
Pero la mejor película
del género es Faraón (1965), del
polaco Jerzy Kawalerowicz, rodada con un modesto presupuesto.
Ambientada en el Egipto de Ramsés XIII, plantea el enfrentamiento
entre el poder civil que personifica el faraón y la clase
sacerdotal, que controla la mayor parte de las riquezas. Fue
nominada al Oscar como mejor película extranjera al año
siguiente, aunque ganó la francesa Un hombre y una mujer,
de Claude Lelouch.
Por supuesto, las
películas anteriormente citadas entran dentro de la categoría ya
que están ambientadas en la época del antiguo Egipto, pero hay
muchas más que retratan épocas más modernas, como la estupenda La
momia (Al-Mumiya), del director egipcio
Shadi Abdessalam, del año 1969. Narra los hechos que sucedieron
en Gurna, pueblo situado junto al Valle de los Reyes, en el que
vivía la familia Abdel Rassul, que habían encontrado una tumba
con numerosas momias y tesoros, y que fueron descubiertos al
aparecer ciertas piezas en el mercado negro. Se trata ni más ni
menos que de la narración cinematográfica del importante
descubrimiento del escondrijo
de Deir el Bahari. Ésta sin duda se encuadra dentro del género
histórico con mayúsculas, pues su fidelidad a los hechos es muy
alta.
Pero luego tenemos
muchas películas que retratan de alguna forma la vida de los
antiguos egipcios aunque sea en unas pocas escenas más bien
fantasiosas, como el caso de La momia (The
mummy, 1999) o El retorno de la momia
(Mummy returns, 2001), ambas dirigidas por Stephen
Sommers y que son mezcla de géneros como terror, comedia, fantasía,
aventuras y acción. Sin duda son herederas (aunque no tienen
mucho que ver) del clásico La momia
(1932), dirigida por Karl Freund, con un terrorífico Boris
Karloff en el papel principal, y que apareció justo después del
descubrimiento de la tumba de Tutankhamon, en una época en que
“lo egipcio” comenzó a estar de moda. De El retorno de la
momia salió otra película debido al éxito de uno de sus
protagonistas (es lo que se llama un spin off), The Rock,
que interpreta al rey
Escorpión, unificador de Egipto (según la peli, claro). Me
refiero a El Rey Escorpión (Chuck
Russell, 2002). No hay nada en esta película que tenga algo que
ver con la historia egipcia, ya que sólo fue una excusa para
promocionar a nivel mundial al actor protagonista (Dwayne Johnson,
más conocido como The Rock), así que sólo encontramos
peleas y luchas bastante espectaculares. Pero bueno, nadie es
perfecto, y a mí me gusta, jeje...
Sobre el mito de la
momia que revive para saldar una venganza y causar el terror se
han hecho muchísimas películas (y aquí entramos en el género
de terror), desde las primeras en cine mudo como La
momie du roi (Francia, 1909), The mummy
(USA, 1911), pasando por los clásicos de terror como La
momia (antes citada, 1932), La maldición
de la momia (Leslie Goodwins, 1944), La
momia (Terence Fisher, 1959) con Christopher Lee y
Peter Cushing, La momia nacional (José
Ramón Larraz, 1981), ¿contribución? española al tema, hasta
las más actuales como La sombra del faraón/Talos
the Mummy (Russell Mulcahy, 1998). Lo que está claro es que
no hay mucha creatividad a la hora de buscarles títulos.
Destacan también
algunas películas de aventuras que han tocado el tema arqueológico
(con más o menos fortuna, aunque con grandes dosis de falsedad
histórica), y cuya trama discurre en Egipto. Por ejemplo, El
Valle de los reyes (Robert Pirosh, 1954), típica y
tópica película de aventuras en la que una expedición arqueológica
busca un sarcófago en el Valle de los Reyes, a la vez que unos
ladrones de tumbas, que persiguen el mismo fin. O La
Esfinge (Franklin Schaffner, 1981), basada en un
libro de Robin Cook del mismo título, en la que una joven egiptóloga
se ve envuelta en una misteriosa trama con estatuillas y mapas
antiguos de por medio, y algún que otro asesinato. Mediocre película
que sin embargo tiene el encanto de recrearnos la vista con unas
magníficas imágenes reales del Egipto actual. Policíaca o de
misterio como Muerte en el Nilo (John
Guillermin, 1978), basada en la obra del mismo título de Ágatha
Christie, también con algunas escenas del Egipto turístico
actual (recordemos aunque sea el papel de Peter Ustinov,
recientemente fallecido, como el genial detective belga Hercules
Poirot). Otra de terror es El despertar
(Mike Newell, 1980), con Charlton Heston, que cuenta cómo el espíritu
de una malvada reina egipcia toma a la hija de una arqueólogo que
ha profanado su tumba, y se venga en los miembros de la expedición.
De animación como El Príncipe de Egipto
(B. Chapman, S.Hickner, S.Wells, 1998), magnífica adaptación en
dibus de Los diez mandamientos, con escenas visualmente
hermosas, aunque con un guión un poco flojo. Y basadas en cómics,
como Asterix, misión Cleopatra (Alain
Chabat, 2002), película sobre el comic de 1965, Asterix y
Cleopatra, en la que Cleopatra hace una apuesta con Julio César
para construir un palacio en pleno desierto en 3 meses.
Y no olvidemos
alguna de ciencia-ficción, como Stargate,
puerta a las estrellas (Roland Emmerich, 1994), en
la que un grupo de militares viaja a un lejano planeta acompañados
por un egiptólogo para investigar qué se esconde tras una puerta
estelar encontrada en los años veinte en Egipto. Se tropiezan con
un mundo muy parecido al antiguo Egipto, donde incluso hablan la
misma lengua, y que está gobernado bajo el terror por el poderoso
Ra, un alienígena que sólo pretende perpetuarse en el tiempo. No
tiene mucho que ver con la historia egipcia, pero es una película
que se ve con agrado.
En
fin, quitando las películas sobre momias varias, especialmente
las que entran dentro del género de terror, nos encontramos con
pocas películas que toquen el tema egipcio, sobre todo ambientado
en la antigüedad, así que como buena aficionada a la egiptología
y al cine, recomiendo todas estas películas, aunque sólo sea por
ver un “cachito” del esplendor de los faraones. ¡Con la de
material interesante que hay en la Egiptología para hacer buenas
películas!... a ver si se anima algún productor ;-).
Isabel
Gil Benítez
www.losdestructores.com
|