Estudio
sobre la supuesta maldición de la momia de Tutanjamon (Tutankhamon)
Traducción
de los resultados del estudio realizado por
Mark R Nelson. Department
of Epidemiology and Preventive Medicine, Monash University, Alfred
Hospital, Prahran 3181, Australia.
Objetivo:
Examinar la supervivencia de individuos que se expusieron a la "maldición
de la momia", según se cuenta, asociada a la apertura de la
tumba de Tutanjamon en Luxor, Egipto, entre febrero de 1923 y noviembre 1926.
Sujetos del estudio: 44 individuos occidentales identificados por
Howard Carter como presentes en Egipto en las fechas especificadas, 25 de
los cuales fueron potencialmente expuesto a la supuesta maldición.
Resultados: De las 25 personas “expuestas” a la supuesta
maldición, la media de edad a su muerte fue de 70 años, comparada con los
75 de aquellos que no fueron expuestos (P=0.87
de diferencia). La supervivencia tras la fecha de exposición fue de
20.8 (DS15.2) versus 28.9 (DS13.6) años
respectivamente (P=0.95 de diferencia). El sexo femenino fue un ejemplo de supervivencia (P=0.02).
Conclusiones: No hubo ninguna asociación significativa entre
exposición a la maldición de la momia y la supervivencia esperada, no
existe ninguna evidencia que apoye la existencia de una maldición de la
momia.
Qué se conoce sobre este tema:
Hasta ahora no han sido usados
los métodos de la medicina basada en la evidencia, para
investigar la existencia de la “maldición de la momia".
Los argumentos contra la
maldición han sido tan anecdóticos como las noticias contemporáneas
que la propagaron.
Qué aporta este estudio:
No hubo ninguna asociación
entre la exposición potencial a la maldición de la momia
durante la excavación de la tumba de Tutanjamon y la muerte de
los expuestos dentro de los primeros 10 años.
No se ha encontrado evidencia
alguna sobre la existencia real de la maldición de una momia.
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La
muerte en 1923 de J. Herbert (Lord Carnarvon), el financiero de
la expedición que desenterró la tumba de Tutanjamon, fue aireada de
forma sensacionalista por la prensa internacional. Desarrolló una
erisipela tras la picadura de un mosquito, que se complicó con una
septicemia y una neumonía. Se especuló que su muerte se produjo por la
"maldición de una momia”. Los reportajes de prensa de aquel
tiempo señalaron que la muerte de éste y de su perro estaban asociados
con la maldición. No importa lo oscuro de la conexión. El caso
era que tanto Lord Carnarvon como su “patilargo tres colmillos”,
como le llamaba, murieron al mismo tiempo según la leyenda.
Alb
Lythgoe, otro individuo expuesto a la tumba, murió súbitamente en
la cama del hospital. Herbert Winlock, Director de la Sección Egipcia
del Museo Metropolitano de Arte Moderno de Nueva York, se sintió
obligado a refutar la supuesta maldición. Indicó que durante aquel periodo (1934) sólo seis de los 24 personas
originalmente presentes cuando se abrió la tumba habían muerto. Él
apuntó también que Carter había tomado muestras del sarcófago
por miedo a que hubiera existido algún contagio, pero estos habían sido “absolutamente estériles”. Mientras podemos dudar de la veracidad de la declaración anterior,
esto es la muestra para decir que había considerable escepticismo por
aquellos considerados en peligro. Sin embargo la maldición de la momia
aún persiste como un mito urbano. Investigué si tal fenómeno existió
comparando la supervivencia de aquellos expuestos y no expuestos a la
maldición de la momia usando un ensayo retrospectivo de cohortes.
La
mayor parte de las tumbas de Egipto fueron abiertas y saqueadas en
tiempos pasados, por lo general por los propios obreros poco después del entierro. Por lo tanto, es imposible averiguar si la
maldición de la momia también alcanzaba a estos ladrones. En épocas modernas
pocas tumbas de un faraón se han descubierto
relativamente intactas. La de Tutanjamon fue descubierta en noviembre
de 1922 por el arqueólogo británico Howard Carter, discretamente
oculta por los trabajadores del Valle De los Reyes en
Luxor, durante la Dinastía XVIII. Dirigía las excavaciones bajo el
patrocinio de Lord Carnarvon.
La
maldición de la momia se asume como una entidad física más que
entidad metafísica y por lo tanto sólo aquella gente físicamente
presente en la rotura de los sellos sagrados en un área previamente
segura a la tumba del faraón, fue considerada en peligro. También se
asume que aquella exposición era finita, tan sólo los que visitaron y
entraron aquel mismo día, como decía, se consideraban expuestos. La
tumba de Tutanjamon había sido asaltada en épocas antiguas,
posiblemente en más de una ocasión (Fig 1). Por lo tanto la apertura de la primera, de la segunda y cuarta
puerta, es decir, de la antecámara y el anexo,
no se pensó que pusiera en peligro a los individuos.
Figura
1.
Plano de la tumba de Tutanjamon
Se
definió la exposición a la maldición en aquellos individuos
occidentales registrados en los escritos de Howard Carter como los
presentes en la rotura de los sellos y la apertura de la tercera puerta
el 17 de febrero 1923, la apertura del sarcófago el 3 de
febrero de 1926, la apertura de los ataúdes el 10 de octubre
de 1926, y el examen de la momia el 11 de noviembre de 1926.
Así, los individuos podían tener de una a cuatro exposiciones a la
maldición.
Fig
2.
Efecto entre dosis de exposición a la maldición de la momia y
supervivencia media
Para
los individuos no expuestos se tomaron occidentales registrados en los
escritos de Carter que estuvieron en Egipto en aquel tiempo. Se incluyeron sólo a individuos occidentales porque
favorecía un mejor análisis de la documentación necesaria que era más
probable que fuera más completa y porque la esperanza de vida esperada
de los Egipcios era diferente de la de los occidentales.
Las
fechas de nacimiento y la muerte fueron identificadas por textos biográficos,
las necrológicas de la prensa (the Times, New York Times,
Le Monde) y en una búsqueda basada en Internet. Cuando no se podían
establecer fechas exactas, se asumía que los individuos habían nacido
o muerto el 30 de junio del año registrado, es decir, a mediados
de año.
Sobre
todo las mujeres no aparecían en los textos biográficos de la época.
A menudo sólo era posible identificar una fecha de matrimonio a través
del marido. En tales circunstancias se asumía que una mujer había
nacido al menos 16 años antes (la mayoría de edad para casarse)
antes de esa fecha.
Los
datos fueron analizados con SPSS para Windows (versión 11). Se
establecieron dos grupos comparativos entre los que sobrevivieron más o
menos de 10 años. Se escogió el parámetro de 10 años porque si
existió un efecto de exposición, esto probablemente ocurriría en los
primeros 10 años. Se establecieron comparaciones por la edad, el
sexo y la exposición. La supervivencia fue analizada por análisis de
regresión entre alguna o ninguna exposición y por el número de
exposiciones.
Carter
registró la presencia de 44 occidentales en Egipto en ese tiempo,
de los cuales 25 potencialmente fueron expuestos a la maldición de
la momia. Eran miembros de los equipos de excavación, del Museo
Metropolitano de Arte, parientes de Carnarvon, de la prensa,
funcionarios británicos, dignatarios, y expertos empleados por el
gobierno egipcio. Se establecieron las fechas de su muerte para todos
los expuestos y 11 (el 58 %) de los que no lo fueron. La tabla
muestra las características y supervivencia media de los grupos
expuestos y no expuestos.
FIG
3 Comparación de grupo de las características de gente con
datos sobre mortalidad según exposición a la maldición de la
momia.
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|
Expuestos
(n=25)
|
No
expuestos (n=11)
|
P
valor
|
Nº
(%) de hombres
|
24
(96%)
|
7
(64%)
|
<0.001
|
Edad
de clasificación (años)
|
49.3
(11.0)
|
44.1
(9.1)
|
0.25
|
Edad
de Muerte (años)
|
70.0
(12.4)
|
75.0
(13.0)
|
0.87
|
Supervivencia
(años)
|
20.8
(15.2)
|
28.9
(13.6)
|
0.95
|
El
sexo femenino fue un indicativo significativo de supervivencia (38 versus
21 años, P= 0.017). Comparando edad y sexo, para cualquier
exposición, el número de veces expuestas no confirió el riesgo
adicional para morir de forma temprana (dentro de los 10 años:
proporción de probabilidades 1.38, confianza del 95 %, intervalo
0.20 a 9.6). No había tampoco ningún efecto sobre el tiempo de
supervivencia para cualquier exposición o número exposiciones.
La
maldición de la momia que ahora es aceptada ampliamente fue fruto de la
literatura ficticia. En 1869 Louisa May Alcott, autora “Mujercitas”,
habían escrito un cuento llamado "Perdido en una Pirámide: La
maldición de la Momia”. Una fuente alternativa podría haber sido un
cuento relacionado por el pintor de los EU Joseph Smith (1863-1950),
quien contó una maldición sobre el rey hereje Ajenaton, suegro de
Tutanjamon.
Howard
Carter era un arqueólogo profesional y por lo tanto no perdió el
tiempo con la maldición, declarando que "toda la gente sana deberían
contestar a tales invenciones con desprecio”. Fue meticuloso y
cuidadoso al excavar la tumba permitiendo grabación fotográfica de la
posición exacta donde los objetos fueron encontrados y la preservación
de los objetos y de la tumba. Esto fue un proceso laborioso realizado
durante varios años, interrumpidos por luchas internas políticas sobre
quién tenía el derecho de explotar el hallazgo. Recibió ayuda de
expertos americanos en la excavación, del Departamento egipcio, del
Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, y de funcionarios y empleados
del gobierno egipcio. Estos grupos formaron la mayor parte del Estudio de cohortes analizado.
Limitaciones
del estudio
Mi estudio tiene varias limitaciones: Los individuos expuestos estaban más
probablemente implicados en la excavación y por lo tanto eran
mencionado en los escritos. De ahí que había una diferencia en la
exactitud de datos entre los grupos expuestos y no expuestos. Existe una
diferencia sexual dado que los profesionales en el año 1920 eran más
probablemente hombres y por lo tanto se encuentran en el grupo no
expuesto sobre-representadas las mujeres. La definición de exposición
también puede ser un interrogante por la posibilidad de contaminación
"de los no expuestos". Carter registró que la temporada después del
descubrimiento visitaron 12.000 personas el lugar y por lo tanto en
ausencia de la epidemia consiguiente, pensamos que podía ser razonable
limitar el período a un día. El pequeño números de individuos
analizados, sin embargo, causaron amplios intervalos de confianza, por
lo que el estudio podría haber sido ineficaz para mostrar un muy sutil
efecto adverso.
Conclusión
Por las circunstancias de este hallazgo realizado en la edad moderna se
ha mantenido el mito de la maldición de la momia a ojos del público.
No encontré ninguna evidencia para su existencia. Quizás por fin el
trágico rey muchacho Tutanjamon, pueda descansar en paz.
Nota
adicional de Juan de la Torre:
El
autor del estudio realiza en el original diversos comentarios
históricos erróneos que han sido eliminados (al igual que los datos
técnicos superfluos que dificultaban la lectura) o modificados para no
llevar a equívoco a los lectores del presente artículo. Parece
evidente que el autor es bastante neófito en Egiptología y sus
comentarios errados sobran sobre la cuestión central del estudio, que
por otra parte no es afectado en sus resultados. Es decir, lo que
importa es el análisis estadístico sobre las muertes de los supuestos
afectados y podemos ver que la media de edad es igual o superior a la de
la época en todos los casos. Pero además hay que tener en cuenta la
desviación producida por las mujeres sujeto de estudio, que se han
incluido en la parte de "no expuestos" y por tanto suben
ligeramente esa media de edad.
Lo
más sorprendente que arroja este estudio es que, al contrario de la
imagen que se suele vender sobre la supuesta maldición, resulta que
las personas teóricamente afectadas vivieron, como media, igual o por
encima de lo considerado normal en aquellos tiempos, es decir,
paradójicamente parece que habría que pasar de hablar de la
"maldición" a la "bendición de Tutanjamon".
©
2004 para la traducción:
Pere
Nubiola y Juan de la Torre Suárez
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