El
joven Sherlock Holmes y su nuevo amigo John Watson, acompañados
por Elizabeth, la novia de Holmes, investigan una serie de hechos
misteriosos que están ocurriendo en torno a su escuela. Unos
hombres que tienen un punto en común en un momento del pasado están
siendo asesinados por una secta egipcia llamada “Rametep”, y
siguiendo las pistas los jóvenes detectives encuentran la guarida
de la secta: una pirámide de madera oculta en los subsuelos de
Londres.
Película
de aventuras que marcó a toda una generación de jovencitos que
ahora andamos por la treintena, y que nos cautivó por muchas
cosas: por su guión, bien estructurado y repleto de aventuras y
emociones, por su ambientación victoriana tan bien conseguida,
por el protagonismo de unos adolescentes con los que era fácil
identificarse y la buena interpretación de todo el elenco, por
sus efectos especiales, con algunos de los primeros ejemplos de imágenes
generadas por ordenador de los que tengo conciencia (la famosa
escena del caballero de la vidriera, animación hecha por la
entonces naciente Pixar, y las visiones en general de los
afectados por la droga, que en aquella época parecían incluso
terroríficas, y que son buen ejemplo de la marca de la casa de
Spielberg y su recién entonces estrenada empresa de efectos
especiales -ILM-)… Fue una época sin duda (me refiero a los años
80) en que se hizo muchas películas de tipo juvenil y de
aventuras, y cuya única pretensión era la de divertir y hacer
pasar un buen rato en el cine. El
secreto de la pirámide tenía ese fin, ni más ni menos, y lo
consiguió a la perfección. Por eso a lo mejor hoy en día este
tipo de productos de evasión, como La
momia o El regreso de la
momia, triunfa a pesar de su falta de rigor histórico, y
otras películas con más pretensiones de historicidad y de
adoctrinamiento, como Troya o Alejandro, no sólo
no triunfan sino que son castigadas por el público y la crítica.
La
película intenta dar explicación a ciertos rasgos y características
de la personalidad de Holmes, como por ejemplo el origen de la
pipa, el famoso abrigo o la gorra, su afición por el violín o
ese poco apego en su edad madura por las mujeres. Sin embargo, el
retrato de los personajes, aunque fiel y respetuoso con la obra
original, sigue más la estela de sus precedentes cinematográficos,
y no tanto de los literarios, especialmente en lo que concierne al
papel de John Watson. De hecho a Watson nos lo presentan como un
chaval regordete, muy aficionado a los pastelitos y a las
natillas, más bien cortito de entendederas y no muy dado a
meterse en problemas que le impidan estudiar la carrera de
medicina, y así cumplir los designios paternos. Es digamos el
contrapunto cómico de Holmes, que es extremadamente inteligente e
intuitivo, serio y formal, aunque todavía con una encantadora
humanidad que se irá al traste casi al final de la película. Más
o menos la visión que tenemos de ambos personajes gracias al cine
de los años 30 y 40, especialmente el papel de Watson. Sin
embargo en la obra literaria el médico no es un simple comparsa
del detective que sólo sirve para escuchar sus teorías y su
famoso “Elemental, mi
querido Watson”. Por lo tanto, esta película se puede
considerar una especie de precuela de las antiguas cintas de
Sherlock Holmes, más que un intento de ahondar en los orígenes
de la obra literaria. Como curiosidad, decir que el primer
encuentro oficial entre Watson y Holmes ocurrió en “Estudio en escarlata”, dieciocho años después de la ambientación
de El secreto de la pirámide.
Parte
del éxito de la película se debe sin duda al toque de Spielberg,
que en este caso no dirige pero sí produce. Incluso hay un pequeño
guiño a su famoso “E.T.” cuando el profesor Waxflatter pedalea en su ingenio mecánico
ante la figura de la Luna. Otra de las curiosidades/guiños del
film es que al principio, cuando Watson y Homes se encuentran por
primera vez, Holmes intenta adivinar quién es y cómo se llama su
nuevo compañero sólo por las pistas observables en él, y
acierta en todo excepto en que al ver la inicial de su nombre de
pila lo llama “James” en lugar de “John”. Es otra
referencia, esta vez a las novelas, ya que en una de las primeras
historias de la obra original de Arthur Conan Doyle la esposa de
Watson lo llama inexplicablemente James, error que se ha achacado
a la imprenta. Ninguno de sus protagonistas logró el éxito
posterior, a pesar de sus excelentes interpretaciones
(especialmente la de los tres adolescentes), pero en el plantel técnico
empezaban a surgir importantes nombres que destacarían en el
futuro, como por ejemplo el guionista, Chris Columbus, director de
las dos primeras entregas de Harry Potter, aparte de la
insoportable Solo en casa.
Curiosamente Harry Potter le debe mucho a El secreto de la pirámide. En ambos casos la historia gira en torno
a tres jóvenes adolescentes, dos chicos y una chica, que están
en un colegio internos, y que deben solucionar ciertos misterios
que ocurren a su alrededor. El chico principal tiene unos rasgos
que le diferencian de los otros dos, como su superior inteligencia
o poder, y el segundo chico es el típico amigo glotón, divertido
y un poco bobalicón pero que es fiel hasta la muerte. La
ambientación resulta también bastante similar, y además hay un
profesor que es el villano de la historia y que siempre intenta
hacerse amigo del protagonista para atraerlo a su causa ya que su
superioridad le convierte en un duro contrincante.
A
destacar también el final de la película, cuando acaban los títulos
de crédito y vemos cómo uno de los personajes firma con el
nombre del futuro enemigo de Holmes, el profesor Moriarty. Este
final abierto y sorprendente dio esperanzas de que se filmaría
una segunda parte o incluso tal vez una saga de las aventuras de
juventud del detective de Baker Street para la pantalla grande,
pero el estrepitoso fracaso en la taquilla de los Estados Unidos
acabó con esa idea. Aún así se ha convertido en una película
de culto para mucha gente, e incluso recibió algunos premios que
reconocían su calidad, como la nominación al Oscar a los Mejores
Efectos Especiales de 1986, o el premio a la música y la nominación
como mejor película de fantasía y mejor guión por la Academy of
Science Fiction, Fantasy and Horror Films.
De
la parte “egipcia” de la película poco se puede decir, ya que
no se da ni un solo dato histórico cierto, sino que todo es ficción,
como el resto de la obra. Para empezar llama la atención que en
los subterráneos de Londres se pueda hacer una pirámide enorme
sin que nadie se dé cuenta. En ella tienen lugar las reuniones y
ritos de una secta cuyos dirigentes principales se mueven únicamente
por la venganza. Todo empieza cuando unos amigos deciden montar un
negocio juntos, y eligen construir un hotel en Egipto. Contratan a
un arquitecto y comienzan las obras, pero al poco tiempo la
aventura empresarial se convirtió en hallazgo arqueológico
cuando descubren una pirámide subterránea que es la tumba de
cinco princesas egipcias. Se llevaron las reliquias y el tesoro y
lo empaquetaron todo para enviarlo a Inglaterra, pero los aldeanos
de la zona estaban convencidos de que los ingleses estaban
profanando tierra sagrada, así que hubo un tumulto. La vida de
los negociantes peligraba, así que los británicos enviaron
tropas para apagar la revuelta, pero hubo muchos muertos y la
aldea entera ardió hasta consumirse.
Los
ingleses volvieron a su casa tras el incidente, y un año después
todos recibieron una carta. La enviaba un muchacho de ascendencia
angloegipcia, y la cabecera de la carta iba adornada con el símbolo
del Rametep, dos serpientes doradas con sus cuerpos entrecruzados.
El chico que escribió la carta y su hermana estaban en Inglaterra
con su abuelo cuando se enteraron de la destrucción del poblado
egipcio. Ese pueblo era su hogar y sus padres murieron en el
ataque, así que el chico prometió que al llegar a la edad adulta
el Rametep tomaría venganza y restituiría los cinco cuerpos de
las princesas egipcias. De esa forma, en la actualidad vemos cómo
la secta envuelve en vendas de lino a jóvenes mujeres y las
asesina en sus ritos. A su vez va buscando a todos y cada uno de
los que formaron parte de aquel antiguo negocio, que ahora son
ancianos, y matan a sus víctimas con unos dardos envenenados con
un potente alucinógeno que hace que estos se suiciden para
escapar de un peligro virtual, que sólo está en sus mentes.
En
resumidas cuentas, es una película magnífica, por todo: la música,
el argumento, los efectos especiales, el sublime final... y tal
vez por la nostalgia que emana de ella y el recuerdo de los que la
disfrutamos en cierta época de nuestra vida.
Isabel
Gil Benítez
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