06/02/06
Entrevista
a Myriam Seco, egiptóloga.
«Deberían volver a Egipto todas las piezas del
mercado negro»
- ¿Se puede hablar de una arqueología española en Egipto?
Este invierno, como todos los años, estuve trabajando en Luxor en las excavaciones
arqueológicas del Templo Funerario de Amenophis III en Tebas y también estaban
trabajando allí Miguel Ángel Molinero, de la Universidad de La Laguna, que excava en la
tumba de Harwa con un equipo italiano. Javier Martínez, que ha comenzado un nuevo
proyecto en el Assasif, con un equipo alemán, José Manuel Galán con el proyecto Djehuty
en Dra abu Naga, y José Ramón Pérez que trabaja con un equipo mexicano.
- ¿Cuántos arqueólogos de cuántas nacionalidades trabajan en Egipto?
Alrededor de 300 misiones arqueológicas extranjeras.
- ¿Egipto es la máxima aspiración para un arqueólogo?
Depende de la especialidad, pero para un Egiptólogo desde luego que sí.
- ¿En qué modo han influido en el trabajo del arqueólogo las nuevas
tecnologías digitales?
Las nuevas tecnologías lo han cambiado todo. Por ejemplo, yo he trabajado
mucho en Alejandría en el yacimiento arqueológico submarino de Qaitbay y
allí estábamos haciendo una cartografía con un sistema submarino que funciona por ondas acústicas. Se coloca
una base en un punto fijo y luego se van tomando medidas de todos los restos
arqueológicos con una especie de puntero. Una vez que sales del agua la información del
puntero se descarga en el ordenador y prácticamente te sale directamente la
cartografía.
- O sea, que ya no se parecen ustedes a Indiana Jones…
Bueno, ya no usamos el látigo.
- ¿Y pasa muchas horas sumergida bajo el agua?
Muchísimas. He perdido la cuenta de las horas. Aún recuerdo cuando comencé
con los trabajos arqueológicos submarinos y apuntaba las horas de inmersión. Pero
evidentemente el libro de inmersiones lo completé pronto. En realidad suelo pasar una
media de cuatro meses al año trabajando en yacimientos arqueológicos submarinos. En
quince días comenzaré con un nuevo proyecto de excavación de un pecio helenístico, que
yo dirigiré en El Líbano. Esta primera fase del proyecto está subvencionada por la
Fundación El Monte, que por suerte subvenciona proyectos de investigación
andaluces.
- ¿Por qué el antiguo Egipto tiene ese poder de fascinación en gente por
completo ajena a estudios históricos?
Por muchos motivos. Fue un país con unas creencias muy fuertes sobre la vida después
de la muerte y eso siempre ha fascinado al hombre. También porque fueron muy
avanzados en su época, por sus conocimientos de astronomía, matemáticas, por las
grandes construcciones que hicieron que fueron verdaderas obras de ingeniería. Y en
realidad en cierto modo con sus construcciones duraderas consiguieron la inmortalidad
que tanto les preocupaba.
- En el caso de Egipto, ¿deben ser oídas las reclamaciones de que se
devuelva el patrimonio expoliado?
Bueno eso es un tema muy conflictivo. Depende mucho de las circunstancias en las que
las piezas salieron de allí. En muchos casos fueron regalos del gobierno egipcio a
div rsos países. Pero desde luego lo que sí debería volver de inmediato a Egipto son todas las
piezas que se venden en el mercado negro y que han sido robadas.
- ¿El hombre de hace cinco mil años y el hombre actual se parecen más de
lo que podría parecer?
No, ahora son más guapos.
- ¿En qué se asemeja un hogar del antiguo Egipto a uno de ahora?
Pues en muchos aspectos. Sobre todo si viajas por el Egipto Medio y ves a los
campesinos trabajar en el campo, junto a toda su familia y entras en sus casas de
adobes, donde viven grupos familiares enteros, que comparten las casas con los
animales. Y ves a los niños desnudos juguetear por las calles. Todo eso no ha cambiado mucho.
- Como estudiosa de las representaciones infantiles en tumbas egipcias,
¿existió en esa civilización un respeto especial por el niño?
El niño en la tumba sí que tenía precisamente un papel especial, pues se
consideraba una garantía para la vida después de la muerte. Y al representarse en las pinturas y relieves el
difunto se aseguraba esa resurrección.
- ¿Cree que el cine ha reflejado bien la realidad del antiguo Egipto?
No, pero ha contribuido a forjar esa imagen exótica y misteriosa que el público adora.
- ¿Cómo ha sido su experiencia en el rodaje del documental «Los misterios
del Nilo»?
Ha sido una de las experiencias más interesantes. He tenido la oportunidad
de ver las fuentes del Nilo Azul en el Lago Tana. Para mí este es un lugar
mágico. Nunca olvidaré cuando el primer día llegamos allí y nos instalamos
en un pequeño hotel a orillas del lago, donde tuvimos nuestra primera
reunión de trabajo, al atardecer. De repente una manada de hipopótamos pasaba por delante. ¡Todo un espectáculo! He podido recorrer el Nilo en
su estado primitivo, que es como fluye aún hoy en día por Etiopía. Con las
orillas llenas de pájaros de todos las formas y colores, cocodrilos, hipopótamos.
- Usted ha trabajado en un yacimiento fenicio en Málaga ¿nunca tuvo curiosidad por Tartessos?
Claro que sí. El primero que me habló de arqueología y me hizo soñar con
ese mundo fue mi padre y no me hablaba de Egipto, que estaba muy lejos, sino de Tartessos y
fenicios Luego cuando entré en la Facultad y tuve mis primeras clases con el profesor Presedo me
incliné por el mundo de la Egiptología. Y ahora me siento feliz de trabajar allí en
proyectos tan interesantes como el del templo de Amenophis III en Tebas, en el que
además te salen objetos arqueológicos de grandísimo interés. Sólo en la
última campaña nos salieron 42 estatuas, de unos 2 metros de altura, en
granito negro de la diosa Sekhmet (diosa con cabeza de leona), una cabeza
colosal de Amenophis III, en granito rojo, de gran belleza y en muy buen estado de conservación.
- ¿Por qué se marchó a Alemania?
Pues en Alemania encontré un Instituto de Egiptología con una buena biblioteca y una
oferta de cursos especializados en Egiptología que era lo que yo buscaba y lo que no
tenía en España.
Fuente: abc.es
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