Vista de la tumba de Hetepheres I desde la Gran Pirámide
HISTORIA DE UN DESCUBRIMIENTO
En 1925, durante los trabajos de excavación de la zona
este de la Gran Pirámide, el fotógrafo del equipo dirigido por el Dr.
George Reisner descubrió que el trípode en que apoyaba su cámara fotográfica
se hallaba sobre una capa blanca de argamasa. Este seria el inicio de un
espectacular hallazgo.
En marzo de ese mismo año, el Gobierno Egipcio anunció
el descubrimiento de una tumba de la época de Esnefru (primer rey de la
IV Dinastía) hecho del que parecía quedar constancia debido a la
inscripción encontrada sobre el sarcófago que se hallaba en su interior,
sin embargo se desconocía a esa fecha quien pudiera haber sido el
propietario del enterramiento. No sería hasta el 14 de abril del
siguiente año (1.926) cuando realmente se conociese su verdadero dueño:
en uno de los objetos depositados en la tumba y con signos dorados se podía
leer Hetepheres. Se trataba de la tumba de la reina Hetepheres I, madre de
Jufu y esposa de Esnefru.
En contra de lo que se pudiera pensar, Reisner no dio
con la tumba de casualidad. Su equipo llevaba excavando la zona durante
varios años por lo que, como él mismo argumentó: "tarde o
temprano, debido a los modernos métodos de excavación, dentro del orden
seguido en los trabajos, se habría dado con ella".
Tras la aventura del fotógrafo, se procedió días
después a retirar la capa de argamasa encontrada. Bajo ella, salió a la
luz una estructura rectangular de bloques de piedra caliza de Tura y
retirados estos apareció la boca del pozo al que se accedía por una
escalera que descendía verticalmente.
Capa de argamasa y bloques de piedra cubriendo al entrada a
la tumba
Poco a poco el equipo de Reisner fue despejando el pozo
y, a medida que avanzaba la excavación, la excitación iba siendo cada
vez mayor.
A los nueve metros de profundidad se toparon con una
pared de mampostería: en un principio pensaron que podía tratarse de la
entrada a la cámara funeraria pero, una vez derribado el muro comprobaron
cómo lo que se escondía tras él era un nicho que contenía los restos
de un sacrificio: una calavera de buey, los restos de tres patas de un
buey, dos jarras destinadas a cerveza, y 2 piezas de basalto negras; este
último fue uno de los motivos que hizo deducir a Reisner que la tumba en
la que se encontraban podía pertenecer a la misma época de construcción
del templo de Jufu dado que el material era idéntico al utilizado en el
pavimento de aquél.
A medida que el pozo se hacía más profundo iban
encontrándose numeroso fragmentos de diversa índole: a los 12 metros de
profundidad fragmentos de cerámica, un bloque de piedra que en una de sus
caras tenía dibujada una estrella y en la cara contraria una cruz en
negro; a 17 metros, numerosos fragmentos de cobre; a 20 metros,
recipientes despedazados de cerámica; y a 25 metros, material que, según
Reisner, fue arrojado al interior del pozo por los obreros una vez
terminado su trabajo, objetos como: restos de diversos recipientes o una
docena de fragmentos de una losa de caliza blanca, que posiblemente
perteneciese a la tapa de un sarcófago, etc.
Por fin, y llegados a esos 25 metros de profundidad,
dieron con una capa formada por bloques de piedra caliza semejante a la
hallada tapando la boca del pozo de entrada a la tumba. Enseguida quedó
al descubierto la línea del techo de la cámara funeraria. Uno de los
componentes del equipo retiró un bloque y, con la ayuda de la luz de una
vela, pudieron apreciar la estructura de la cámara, un sarcófago y
reflejos de oro.
Con tan pocas facilidades con las que contaban en ese
mismo instante, vieron en el interior tan sólo lo más evidente: dos
cortes practicados en los muros este y oeste de la cámara, la falta de
decoración de la misma y un agujero en al esquina noroeste.
El Día 28 de marzo, abierta en su totalidad, la cámara
funeraria se mostró ante ellos exactamente igual a como la habían dejado
en tiempos de la inhumación de Hetepheres I. Reinaba un gran desorden y
no sería hasta febrero del año siguiente, 1.926, cuando comenzasen los
trabajos de limpieza y clasificación.
Trescientos veintiún días de trabajo fueron lo que
permitieron conocer un poco más a fondo las costumbres funerarias del
Imperio Antiguo. El estudio de todo lo hallado no concluiría hasta
veinticinco años después.
APROXIMACIÓN HISTÓRICA AL
PERSONAJE
Con la finalidad de entender bien la importancia de
este enterramiento es necesario que se haga un repaso a la biografía de
esta mujer, una de las más importantes de su época o incluso de la
historia de Egipto no sólo por ser hija, esposa y madre de reyes sino
también por vivir en una época en la que se alcanzó por parte de su
marido e hijo el mayor poder absoluto.
La fecha que se le asigna es el año 2.605 a. c.,
falleciendo al parecer durante el reinado de Jufu y sobreviviendo a su
marido. Hetepheres I era hija de Huni, quinto rey de la III Dinastía y
con quien finalizaría la misma, y de su esposa principal, cuyo nombre se
desconoce.
Transmitió los derechos al trono de Egipto a Esnefru,
hermanastro suyo casándose con él y permitiendo el inicio de la IV
Dinastía
Es madre de Jufu, segundo rey de la IV Dinastía, fruto
de su matrimonio con Esnefru a quien sucedió en el trono.
SITUACIÓN, ESTRUCTURA Y CARACTERÍSTICAS
DE LA TUMBA DE HETEPHERES I.
La tumba pozo de Hetepheres I conocida como la G7000X
(numeración asignada por Reisner) se encuentra junto a la más
septentrional de las pirámides satélite o secundarias de la Gran Pirámide,
entre aquélla y la rampa procesional del complejo funerario de Jufu.
Junto a ella se hallan las mastabas de Idu y Qar y al Sureste la mastaba
de Neferthau, otra de las esposas conocidas de Jufu e hija de Esnefru.
Acceso a la tumba. Se aprecian los bloques de caliza
semejando la roca circundante
El enterramiento carece de estructura exterior, ni
superestructura ni capilla, siendo ésta la causa más probable de que el
mismo haya permanecido intacto e inviolado hasta su descubrimiento. Es más,
la entrada principal se había disimulado con la ayuda de unos bloques de
piedra caliza, que muy unidos entre ellos semejaban la superficie de la
roca circundante. Esto, unido a la capa de escombros de la propia zona hacía
que la entrada de la tumba pasase totalmente inadvertida.
Atravesando la boca de entrada, una escalera de doce
peldaños se introduce hacia el sur, en un túnel excavado en la propia
roca, yendo a dar a la pared norte del pozo vertical. Nueve metros
aproximadamente más abajo, en la pared oeste, se halla un nicho
practicado para ofrendas, cuya finalidad debía ser la misma que las
capillas típicas de los monumentos funerarios de esa época.
El pozo tiene aproximadamente unos 25 metros de
profundidad y termina en una estancia rectangular: la cámara funeraria.
Esta cámara carece de decoración e inscripción alguna, las paredes se
encuentran sin lucir, conservando todavía las huellas del trabajo
realizado en la roca.
La cámara funeraria tal y como fue vista por primera vez
el 8 de marzo de 1.925
En la pared este, en una hendidura o nicho practicado
en la misma y originalmente recubierto con bloques rectangulares de caliza
blanca y pequeños trozos de piedra de la propia roca bajo la que se
encuentra la tumba, fue en donde se encontró, en su esquina suroeste, el
cofre con lo que quedaba de las vísceras de la reina. Este nicho tiene
una profundidad de 275 cms y 75 cms de alto.
En la pared oeste, aparece otro pequeño nicho similar
al anterior, tapiado cuidadosamente con piedras también rectangulares y
cubiertas de argamasa.
Nicho en el que se encontró el cofre canópico
Nicho de la pared oeste
Los diferentes huecos de la tumba habían sido sellados
como se ha ido viendo anteriormente: la entrada principal con bloques de
caliza formando una superficie rectangular y recubierta por la argamasa
que descubrió el fotógrafo; el intento fructuoso de disimular esta
entrada con la superficie circundante de la propia roca; el relleno del túnel
y la escalera; el tapiado del nicho de las ofrendas y el techo de la cámara.
Pero, la falta de decoración a que se aludía en la
tumba de la reina Hetepheres I quedó en un segundo plano al conocerse el
increíble ajuar funerario que albergaba la misma, el sarcófago aún
sellado y el cofre canópico.
AJUAR FUNERARIO. OBJETOS PROCEDENTES
DE LA TUMBA.
El ajuar de la reina Hetepheres I reposaba intacto en
su tumba. Hay que tener en cuenta que hasta la fecha no ha sido encontrada
ninguna tumba del Imperio Antiguo que no hubiese sido saqueada con
anterioridad. Por este motivo el ajuar de esta dama, excepcionalmente
rico, constituye una muestra grandiosa de los ajuares funerarios del
Imperio Antiguo y, en concreto de la IV Dinastía.
La exquisitez en la ornamentación, propio de la III
Dinastía, se conjuga con la simplicidad de líneas que todos y cada uno
de los objetos presentan, característica, esta última, que define a la
arquitectura, pintura y escultura de la IV Dinastía.
En cuanto a los materiales utilizados en las distintas
piezas que lo componen no deja de ser sorprendente la riqueza de los
mismos: plata, madera, oro, fayenza, lapislázuli, cornalinas.
La restauración de todos los objetos hallados fue
larga y laboriosa; el resultado obtenido resulta más que excelente dado
el estado en que se encontraban la mayoría de las piezas, especialmente
aquéllas de madera, habiendo quedado muchas de sus partes reducidas casi
a cenizas. La mayoría de éstas pudieron reconstruirse sobre nuevos
armazones de madera. Las piezas se encuentran expuestas en el Museo
Egipcio de El Cairo.
Además del mobiliario, de sobra conocido, de la reina,
su sarcófago y el cofre canópico, fueron innumerables los objetos
hallados en esta tumba:
Ha quedado constancia de una buena relación de
cuchillas y cuchillos, unos con incrustaciones o apliques de oro y otros
de cobre. Los cuchillos que tienen redondeada su parte superior eran
utilizados en el Imperio Antiguo, con una ligera variación de sus formas
en el Imperio Medio. El resto se presentan como una pirámide truncada,
característicos de los modelos de cobre de la IV Dinastía.
Muestra de cuchillas, cuchillos y una aguja de cobre
hallados en la cámara funeraria
El suelo de la cámara funeraria se encontraba prácticamente
cubierto no sólo con los restos de la madera descompuesta, el polvo y los
escombros acumulados, sino también de fragmentos de diversos recipientes
una vez contenidos en cajas. Muy pocas piezas permanecían enteras. Estos
recipientes de cerámica, piedra o cobre bruñido constituyen uno de los
mejores ejemplos en cuanto a variedad de formas de la IV Dinastía.
La cerámica no presentaba señales de deterioro
producido por el uso cotidiano por lo que Reisner dedujo que todo el
material fue fabricado especialmente para incorporarlo al ajuar de la
reina en su viaje al más allá. Además de los recipientes mencionados
también contenía la cámara varios cuencos y jarras.
Distintas jarras de alabastro procedentes de la tumba
Un aguamanil y una jofaina de oro batido se hallaban en
un arcón chapado en oro, la caja de aseo, junto con otras vasijas y una
navaja para depilación con mango de oro y hoja de cobre. Dentro del ajuar
se incluían igualmente unos treinta recipientes de alabastro, siete
jarritas con perfume y una con kohl de las cuales seis tenían inscrito su
contenido en jeroglífico.
Vaso de oro
En definitiva, bastantes más instrumentos de los que
normalmente se conocen y de los que a continuación se hace una descripción
bastante exhaustiva. El mobiliario de la reina Hetepheres I está
constituido por dos sillas de brazos, una silla de paseo y una cama con su
dosel. Otra pieza importante es un cofre de madera preparado para contener
veinte brazaletes.
LA CAMA.- (JE 53261; 178cm x 97cm x 21,5/31,5cm)
La cama de Hetepheres I, destinada a ocupar su lugar bajo el baldaquín de
madera dorada fue colocada boca abajo, con las patas hacia el techo y con
la parte de la cabeza orientada hacia la entrada de la cámara. El armazón,
de madera recubierta de una gruesa hoja de oro, está constituido por dos
largas barras laterales que acaban en una forma estilizada de papiro y
unidas entre ellas por dos travesaños de madera.
Cama y parte del dosel de Hetepheres I
La cama se sostiene sobre cuatro apoyos de madera
dorada en forma de patas de león fijadas al armazón mediante tiras de
cuero. Las patas del lado de la cabeza son más altas que las otras, de
modo que el plano de la cama queda ligeramente inclinado. Sobre el somier
que se extiende sobre largos travesaños de madera y fijado al marco
externo de la cama, probablemente se extendía un fino colchón sobre el
cual, en el lado de la cabeza, se apoyaba el delicado reposacabezas dorado
y plateado, encontrado en otra caja de oro.
El lado de los pies está delimitado por un panel de
madera con el marco fijado al travesaño de la cama por medio de salientes
de madera encajados en unas muescas de cobre. La superficie que da hacia
la cama está decorada con dos franjas: la superior muestra un motivo
continuo de plumas, mientras que la inferior presenta, además de las
plumas tres rosetones. La superficie externa del panel conserva el color
natural de la madera.
Los rosetones de flores del panel de madera son motivos
florales que se desarrollarán y enriquecerán considerablemente en el
Imperio Antiguo, constituyendo la base de los que aparecerán
posteriormente durante el Imperio Medio. Una de las primeras
representaciones o al menos su antecesor de este tipo de rosetones se
encuentra en las pinturas de la tumba de Atet en Médium. Como forma
vegetal aparecen también representadas plantas similares en el templo de
la pirámide de Sahura. Este tipo de rosetón muestra bastante
familiaridad con el símbolo del Alto Egipto, aunque éste más estilizado
que el primero y es cuando se une a él el símbolo del Bajo Egipto, el
papiro, cuando surge la denominada palmeta o palma cuyo resultado son dos
volutas en los laterales vueltas hacia dentro en dirección a un capullo,
igual que en el rosetón de Hetepheres I.
Apoyado contra esta cama se encontró también un
recipiente cilíndrico de cuero para bastones.
EL DOSEL.- (3,20cm x 2,50cm x 2,20cm) De todos
los objetos encontrados, este dosel, la cama y la caja que parecía estar
destinada a contener las cortinas que cubrirían el dosel son los únicos
que fueron regalados por Esnefru a su esposa la reina Hetepheres I. En el
dosel, son las caras interiores de los marcos de las puertas los que
recogen los títulos y el nombre de Esnefru
La posición que ocupaban en la cámara tanto el dosel
como la caja que supuestamente contenía las cortinas que lo cubrían era
la parte superior del sarcófago; parte de la estructura del dosel se
encontró entre el sarcófago y la pared. Había quedado totalmente
desmantelado y sobre el ataúd descansaban las partes recubiertas de oro.
Fue la inscripción que contenía la placa de oro de la caja de las
cortinas la que permitió al equipo de Reisner leer el nombre de Esnefru
la primera ocasión en que se abrió la cámara funeraria.
El dosel, que consta de veinticinco piezas diferentes,
está compuesto por un armazón de seis vigas de madera, tres en el suelo
y tres en el techo que van unidas a las primeras mediante otros cuatro
postes verticales haciendo esquina, dos de los cuales hacen de jambas de
entrada a la estancia. Entre los postes, diez barras laterales y cinco en
el techo de la estructura.
Alrededor de las cuatro vigas superiores van unidos
unos pequeños ganchos que es en donde probablemente se aprehendieran las
cortinas de lino que quedaban sujetas a las vigas inferiores con unas
pequeñas grapas.
En esta ocasión y para este dosel se habla normalmente
cortinas de lino con las que recubrirlo, sin embargo también se
utilizaban en las estructuras de las tiendas con postes las esteras para
cubrirlas. De hecho, representaciones de estas esteras las hay en el
propio dosel en las paredes situadas detrás del marco de la puerta; también
en la cubierta de oro de los postes de las esquinas y en las vigas del
suelo y del techo.
El arquitrabe está compuesto por dos piezas de madera:
una viga de madera rectangular en forma de L y bajo ella un poste
horizontal más delgado, imitando al esquema del tambor y arquitrabe
colocados sobre las puertas del Imperio Antiguo.
En cuanto a la caja que contenía el cortinaje del
dosel tuvo que ser completamente reconstruida ya que solo se salvaron los
apliques de oro y las incrustaciones de fayenza. La caja es de forma
rectangular y sus medidas son 159,5cm x 23,5cm x 20cm.
LAS SILLAS.- La primera silla (JE 53.263), de
madera y hoja de oro se encontró junto a otra semejante al lado del sarcófago
de alabastro de la reina en muy malas condiciones. El asiento y es
respaldo, que conservan el color natural de la madera, presentan una
sencilla moldura de madera recubierta de hoja de oro a la que se han
fijado dos altos posabrazos de madera dorada. La parte superior está
compuesta por una barra horizontal con la base plana y el perfil superior
decorado con una sucesión de incisiones paralelas. El apoyo vertical está
hecho a partir de un trozo de madera de base rectangular decorado por
delante con un motivo en forma de estera entretejida.
Sillón de madera cubierto de hoja de oro. En el
reposabrazos tres flores de papiro
El espacio comprendido entre los reposabrazos, el
asiento y el respaldo está ocupado por un motivo floral que constituye el
elemento decorativo predominante de la silla. Se compone de tres flores de
papiro, con los tallos unidos por una banda trapezoidal que imita una
cuerda. La flor central está recta mientras que las de los lados se
curvan hacia los reposabrazos de manera que formando un delicado calado.
El respaldo de la silla, reforzado por su parte trasera
mediante un apoyo central, originalmente debía estar decorado por delante
con uno de los numerosos paneles incrustados encontrados entre el ajuar de
la tumba, quizá con el encontrado bajo el asiento, que representaba a una
mujer que lleva una flor de loto.
Las patas de la silla, de madera dorada, tienen, al
igual que la cama descrita, forma de garras de león apoyadas sobre un
pequeño soporte cilíndrico. El par de patas anterior es más alto que el
posterior, de modo que el ancho y profundo asiento queda ligeramente
inclinado hacia atrás.
La segunda silla hallada junto a la ya descrita, goza
de una decoración más exhaustiva. La estructura es semejante a la
anterior, una moldura de madera sobre la que se fijan los posabrazos. El
espacio comprendido entre los reposabrazos, el asiento y el respaldo
recoge una escena en la que un halcón con las alas extendidas hacia abajo
se posa sobre una columna de palma.
Reconstrucción de una segunda silla hallada en la tumba.
Madera cubierta de oro, con incrustaciones de fayenza
A diferencia de la primera silla, ésta tiene
incrustaciones de fayenza que emplean elementos de dibujos de plumas extraídos
de las alas del halcón antes referido. Los dibujos de plumas se alternan
con rosetones de flores como los descritos en la cama y que enmarcan las
flechas cruzadas y los estandartes de la diosa Neith sobre las dos caras
del respaldo de la silla. En esta cara posterior los estandartes eran de
yeso cubierto con una lámina de oro y dispuestos en un diseño de estera
formado por incrustaciones de fayenza azul en líneas cruzadas. En la cara
interior de la silla los estandartes son de incrustaciones de colores
colocadas en una hoja de oro.
LA SILLA DE MANO.- Esta silla fue la primera
pieza en restaurarse. Se encontró en la cámara funeraria en la zona
oeste del espacio comprendido entre el sarcófago y el muro, desmontada y
encima de numerosos objetos. La silla, tenía la mayor parte de la madera
considerablemente deteriorada, sin embargo se hallaba en mejores
condiciones que el resto. Tres piezas de su estructura y uno de los
paneles que se encontraban en muy buenas condiciones fueron los elementos
determinantes con los que se contó para poder montar la silla en una
estructura de madera nueva.
La única decoración de que goza son las láminas de
oro que bordean todos sus laterales. En el respaldo de ébano de la misma
aparece la siguiente inscripción que se repite en su cara interior:
"La madre del Rey del Alto y bajo Egipto, compañera de Horus,
directora de los matarifes de la Casa de la Acacia, cuyas palabras son órdenes,
la divina hija verdadera, Hetepheres".
Detalle de las inscripciones de la silla de mano
Los postes de la silla mediante los cuales era
transportada terminan en unos pomos de oro semejando un capitel palmiforme.
Este tipo de columnas, al menos en madera, parece que eran ya utilizadas
al principio de la IV Dinastía, tal y como parece indicar las basas para
columnas de madera redondas en la capilla de ladrillo exterior del príncipe
Anj-haf en el cementerio oriental de Giza. En la V Dinastía este tipo de
columnas son la forma dominante, con el fuste liso, sin estrías y
redondeado; buen ejemplo de ello son tanto las columnas de granito del
templo de Sahure como las columnas del patio del templo funerario de Unas.
COFRE CON BRAZALETES.- (JE 53265).- El cofre
(41,9cm x 33,7cm x 21,8cm), de madera dorada, se encontró al lado del
sarcófago. Las superficies interna y externa del cofre están cubiertas
de hoja de oro mostrando un diseño de estera.
La tapa, fijado al lado posterior mediante charnelas,
se levanta mediante un pomo de marfil fijado en el centro. Este tirador
hubo de ser repuesto por una pieza nueva de marfil ya que el original
aunque se encontró en su lugar original, se descompuso.
Cofre conteniendo brazaletes; madera dorada; tirador de
marfil
A ambos lados del pomo figura una inscripción
horizontal en jeroglífico en donde se puede leer "caja que contiene
brazaletes" y "Madre del rey del Alto y Bajo Egipto". Bajo
esta inscripción se ha añadido la palabra "brazaletes",
trazada con tinta negra, posiblemente y según Reisner, por la mano de un
escriba durante el inventario de los objetos del ajuar efectuado con ocasión
del traslado a la nueva sepultura de la reina.
El cofre había sido fabricado para que contuviera dos
filas de diez brazaletes ensartados en dos barras de madera a cuyos
extremos se habían fijado sendos discos dorados.
Los veinte brazaletes, algunos de los cuales ya estaban
muy dañados en el momento de su descubrimiento, están formados por una
hoja de plata curvada, abierta por su parte interior. En la superficie
externa de cada uno de los brazaletes se han practicado ligeras incisiones
para la introducción de incrustaciones policromas que reproducen imágenes
de cuatro mariposas estilizadas, separadas entre ellas por un pequeño
disco de cornalina roja. Los cuerpos de los animales y algunas porciones
de sus alas se han realizado en lapislázuli, las cabezas y las partes de
mayor tamaño de las alas son de turquesa y las colas son de cornalina. A
diferencia de los rosetones de flores utilizados en la cama y en la
segunda silla, el diseño de mariposa no parece que vuelva a ser
utilizado.
Detalle de los brazaletes que contiene el cofre
Los brazaletes, de diferente diámetro, debían
llevarse en el antebrazo, tal y como se deduce de diversos relieves
hallados en las tumbas del Imperio Antiguo y no en el tobillo, como
pensaba Reisner.
EL SARCÓFAGO Y EL COFRE CANÓPICO.- El Sarcófago
de alabastro se hallaba en la pared este de la cámara funeraria. Es este
el elemento que le da todo el misterio que envuelve a la tumba de la reina
Hetepheres I. A pesar de encontrase intacto y sellado, una vez se procedió
a su apertura, teniendo como invitados a varias personalidades, pudo
comprobarse que se encontraba vacío. Allí no reposaban los restos
mortales de la reina.
Sarcófago de Hetepheres I antes de su apertura
Vista del interior, vacío, del sarcófago
Interior del cofre canópico
Por otro lado, el cofre canópico de alabastro
encontrado en el nicho de la pared este de la cámara, resulta esencial
por lo contenido en su interior. A diferencia de la gran desilusión que
se produjo con el sarcófago, el cofre sí contenía parte de las vísceras
de la reina Hetepheres I. Es esta la primera constancia que queda del
proceso de la conservación de los órganos en la práctica de la
momificación.
Cuando Reisner comprobó el contenido del cofre pudo
ver que su interior estaba dividido en cuatro compartimentos. Tres de
ellos todavía contenían un líquido amarillo y en cada uno había un
paquete envuelto en lino que posiblemente contendrían los órganos
internos de la reina.
El análisis posterior descubrió que las vísceras habían
permanecido en una solución al 3% de natrón para su conservación lo
cual, según B. Brier es un ejemplo de la solución que se usaba para los
órganos pero no para el cuerpo.
COMPARACIÓN CON ENTERRAMIENTOS DE
OTRAS REINAS DE LA IV DINASTÍA.
En la IV Dinastía no todas las reinas tuvieron como
tumba una pirámide. Parece ser que sí es el caso de Henutsen a la que se
le atribuye la pirámide secundaria situada más al sur de la gran pirámide,
y Meritetis que fue enterrada en la siguiente a ésta, ambas esposas de
Jufu (Keops).
Sin embargo, no ocurre lo mismo con las esposas de Jafra
(Kefrén): Jamerenebty I, gozó de una gran tumba frente a la pirámide
del Rey, mientras que Meresanj II descansó en la mastaba G7410 del
cementerio este de Guiza. En cuanto a Hetepheres II, esposa de Dyedefra es
igualmente una mastaba la que guarda su cuerpo.
Esta variedad de enterramientos y el cambio en la
arquitectura funeraria de las reinas se sucedió durante todo el Imperio
Antiguo.
SIGNIFICADO DE LA TUMBA DE
HETEPHERES. REVELACIONES DESDE SU TUMBA.
Varias son las causas que originan las teorías
existentes sobre cuál fue el motivo de que Hetepheres I fuese enterrada
en esta zona y de la forma en que se hizo.
Por una lado la ausencia de superestructura en el
exterior de la tumba, teniendo en cuenta la condición social de la dama;
el hecho de que la tumba pozo se encontrase sin terminar ya sea debido a
la falta de tiempo o a problemas técnicos, se apunta también al desorden
encontrado en la cámara funeraria y, por supuesto, el hallazgo de parte
de las vísceras de la reina en contraposición al sarcófago sellado y
vacío.
George Reisner fue el primero que interpretó estos
signos, ofreciendo una exposición de los hechos acaecidos en época de
Jufu, que no fue puesta en duda por nadie hasta el año 1.985, fecha en
que Mark Lehner plantea otra alternativa a las causas del enterramiento de
la reina en Guiza.
Para Reisner, en realidad la tumba pozo de Hetepheres I
no es sino una reinhumación de la misma practicada en tiempos de Jufu.
Siempre acorde con su teoría, la reina fue enterrada inicialmente en
Dashur junto a la tumba de su marido Esnefru, al lado de su pirámide.
Reisner se encontraba absolutamente convencido de que, de acuerdo con al
costumbre de los nobles de construirse sus moradas para la eternidad en
propia vida, sería el propio "departamento de obras públicas"
de Esnefru el que edificaría la pirámide de la reina, siendo ella misma
la que supervisase los trabajos logrados en la obra.
Como hemos dicho, Hetepheres I parece que sobrevivió a
su marido y falleció durante el reinado de su hijo Jufu. Es en algún
momento del reinado de este último cuando la tumba de su madre es violada
y saqueada por ladrones: según Reisner, mientras se procedía a la
construcción de la Gran pirámide y con anterioridad a que existiese
ninguna otra tumba en su zona este, incluidas las pirámides secundarias.
Probablemente, una vez saqueada la tumba, el cuerpo de la reina fue objeto
de despojo de todos las joyas y amuletos que le vestían y protegían en
el más allá, quedando su cuerpo destrozado tras el expolio.
El hecho de que el personal encargado de la seguridad
en las ciudades de las pirámides y sus sacerdotes pudieran quedar en
entredicho unido a un intento de evitar el sufrimiento al rey al saber de
la desaparición del cuerpo de su madre, dieron lugar a que el sarcófago
fuese de nuevo sellado, pero eso sí, sin cuerpo en su interior, haciendo
creer a Jufu que en realidad allí descansaban intactos los restos
mortales de Hetepheres I. Es posible que fuera el Visir Hemiunu, Jefe de
todos los Trabajos del Rey y posible arquitecto en la construcción de la
Gran Pirámide, quien tuviera que dar la noticia al Rey.
A la vista de los acontecimientos, Jufu decide
reinhumar a su madre junto a la pirámide que se estaba construyendo en la
meseta de Guiza. Una vez elegido el lugar adecuado, los obreros se
encargarían de hacer el resto. Reisner identifica la escalera y el acceso
al pozo con los enterramientos típicos de la III Dinastía, de ahí que
concluya que la idea primigenia para el descanso de la reina consistía en
la construcción de una pirámide semejante a la que supuestamente ocupaba
en Dashur. El ajuar funerario de Hetepheres es traído, la mayor parte, en
cajas de madera desde Dashur y en completo secreto para evitar más robos.
Una vez introducido el ajuar en la tumba, ésta queda
sellada. Los trabajos en el complejo funerario de Jufu terminan, se
construyen las pirámides secundarias, las calles del cementerio real son
pavimentadas y, de esta forma no queda huella alguna de la tumba de la
reina madre.
En contra de esta teoría se alza Mark Lehner. Para él,
la tumba pozo descubierta por Reisner fue el enterramiento original de la
reina Hetepheres I y la primera construcción realizada en la cara este de
la Gran Pirámide. Los planos del complejo de Jufu fueron modificados en
numerosas ocasiones, lo que induce a Lehner a pensar que la tumba pozo
quedó en estado de abandono: el cuerpo de su madre fue trasladado a una
de las pirámides secundarias, en concreto a la más septentrional,
dejando el ajuar funerario en la cámara de la tumba descubierta por
Reisner., pirámide saqueada ya en la antigüedad, resultando ésta la
causa de la desaparición del cuerpo de la reina.
En los últimos años esta última opción se ha
intentado poner en entredicho argumentando la falta de pruebas de ese
cambio de planes en la construcción del complejo funerario de Jufu. Sin
embargo nadie ha conseguido hasta el momento plantear una explicación
absolutamente satisfactoria.
BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA
"The bed canopy of the mother of Cheops"; Bulletin of the
Museum of Fine Arts; Boston, August, 1.932 Nº 180; Reisner
"The householde furniture of Queen Hetep-heres I"; Bulletin
of the Museum of Fine Arts; Boston, Dec,1.929 Nº 164; Reisner
"The tomb of Hetep-heres I"; Bulletin of the Museum of Fine
Arts; Boston, June, 1.953 Nº 284; William Stevenson Smith
"The empty sarcophagus of the Mother of Cheops"; Bulletin of
the Museum of Fine Arts; Boston, Oct, 1.928 Nº 157; Reisner
"The tomb of Queen Hetp-Heres"; Bulletin of the Museum of
Fine Arts; Boston, May, 1.927; Supplement Vol. XXV; Reisner
"Categorizing archeological finds: the funerary material of Queen
Hetepheres al Giza"; Antiquity: an international journal of expert
archaeology; Nº 74 Año 2.000; Münch
"The complete pyramids"; Mark Lehner
"Los constructores de las grandes pirámides"; J. M. Parra
Ortiz
"Historia de las pirámides de Egipto"; J. M. Parra Ortiz
"Arte y arquitectura del Antiguo Egipto"; W. Stevenson Smith
"Arte egipcio"; Cyril Aldred
"Diccionario biográfico del mundo antiguo. Egipto y Oriente Próximo";
Federico Lara Peinado
"Momias de Egipto"; Bob Brier
"Tesoros egipcios de la colección del Museo de El Cairo";
Francesco Tiradritti
"Guía de las pirámides de Egipto"; Alberto Siliotti
BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
"The pyramid tomb of Hetep-heres and the satellite pyramid of
Khufu"; Mark Lehner
NOTAS
Agradecimiento a Juan de la Torre Suárez por la traducción de la
inscripción de la silla de mano.
Parte de las descripciones de la primera silla, la cama y la caja de
brazaletes han sido extraídas del libro "Tesoros Egipcios de la
colección del Museo de El Cairo".
Fotografías en B/N: Boletines del Museo de Bellas Artes de Boston.
Teresa
Soria |